Esperando a Kennedy


Una loquísima teoría de la conspiración que puede tener consecuencias realmente serias 


A inicios de noviembre, decenas de ciudadanos estadounidenses se reunieron en un espacio público de la ciudad de Dallas portando letreros a favor del expresidente Donald Trump. La que podría ser tomada como una reunión política más de las muchas que hay en Estados Unidos tenía una característica muy peculiar: los partidarios de Trump estaban allí para darle la bienvenida a su movimiento político a John Kennedy Jr., hijo del presidente asesinato. ¿El detalle? Kennedy Jr. lleva más de 20 años muerto. 

Aun así, aquel día de noviembre el grupo se encontraba esperando su llegada, con letreros donde señalaban que Kennedy sería el nuevo vicepresidente de Trump, quien estaba a muy poco de retomar el poder para acabar por fin con una poderosa red satánica de pedófilos que controla el poder en Estados Unidos. Sí, leyeron bien. Este grupo cree firmemente en lo que acabo de contarles. Se les conoce como los “seguidores de QAnon”, y su influencia ha crecido en el mundo conservador norteamericano.

El origen puede rastrearse a un foro de internet en octubre del 2017, a raíz de un comentario de Donald Trump en la Casa Blanca. En una actividad protocolar con altos mandos militares, mientras se tomaba la foto oficial, el entonces presidente dijo: “¿Saben qué representa esto? Tal vez es la calma antes de la tormenta”. Lo que fue un simple comentario vacío de contenido, muy típico de Trump, recibió otra interpretación en el mundo virtual. En un foro apareció una persona que, bajo el seudónimo de Q, indicó que era un funcionario de inteligencia con información clasificada y que Trump venía desarrollando una guerra silenciosa contra una mafia internacional de tráfico y abuso de menores de edad, que incluía a políticos liberales de Estados Unidos, estrellas de Hollywood, líderes religiosos y otros integrantes de la “élite dominante”. Inmediatamente, Q empezó a ganar miles de seguidores.

Lo que empezó como una de las múltiples teorías de conspiración que existen en internet, en los años siguientes se volvió la teoría principal y la más popular. Su contenido ha ido evolucionando —ya incluye canibalismo y ritos satánicos— y se ha fusionado con otras teorías preexistentes, como la que señala que los atentados del 11 de septiembre fueron en realidad una gran puesta en escena. QAnon también ha atraído a antivacunas, a antimascarillas, a supremacistas blancos, a fundamentalistas cristianos, entre otros grupos peligrosos. Pese a los constantes cambios en sus creencias y teorías, un elemento se mantiene inalterable: la adoración casi religiosa que tienen por Donald Trump, quien está llamado a liderar y vencer en la gran batalla entre el bien y el mal que se viene desarrollando silenciosamente en su país.

Una y otra vez, las predicciones hechas por QAnon no se han cumplido. Y aun así, el grupo sigue vigente. Como hemos visto con la vigilia que realizaron esperando el retorno de Kennedy Jr., la realidad no es un obstáculo para su fanatismo.

En principio, uno podría pensar que estamos ante algo anecdótico o marginal, una de las clásicas locuras a las que nos tiene acostumbrados internet. Pero este asunto ya tiene otras dimensiones. El New York Times publicó hace unos meses una encuesta del Public Religion Research Institute, en la cual se señala que el 15% de estadounidenses cree que el poder en Estados Unidos está controlado por una camarilla de pedófilos satánicos, y que los patriotas americanos tienen el derecho de recurrir a la violencia para restaurar el orden en el país. ¡15%! Considerando que la población total de Estados Unidos es de 329 millones y medio de personas, esto quiere decir que más de 49 millones coinciden con la idea base detrás de la teoría de conspiración de QAnon. Si los que creen en QAnon fuesen la población de un país, sería el quinto más poblado del continente americano, por encima de Argentina, Canadá y Perú.

Este nivel de popularidad explicaría por qué nunca existió por parte de Trump un mensaje claro rechazando esta locura. Incluso, de acuerdo con la consultora Media Matters, Trump la legitimó durante su campaña electoral de reelección, amplificando los mensajes de QAnon en Twitter al menos 216 veces, retuiteando o mencionando 129 cuentas afiliadas a dicha teoría.

¿Cómo es posible que tanta gente pueda creer algo tan descabellado? No existe una respuesta definitiva, pero las posibles explicaciones que he podido encontrar son diversas. Hay quienes sostienen que, bajo grandes niveles de ansiedad y estrés, las personas están dispuestas a aceptar como ciertas cosas que son inverosímiles si es que les permiten ordenar lo que están sintiendo. La conspiración brinda determinadas reglas que permiten enfrentar la incertidumbre y el desconcierto. Otra explicación se funda en el llamado “narcicismo colectivo”: grupos que sienten que están fracasando —ya sea porque han perdido poder o porque han disminuido su calidad de vida— y son incapaces de asumir la culpa por ello, buscan la explicación para dicho fracaso en personas y eventos fuera de su entorno. Finalmente, también se señala que las teorías de conspiración otorgan emoción e inflan la autoestima de los involucrados, pues implica que han descubierto un gran secreto que se mantiene oculto para buena parte de la gente.

Hay quienes recuerdan que nada de esto es nuevo y señalan las similitudes con una de las teorías de conspiración más extendidas, la de los Protocolos de los Sabios de Sion: una elite judía corrupta actuando en las sombras para conseguir la dominación mundial a través del sufrimiento del pueblo, y un “salvador” dispuesto a enfrentarla. Como sabemos, la absurda teoría de los Protocolos sirvió como sustento al antisemitismo alrededor del mundo a inicios del siglo XX, y tuvo como episodio más brutal y violento el exterminio de judíos durante el régimen nazi. 

Es importante recordar esto último: estas teorías de conspiración no se quedan en el mundo de la ficción. Seguidores de QAnon participaron activamente en los violentos ataques al Congreso norteamericano del 6 de enero pasado, buscando evitar que se formalice el triunfo de Joe Biden en las elecciones, exaltados por las denuncias de fraude que el propio Trump difundió sin mayor sustento. 

Preocupa que no solo el expresidente, sino buena parte del sector conservador norteamericano, no se incomode al compartir espacio político con ellos. Parecen estar dispuestos a tolerarlos, o incluso a aceptarlos, mientras sean funcionales a su búsqueda de poder. El problema con ello es que el fanatismo y la irracionalidad generan un profundo daño a la democracia, pues desprecian el diálogo, el respeto por el que piensa distinto, la búsqueda de consensos, las decisiones fundamentadas en evidencia, el control del poder, y otros elementos básicos de una sociedad civilizada. 

¿Será QAnon síntoma de una enfermedad presente en la democracia más antigua del continente? Sea cual fuese su origen o explicación, el fenómeno debe ser tomado con seriedad, pues esto dejó de ser solo una anécdota curiosa en el mundo virtual. 

3 comentarios

  1. Rox

    me parece un comentario sectario. Quizá porque el que escribe es seguidor de los demócratas estadounidense
    están saliendo pruebas fidedignas, que hubo fraude en las ultimas elecciones. Seria bueno que quien escribe se nutra mas de otras noticias donde se muestra el lado opuesto de lo que comenta.

    • Paula Sánchez

      Cuáles son las pruebas fidedignas?

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