Serle infiel a una belleza


Cuando el chisme nos tienta a tener razonamientos uniformes


Acabo de levantarme y me entero por las redes de que una exreina mundial de belleza y actual conductora de televisión de mi país se ha vuelto tendencia porque un programa nocturno de chismes ha captado a su esposo cuando entraba a un hotel con una amante.

Mientras miro segmentos del video y doy saltos entre las reacciones, me van naciendo varios sentimientos: primero, la curiosidad por conocer más detalles. En tanto transcurren los segundos, la curiosidad se me va definiendo menos culposa: a modo de consuelo, termino diciéndome que es muy probable que el chisme acompañe a los humanos desde la época en que nos despuntamos como primates; que quizá haya nacido como un cohesionador social y, a la vez, como un indicador de qué conductas son aceptables en un clan. Luego, casi al mismo tiempo, más que la culpa, me atrapa la molestia por estar cayendo en la red de un programa televisivo carroñero. A pesar de ser consciente de que en toda sociedad existen espacios dedicados a publicar chismes sobre la gente famosa, incluso en el Reino Unido, siento que en mi país solo se cuecen habas o, en todo caso, que su hervor llena un espacio exagerado del aire que respiramos, y que ese rincón misceláneo ha estado al servicio del poder para acallar noticias más urgentes, al extremo de que quienes ejercen esa modalidad informativa se autoproclaman injustamente como periodistas. Vamos, seamos sinceros: armar un operativo para atrapar a un infiel y luego divulgarlo no es periodismo. A lo mucho, lo sería de manera excepcional si el capturado in fraganti fuera una figura pública con poder sobre las leyes de nuestra sociedad que basa su agenda en su puritanismo. El verdadero periodismo es un servicio público, no una actividad que empobrece la conversación colectiva. 

Sin embargo, ahora que han pasado algunos minutos de mi navegación por esta noticia, reconozco que lo que más fastidio me ha terminado dando ha sido notar un discurso común entre los miles que defendían a la exreina agraviada, una verbalización homogénea que se podría resumir en esta cantaleta: ¿cómo le vas a ser infiel a una mujer tan bonita?

Quizá se deba al sesgo que provoca mi oficio, por lo cual pido anticipadas disculpas, pero tiendo a pensar que una conclusión mayoritaria tan básica y rayana en lo infantil solo puede florecer en una sociedad que no consume literatura. O literatura decente, al menos.

Si hay algo que hacen los buenos relatos es penetrar en las honduras de la humanidad para develar nuestras contradicciones; ellos nos acostumbran a tratar con personajes poliédricos y a intuir matices en las motivaciones humanas: un asesino en serie puede ser un defensor de los animales, un sacerdote que sermonea inflamado puede esconder en su furor el pánico a ser descubierto, la prostituta que la mayoría desprecia puede tener más valores que el político al que la mayoría vota y, por supuesto, el esposo que engaña a una belleza amada por todo un país tiene motivaciones que van más allá de lo que ven los ojos, sin mencionar que si en todo buen relato cada personaje tiene un mundo complejo en su cabeza, una pareja se convierte en un sistema planetario con leyes tan peculiares que a veces ni sus ocupantes entienden del todo.

En otras palabras, mientras la buena literatura nos advierte sobre nuestras contradicciones, un programa de chismes nos fomenta los prejuicios. Y ya que los prejuicios son un obstáculo mayor para ser una sociedad cohesionada, ¿no es revelador que en las naciones con mayores índices de desarrollo las bibliotecas públicas y las industrias culturales estén más institucionalizadas que los programas de chisme?


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5 comentarios

  1. Alessandra

    En efecto es absurdo pensar que una mujer bella está asegurada contra la infidelidad. Tal vez sea todo lo contrario. Si el hombre la ve como un trofeo, si la utiliza como demostración de su hombría, puede perfectamente ser el tipo de persona que siente que necesita una profusión de conquistas. La belleza trae muchas ventajas, pero ser el objetivo de un egoísta es una desventaja demasiado frecuente. (Dicho esto, qué patética la gente que justifica su morbo diciendo que la señora esa hace bien en exponer la falta de valores y moral y blablabla de personajes públicos. En Lima, capital mundial del telo.)

  2. Lourdes Paredes

    Siempre reflexivo, contundente.
    El chisme no es más que ese nutriente de la ignorancia e inmadurez de nuestra prejuiciosa sociedad.
    Permíteme señalar y cuestionar respecto al párrafo «tiendo a pensar que una conclusión mayoritaria tan básica y rayana en lo infantil solo puede florecer en una sociedad que no consume literatura…», por qué creemos o deslizamos siempre la idea de que nuestros padecimientos o taras son propios de lo infantil? . Cuando la infancia tiene características propias a su naturaleza en desarrollo como su inmadurez. Sin embargo la adultez, si bien lo determinan características propias de su etapa estas o muchas de ellas no se han desarrollado eficazmente como el pensamiento crítico, que en su mayoría se estancó en un pensamiento básico al qué pareciera haberse conformado y así rendirse a programas de chismes por ejm.
    Por respeto a la infancia, demos al César lo que es del César.
    Es un gusto leerte, saludos cordiales

  3. Gustavo Rios Eslava

    Muy cierto además no es la belleza la que mueve al infiel , es más la compulsión antropologica del cazador

  4. Valeria Vela

    Siempre es tan delicioso leerte. Gustavo.

  5. sandra lizardo

    es difícil huir del «carroñerismo» en las redes, no di link a ninguno de los videos y posts, solo vino a mi mente tras el titular que días antes me topé con un titular donde la reina de belleza en cuestión apoyaba a los manifestantes de las marchas contra el gobierno… de eso creo que poco, o nada, se ha dicho, interesante ventana, confieso que tampoco la abrí del todo, saludos!

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