Toma chocolate, paga lo que debes


Algo de historia reciente en tributación


Esta semana, una de las noticias más comentadas en Perú ha sido que dos de las mineras más grandes del país han decidido pagar sus deudas a la SUNAT. El gobierno y quienes lo apoyan han celebrado y consideran que se trata de un gran triunfo del nuevo régimen, pero más realista es pensar que en temas de tributación nada es tan sencillo como parece.

         Por un lado, la SUNAT lleva más de una década peleando para que se paguen deudas de los años 2007, 2008, 2009 y 2010. Estas se generaron por diferentes interpretaciones de una ley que en ese momento no estaba clara y es por ello que las mineras –y otras grandes empresas deudoras– no piensan que están en falta. Como explica este comunicado de Cooperacción, los grandes deudores se han unido en un club y han litigado todo lo posible para demorar los pagos.

         La pregunta sin embargo es: ¿por qué ahora? Los juicios continúan y están en juego millones, ya no solo de las deudas, sino también de las moras. ¿Es solo porque el nuevo gobierno ha insistido en que se pague? Hay quienes han comentado en redes sociales que el pago ha sido una medida estratégica porque con la subida del dólar, las deudas en soles se hacen menores y el pago no resulta tan oneroso. Otros le añaden a esta visión una lectura optimista, porque dichos pagos serían la señal de que los encargados de estos grandes capitales han calculado que el dólar no seguirá subiendo y por ello han decidido actuar ahora.

         Este debate nos remite a viejas preguntas:  por qué se deben pagar impuestos, quiénes deben pagarlos y cuál es la capacidad de los estados para asegurarse que se paguen. Quienes ya peinamos canas recordamos los tiempos en que existía la Dirección Nacional de Contribuciones, antes de la SUNAT, y su limitada capacidad de castigar a quienes evadían impuestos. Antes de los años 90, muchos en el Perú sentían que pagar impuestos era opcional, pues defraudar al fisco era muy fácil.

         Con las llamadas reformas de “primera generación” de aquella década, la evasión dejó de ser posible para los individuos y cada vez se fue haciendo más eficiente la recaudación, los sistemas para vigilar el pago de los impuestos, así como el castigo para los infractores. La excepción siguió siendo el gran capital, que sí encontró maneras de oponerse a cobros que consideraban excesivos: aunque en teoría todos podamos quejarnos sobre lo que nos parece injusto, solo quienes tienen un ejército de abogados pueden dejar de pagar.

         Al margen de la justicia en estos litigios, siempre hay un asunto de fondo a todo nivel: pagar impuestos nos molesta. ¿Debería ser así? Al fin y al cabo, la única manera de tener un estado eficiente es que este sea capaz de encontrar una manera de financiar los que consideramos servicios básicos, como mantener el orden, construir infraestructura y asegurar que contemos con salud y educación. Las sociedades modernas se basan en la fiscalidad y, sobre todo, en la conexión que se establece entre el Estado y los contribuyentes. Quizás este apelativo, “contribuyente”, debería sernos refrescado desde las escuelas para entender que se aplica a quienes contribuyen al funcionamiento del estado.

         Es evidente que en países como el Perú, los impuestos molestan aún más por varios motivos. Algunos compatriotas piensan que lo que se recauda se usa de manera ineficiente o que se roba directamente. Otros consideran que no es justo que se les cobre por haber generado riqueza y no creen que la idea de repartirla con otros miembros de la sociedad sea la manera más eficiente de funcionar: hay quienes están convencidos de que es mejor que cada quien se pague lo suyo porque el estado es intrínsecamente ineficiente.

         Cuando se pone en tela de juicio el pago de impuestos siempre hay un juicio de valor sobre la capacidad del Estado para gastar lo que recauda. Además, históricamente, los estados han tenido capacidades diferentes tanto para recaudar impuestos como para gastarlos. En el Perú, como vimos, no hubo hasta hace poco la posibilidad de tener un sistema que se asegure de que todos los que deben paguen. Además, en el caso peruano, los niveles de tributación comparados con los de otros países han sido bastante bajos. En parte por ello, las capacidades de gasto del estado peruano han sido limitadas.

         Ante los recientes pagos de estas deudas millonarias –que, dicho sea de paso, continúan su proceso judicial– se abren una serie de posibilidades. Por un lado, el fisco recibe recursos que, esperemos, deberían ayudar a mejorar las vidas de los peruanos. Pero, por otro lado, deja un mensaje positivo: así como los ciudadanos de a pie no tienen escapatoria para contribuir al estado, las corporaciones pueden dejar de ocupar una zona VIP.

         A la hora de contribuir al país, el trato debe ser unánime.

5 comentarios

  1. Victor Macedo Barrera

    Muy atinado comentario, por favor podría contar con vuestra autorización para utilizar algunos párrafos en mi tesis para optar la maestría en Gestión Pública que versa sobre la Cultura Tributaria en Perú, agradeceré su respuesta.

    • Natalia Sobrevilla

      Por supuesto Victor, con todo gusto!

      • Victor Macedo

        Gracias doblemente amable, una por responderme y otra por su voluntad de compartir, demore en agradecer es que entre el buscar trabajo (cachuelos) y esta tesis, ando complicado, muchas gracias.

  2. Gloria Dunkelberg

    Me indigna esa excusa de los deudores :» no es justo que se les cobre por haber generado riqueza y no creen que la idea de repartirla con otros miembros de la sociedad sea la manera más eficiente de funcionar» Generar riqueza? Sin pagar impuestos? Claro, riqueza para ellos pero no para su país. Y no les da vergüenza deber millones ¡! Vizcarra logró que empresas pagaran deudas por un total de 19 millones de soles…y no pareció difícil de lograr…¿Cuál fue su excelente receta? He empezado a comparar lo que se paga de impuestos en otros países. En Canadá, social Democracia, los ciudadanos pagan mucho más que acá, NADIE evade…regañan un poco pero pagan en Suecia igual y lo ven en los servicios de salud, educación. En el Perú, nunca se tiene la oportunidad de ver que el pago de impuestos revierta en beneficio del ciudadano y no es necesariamente por ineficiencia del Estado sino que pagan tan poco que no se puede hacer mucho ¡ Debería ser delito Penal y allí sí todos pagan…Indignante

    • Natalia Sobrevilla

      Comparto tu indignación Gloria, a mi también me molesta que no se quiera pagar impuestos, yo vivo en un lugar donde pago mas del 50% de mis ingresos y lo hago contenta porque siento que es lo justo. Justamente la clave está en la palabra «contribuyente» porque se contribuye por el bien de la sociedad.

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