Por qué escriben los escritores


Compendio y pensamientos tras la publicación de un querido amigo


Así como todo futbolista que enfrenta cámaras se ve obligado a improvisar respuestas sobre sus expectativas ante un partido, todo escritor con cierta visibilidad, tarde o temprano, se enfrenta a esta vieja y pérfida pregunta, como la ha descrito Vila Matas: “¿Por qué escribe usted?”.

Es curioso que, tratándose de un oficio más visible, a ningún futbolista le pregunten por qué juega fútbol. Quizá se deba a la creencia de que, a través de las palabras, los escritores tienen acceso a un arsenal de conocimiento que le es vedado a otros mortales, esa presunción de que saber ensamblar ideas ordenando sílabas puede iluminar verdades que la ciencia algún día podrá demostrar. Esto es medianamente cierto, por supuesto. Es verdad que existen frases encantadoramente sabias legadas por grandes poetas y prosistas, pero la enorme mayoría de escritores no somos más que artesanos que sufren y gozan mientras tratan de compartir con palabras lo que les bulle adentro.

Este estado de permanente duda y vacilación ante la escritura fue muy bien expresado por Françoise Sagan, quien dijo: “Yo escribo para saber lo que escribiría si escribiera”.

A esta duda, Jorge Semprún le añade un quizá deliverado efecto de honestidad: «Si supiese por qué escribo, tal vez no escribiría”.

El famoso deseo de vivir otras vidas fue resumido por Tabucchi con su sospecha de por qué escriben él y sus colegas: «Porque estamos aquí, pero querríamos estar allí».

Por otro lado, el desarrollo de esa noción de que toda escritura es fruto de la lectura, y de que los escritores escriben los libros que les gustaría haber leído, fue resumido por Rulfo mejor que nadie cuando dijo que escribió Pedro Páramo porque era el libro que faltaba en su biblioteca.

Personalmente, prefiero las respuestas que se parecerían más a las que un futbolista, un deportista, un atleta podrían ensayar antes de ir a los vestuarios, porque la tentación de ser considerado original conlleva el riesgo de la artificialidad. 

Me gusta que Umberto Eco haya respondido alguna vez: “Porque me gusta”.
Que Carlos Fuentes haya retrucado con otra pregunta: “¿Por qué respiro?”
Que Andrea Camilleri haya respondido que escribe porque es mejor que descargar cajas en el mercado central. Que Javier Marías haya sido claro al responder que escribía para no tener jefe, ni verse obligado a madrugar. También me gusta la sinceridad de Leila Slimani: “Escribo para vengarme de toda la gente que no me gusta”. Pero quizá la respuesta que más me gusta es aquella que dijo García Márquez: “Escribo para que mis amigos me quieran más”, una idea que Bryce Echenique ha llevado a una dimensión cínica con ese humor suyo tan crítico con el racismo y el clasismo de nuestra sociedad: “Escribo para ser un rubio de ojos azules”.

Pero ha llegado el momento de que yo también sea honesto. Si he escrito todos estos párrafos  para desembocar en la respuesta del Nobel colombiano es por lo que sentí hace un par de noches, cuando mi amigo Guillermo Niño de Guzmán presentó en una cálida librería de Miraflores su libro más reciente, Hasta perder el aliento, luego de quince años de silencio editorial. En su libro, que recoge reflexiones sobre miles de lecturas, discos y películas que ha devorado a lo largo de su vida, el autor no deja de verter, quizá sin darse cuenta, la dulce y temible tortura que para él implica escribir. Una mente dada a lo racional podría intuir que hay que tener un cable suelto en el cerebro para dedicarle horas a un suplicio para el que no habrá retribución material que esté a la altura del sacrificio. Sin embargo, en la presentacion del libro de Guillermo encontré, quizá, la mejor respuesta a esta sinrazón: se hallaba en esa sala repleta de gente anhelante por escuchar al autor, en las carcajadas que se propagaban cuando las digresiones de la conversación alcanzaban rincones insospechados, y luego, cuando los amigos y lectores de Guillermo lo abrazaban entre brindis.

En medio de aquella batahola, en ese aquelarre alrededor de la negra portada exhibida en la mesa de honor, pensé que esa fantasía de espiar tu propia muerte para ver a quién le importaste ya no tiene sentido cuando en vida te has entregado a compartir honestamente tus emociones y los lectores han acudido a tu llamado. 

Por eso escribo yo, quizá: para vivir por adelantado mi velorio.

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La mayoría de las respuestas de escritores aquí recolectadas provienen de un reportaje de Jesús Ruiz Mantilla para El País Semanal de 2011. Mi gratitud para él a través del tiempo y la distancia.


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4 comentarios

  1. Eduardo Tejada

    Hace poco, en una sesión de saping en Youtube, me encontré escuchar que en el mundo del fútbol existen «jugadores de fútbol» y «futbolistas».
    Jugadores de fútbol: CR7 , y así como él, todo aquel que se prepara para desempeñarse en el campo de juego
    Futbolista: Messi, y así como él, todo aquel que ya nace con iniciativa, inventiva, tiene el talento natural para el fútbol

    Algo así creo sucede en el mundo de los libros artisticos (así como en todas las profesiones): existen «Licenciados escritores» y «Escritores» comparando con el mundo del fútbol

    En el mundo científico ocurre lo mismo: existen: «ingenieros científicos» y «científicos»
    Ingenieros científicos: Ingenieros físicos, Ingenieros químicos
    Científicos: Fisicos, Químicos
    Sobre este mundo cabe agregar:

    Existen además los «científicos teóricos» ,un término degradante, insultante que lamentablemente ensucian el mundo científico. Son aquellos que:
    *No aplican el método científico como rutina de trabajo o lo desarrollan mal, las investigaciones no se basan es especulaciones, suposiciones, sino en preguntas con respuestas en base a datos de la experimentación.
    *Son los que elaboran conclusiones a partir de las hipótesis y no de las pruebas o medios probatorios de una investigación o experimentacion
    *Son aquellos que pueden presentar formalmente un informe o un documento del tema investigado sin adjuntar resultados de investigación que lo respalde
    *Son quienes posiblemente vendieron sus conciencias para favorecerse y favorecer a un grupo empresarial o político basándose solo de argumentos Teóricos

    Mis respetos a todos los «Licenciados escritores» y «Escritores» x igual, ambos tienen igual mérito porq son útiles a nuestra sociedad x igual

    • Eduardo Tejada

      *…no se basan es especulaciones,…
      Debe decir: … No se deben basar en especulaciones,…

    • Gustavo Rodríguez

      Gracias por el complemento, Eduardo.
      Se ve que en todo oficio se tratan de hacer distinciones.

  2. Eduardo Tejada

    *…no se basan es especulaciones,…
    Debe decir: … No se deben basar en especulaciones,…

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