¿Hay sistemas electorales mejores o peores?


Ayer venció el plazo para la inscripción de las planchas presidenciales a las elecciones internas de los partidos que se disputarán el gobierno en abril del 2021, mientras que pasado mañana se darán los comicios en los Estados Unidos. A propósito ¿por qué son tan distintas las elecciones en ambos países?


Las elecciones son la base de la democracia: sin la posibilidad de escoger no tiene sentido hablar de ella. Pero existe —siempre ha existido— una gran variedad de sistemas electorales. Más que mejores o peores, son distintos. Tomando esto en cuenta consideremos algunos de los contrastes entre los sistemas peruano y estadounidense.

            Una primera diferencia son los colegios electorales. En los Estados Unidos los votos de los ciudadanos no designan al Presidente. Cada estado tiene un número fijo de miembros de los colegios electorales, y son estos quienes escogen al candidato ganador solo en su jurisdicción. Sin embargo, los estados de mayor población tienden a lograr menor representación porque, aunque cuenten con más electores colegiados, esto no suele ser proporcional: California, con 40 millones de habitantes, tiene 55 electores, mientras que Dakota del Sur, con una población de 900 mil personas, cuenta con tres. Solo dos estados, Nebraska y Maine, dividen sus votos. 

            Esto es así desde la inclusión de la décimo segunda enmienda en la Constitución estadounidense en 1803. Ha habido nuevos intentos de cambio en 1969 y 2005, pero el sistema sigue siendo indirecto, y es por ello que es posible ganar las contiendas sin obtener la mayoría de los votos. En el Perú las elecciones se organizaron de esta manera durante casi todo el siglo XIX, ya que desde la Independencia la mayoría de peruanos tuvieron derecho a votar, incluso sin saber leer y escribir; pero, al igual que en Estados Unidos hoy, sus votos no elegían a sus representantes sino a los miembros de los colegios electorales. Esto se dejó de lado con la reforma electoral de 1896, cuando el voto pasó a ser directo (pero, en cambio, solo podían sufragar los hombres que sabían leer y escribir).

            Otra diferencia notoria es que votar no es obligatorio en los Estados Unidos. Existen muchos debates alrededor de si debería ser una opción personal o si habría que forzarla. En el Perú hay que pagar una multa por no votar, lo que conmina a muchos que quizá preferirían no hacerlo. Además, es necesario si se quiere tener los papeles “en regla”. Esto, claro, no termina de disuadir a quienes no les importa pagar esas consecuencias. En Estados Unidos, en cambio, la lucha es por conseguir que la gente acuda, ya que en todos los casos los comicios se ganan o se pierden por la cantidad de personas de cada partido que sale a votar. Los republicanos buscan evitar que quienes no suelen votar por ellos logren ir, mientras que los demócratas hacen lo que pueden por conseguir que sus simpatizantes no se queden en casa. 

            Es también evidente que en los Estados Unidos existen muchas maneras de votar (a diferencia del Perú, donde solo puede hacerse un domingo determinado y en los locales designados). En los Estados Unidos, donde las elecciones son siempre el segundo martes de noviembre, se puede votar por correo y por adelantado, aunque hay variaciones en cada estado. Es este momento ya han votado más personas anticipadamente en Texas y Hawái que las que lo hicieron el 2016. Es más, hasta ahora ha sufragado casi el 65% de quienes participaron en las elecciones presidenciales pasadas. En ciertos estados la proporción de los votos enviados por correo es mucho más grande, y ya veremos la próxima semana a quién favorece ello. Esos votos generan tensión porque algunos estados tardan más en contarlos, y sus resultados pueden cambiar el gran final de manera dramática. A diferencia del Perú, donde las balotas se destruyen y lo único que queda es el acta electoral, en los Estados Unidos se puede pedir que los votos se vuelvan a contar. Los resultados oficiales pueden tardar hasta el 8 de diciembre.

            Otra divergencia importante es que las elecciones en los Estados Unidos no son solo para Presidente y Vicepresidente. Cada dos años se escoge a un tercio de los senadores y a todos los representantes al Congreso. Pero esos no son los únicos cargos que se disputan: este año, además de gobernadores y miembros de la cámara de representantes para los congresos estatales, se incluye la elección de 11 gobernadores, nueve tenientes gobernadores, nueve procuradores, siete secretarios de Estado y, por lo menos, 120 otros cargos que incluyen superintendentes de escuelas y comisionados en distintos cargos. 

            Las elecciones peruanas, repito, no son mejores ni peores que las estadounidenses. Son distintas a estas y a las de la mayoría de países. Los sistemas, además, son cambiantes. Como ciudadanos debemos tratar de participar de manera informada.

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