Últimas noticias sobre el cambio climático 


Según el último informe del IPCC, las tareas están más claras que nunca


Luciana Blanco es bióloga de profesión y magister en Investigación en Epidemiología. Actualmente es coordinadora de comunicaciones del Lancet Countdown: Health And Climate Change in South America e investigadora del Centro Latinoamericano de Excelencia en Cambio Climático y Salud (CLIMA).


El cambio climático está generando fenómenos extremos más frecuentes e intensos. Estos eventos están afectando de manera desproporcionada a todas las poblaciones del mundo, con mayores impactos negativos en las poblaciones humanas y los ecosistemas más vulnerables. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC  por sus siglas en inglés) acaba de publicar la segunda parte de su sexto informe de evaluación y en él se resumen las últimas investigaciones científicas sobre los impactos, la adaptación y las vulnerabilidades frente a esta grave amenaza.

Según el informe, actualmente casi la mitad de la población mundial –más de 3.300 millones de personas–viven en contextos altamente vulnerables al cambio climático. 

El incremento de las temperaturas, la acidificación de los océanos y el aumento de fenómenos extremos como olas de calor, sequías e inundaciones están provocando un deterioro generalizado de la estructura y el funcionamiento de los ecosistemas. Se está observando un mayor desplazamiento de especies marinas hacia los polos y de especies terrestres a zonas más elevadas. También existen impactos irreversibles, como la muerte en masa de varias especies que ven sobrepasadas su umbral de tolerancia y capacidad de adaptación. Y otros impactos que se están acercando peligrosamente a la irreversibilidad, como el deshielo de los árticos, los cambios de los ecosistemas de montaña y el retroceso de los glaciares. 

El cambio climático no es una realidad ajena para los seres humanos, nuestra salud física y mental se está viendo cada vez más afectada por las consecuencias de un clima cambiante. El calor extremo y las sequías están reduciendo el rendimiento de cultivos básicos como el maíz y el trigo, afectando nuestra seguridad alimentaria. Además, el informe indica que el acceso a agua dulce también está siendo amenazado, ya que aproximadamente la mitad de la población mundial sufre una grave escasez de agua dulce durante al menos una parte del año. También existe un aumento de problemas de salud asociados a la calidad del aire, como trastornos cardiovasculares y respiratorios. Por otro lado, estamos visibilizando cada vez más los problemas de salud mental que conlleva el cambio climático, estos están asociados al aumento de las temperaturas, a los traumas provocados por los fenómenos extremos y a la pérdida de medios de vida y de cultura. 

El calentamiento global, que se estima que alcanzará un aumento de 1.5 °C para 2040, provocará un incremento inevitable de múltiples peligros climáticos y riesgos para los ecosistemas y la salud humana. La magnitud y el ritmo del cambio climático y los riesgos asociados dependerán, en gran medida, de las acciones de mitigación y adaptación que logremos a corto plazo. El informe del IPCC es bastante claro al indicar que si no logramos reducir las emisiones a nivel global, los impactos adversos proyectados y las pérdidas y daños relacionados aumentarán con cada incremento del calentamiento global, haciéndose cada vez más complejos y difíciles de gestionar. Así mismo, el reporte indica que el nivel de riesgo dependerá de cuán preparados estén los países para abordar esta problemática, pues su vulnerabilidad varía según cada región y el desarrollo socioeconómico, el uso insostenible de los recursos, las desigualdades, entre otros factores, juegan un papel fundamental. Por eso, a pesar de que Latinoamérica genera muy bajas emisiones de CO2, es una de las zonas más vulnerables del planeta. 

La evidencia científica de este informe demuestra que las acciones que debemos tomar para ser más resilientes al cambio climático son más urgentes de lo que se esperaba en el informe anterior, completado en 2014. Se necesitan medidas de adaptación ambiciosas y coherentes que sean acordes con las necesidades de cada país. Actualmente, algunos planes de adaptación y mitigación tienen brechas entre las medidas propuestas y lo que realmente se necesita para hacer frente a los riesgos de esta enorme amenaza. El informe también indica que las soluciones integradas y multisectoriales que tomen en cuenta a políticos, científicos, comunidades indígenas, trabajadores de salud, jóvenes, empresas, entre otros, serán más eficientes y aumentarán la viabilidad y la eficacia de la adaptación frente al cambio climático. Así mismo, indicó que el desarrollo resiliente al clima es posible cuando los gobiernos, la sociedad civil y el sector privado toman decisiones de desarrollo inclusivas que dan prioridad a la reducción del riesgo, la equidad y la justicia.

Una de las prioridades para la adaptación al cambio climático es la protección de los ecosistemas. La evidencia científica demuestra que los ecosistemas sanos son más resilientes al cambio climático y que si restauramos entre 30% y 50% de los hábitats terrestres, marinos y de agua dulce, podremos beneficiarnos de la capacidad de la naturaleza para absorber carbono, y aprovechar los suministros de alimentos y agua que nos brindan. Otro de los puntos para estar más adaptados es mejorar las ciudades en las que vivimos. Actualmente las ciudades son los espacios que conglomeran mayor cantidad de gente, por ende, tienden a tener un mayor riesgo de vulnerabilidad. Sobre todo, aquellas ciudades que tienen un crecimiento urbano mal planificado, altos niveles de pobreza y falta de servicios básicos. Es necesario que este tipo de ciudades se adapte con un aumento de edificaciones verdes, suministros de agua continua, energías renovables y sistemas de transporte limpios y sostenibles que contribuyan a una sociedad más inclusiva y justa. 

En conclusión, la evidencia científica confirma que el cambio climático es una amenaza real para nuestro bienestar. Cualquier demora en la acción global para la adaptación y la mitigación generará que perdamos la pequeña oportunidad que tenemos de asegurar un futuro habitable y sostenible para todos. 

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