Qué verde era mi valle


Al quitarnos parques, nos quitaron ciudadanía y cultura de paz.


“Más de diez leguas está poblado de olivares, huertas, sementeras y alfarares; hay grandes cañaverales […] Todo el valle es fértil, hermoso” escribía conmovido el padre Calancha a inicios del siglo XVI sobre la zona donde comenzaba a levantarse la ciudad de Lima, la tierra de los ichmas. Un paisaje acogedor y saludable que hoy cuesta imaginar. En un libro estupendo de Gilda Cogorno y Pilar Ortiz de Zevallos titulado La Lima que encontró Pizarro se da cuenta de la belleza vital del escenario, y de la manera en que sus pobladores originarios convivían con ella. Este vergel se transformó para siempre debido a que “los nuevos residentes fueron modificándolo y adaptándolo a sus costumbres y visión del mundo”. Con los españoles empezó a convertirse progresivamente en la “ciudad jardín”, sí, pero un jardín mustio, una urbe gris. Cinco siglos después es la capital con menos áreas verdes de Latinoamérica. La OMS recomienda nueve metros cuadrados por habitante. Villa María del Triunfo tiene 37 centímetros.

            Lima —aplíquese a cualquier ciudad peruana— necesita más verde. Necesita que se comiencen a plantar especies endémicas y resistentes a nuestro clima en lugar seguir sembrando lo originario de otros ecosistemas. Necesita menos parterres de florecitas ridículas y cipreses con forma de osito, y más pasto que se pueda pisar, árboles que trepar, sitios frescos donde pasear, hacer deporte, charlar, dormir la siesta, jugar a la pelota, besarse. Porque más allá de la salud física, espiritual y ornamental que nos dan, las zonas verdes de las ciudades cumplen una función que hoy se reclama con urgencia. Son remansos, puntos de encuentro entre los ciudadanos. A Lima le faltan parques. Áreas comunes; es decir, de todos (los parques zonales, por si no lo sabe, tienen precio de entrada). A Lima le falta convivencia.

            Ayer han continuado los reclamos frente a la municipalidad de Miraflores. En resumen, lo que sucede es que el alcalde Molina, dilecto émulo de Luis Castañeda, ha comenzado la construcción del ‘Parque Bicentenario’ en la quebrada de Armendáriz. Ni soy un especialista, ni voy a ahondar demasiado: la información es bastante pública. Solo diré que el proyecto —que le cuesta 22 millones de soles al Estado durante la peor crisis de todas— no cuenta con el respaldo técnico ni vecinal necesario para llevarse a cabo. Al área natural le zamparán mil metros cuadrados de cemento y un jardín botánico que, claro, será “para ver”. Tendrá un salón de usos múltiples (cuando ahí mismo, arribita, está ya la Casa del Adulto Mayor, que es exactamente eso), y más bien no se aprovechará para construir un acceso a la playa. Miraflores es uno de los lugares más bonitos de la ciudad, y parte de su encanto radica en su belleza natural: parques y malecones abiertos a todos los limeños (aunque les pese a tanta vieja torreja), de cara al mar. El plan de Molina es una huachafería costosa e innecesaria que recuerda lo sucedido con grandes zonas de Surco, de Lince: autoridades de mal gusto, locas por el concreto y desconectadas de lo que de verdad necesitan los vecinos.   

            Nos hemos pasado ya nueve meses encerrados y con miedo al contagio que, tristemente, viene del contacto cercano con los demás. Vamos a salir de esto aturdidos y urgidos de restablecer los vínculos que nos hacen humanos. Porque necesitamos paz, y descanso y distracción. Y hablar más. Y conocernos mejor. Los parques —los espacios públicos en general— son indispensables para ello. Nuestra ciudad, nuestro país, necesita sanar, encontrarse, reconocerse en el otro.

            En 1539 Pizarro decidió regalarle un pedazo de aquel pensil que tomó a la fuerza a los dominicos, que lo convirtieron en la hacienda El Rosario. En 1777 fue adquirida por el conde de San Isidro. En 1853 fue subastada a José Gregorio Paz Soldán y Ureta. En 1920 comenzó la urbanización en serio, y tres años después un grupo de británicos compraron 45 hectáreas y crearon “uno de los más exclusivos y tradicionales clubes de golf del Perú” (según Wikipedia). Más de una vez he soñado con la expropiación del Golf de San Isidro para convertirlo en el gran parque de todos los limeños. A veces lo sueño despierto.

4 comentarios

  1. Federico Alponte-Wilson

    Vamos por el “central park” de Lima … ¿donde firmo?

  2. Karim rocio Vargas Aguilar

    Que lindo despertar!
    Gracias por el artículo de hoy. A compartitlo.

  3. Samuel Adrianzen Merino

    La principal afición de nuestros alcaldes es destruir parques y sembrar cemento. Pongo de ejemplo el distrito de Pueblo Libre (donde resido), en el mes de setiembre de 2019, el Alcalde anunció con bombos y platillos la remodelación de los parques del distrito. Fijo cartelones, donde comprometía tener lista la «remodelación» en tres meses. Siendo benevolentes, diríamos que los reinaugurara en diciembre. No sucedió. Pensamos que en verano estarían listos. Mala suerte, llegó la pandemia y los parques pasaron al olvido. Llegamos a diciembre y los parques (los más grandes están siendo convertidos en caminos de cemento y los jardines en un terral). Han pasado 16 meses y nuestro alcalde no dice nada. No les contesta a los vecinos y quienes solíamos caminar por ellos antes de la remodelación ya no lo podemos hacer y estamos condenados a permanecer encerrados o salir a caminar por las veredas, donde la mayoría tienen huecos y están en mal estado. Bueno, este no es un libro de quejas y contentamientos (parafraseando al poeta Marco Martos)…. Hay que ser optimistas y pensemos que en los próximos meses estarán listos y saldremos a caminar, en «la intimidad de los parques» o refugiarnos en nuestras casas (Disculpen lo largo del comentario)…. Por si a alguien le interesa, tengo fotos de los desatinos de este alcalde «antiparques», al igual que el 90 por ciento de nuestras autoridades. Y que ahora, se lleva el palmarés, el mal llamado Alcalde de MIraflores, con su caprichosa destrucción de la preciosa Bajada de Armendariz …….

  4. Felipe Chang

    Casi seguro que si expropian El Golf, terminará siendo concreto.

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