De Cabanaconde a Maryland


Una historia para no subestimar el poder de los y las migrantes


Erika Quinteros Lucas es ingeniera y magíster en Gobernanza y Comunicación Política. Ha trabajado como consultora para el Banco Mundial en Perú y los Estados Unidos. Ha escrito e investigado una variedad de temas de forma independiente y también para ONG en los Estados Unidos. Es autora e ilustradora de cuentos infantiles que llaman la atención sobre el rol de las mujeres en la época preindependentista y sobre problemas medioambientales, como la contaminación acústica.


El 18 de octubre fue el Día de los Peruanos –y Peruanas– que Residen en el Exterior (PEX). Aunque muchas personas reconocen el aporte de estos compatriotas, no faltan quienes lo minimizan hasta decir que sus voces no importan porque sus decisiones de migrar serían antojadizas, lo cual evidencia un gran desconocimiento de las causas estructurales de las migraciones. Como este tipo de pensamiento no es único y muchas veces proviene hasta de nuestros propios representantes, es necesario visibilizar historias como las de Juana Mollo y su natal Cabanaconde.

Juana llegó a los Estados Unidos en 2005 con la única esperanza de darle a sus hijos en Perú la oportunidad de vida que ella nunca tuvo. Su historia es la de millones de familias en el mundo. Hoy Juana vive en Maryland y es parte de una próspera comunidad que ha sido el soporte emocional y económico para muchas familias de su terruño.

Cabanaconde, del quechua Qhawana Kunti, es uno de los veinte distritos de la provincia de Caylloma en Arequipa. Allí se encuentran la Cruz del Cóndor –desde donde se contempla el majestuoso vuelo de estas aves en peligro de extinción–, andenes ancestrales, verdes montañas, danzas coloridas y productos agrícolas diferenciados, como el maíz cabanita, pero muy pocos saben que Cabanaconde también es el nombre de una colectividad a la que Juana pertenece en Maryland. Según el censo peruano de 2017, en Cabanaconde viven alrededor de 2.000 personas. En Maryland no existe un censo que se haya ocupado de la Cabanaconde norteamericana, pero se calcula que tiene más de 1.000 habitantes, y aunque no todos los residentes son parte de la comunidad, la mayoría está activamente involucrada.

Las primeras cabaneñas llegaron a Maryland en los años 60 y luego traerían a sus familias y amistades. Ellas se convirtieron en las piedras angulares del encuentro de dos mundos. Con los años tuvieron la necesidad de organizarse de forma más institucional, lo que llevó a la comunidad a fundar hace 38 años la asociación Cabanaconde City Colca USA con fines culturales y deportivos. 

“A través de la institución y con el apoyo de la comunidad hemos logrado comprar un terreno, que ha sido nuestro sueño por años”, me cuenta con alegría Ángel Cano, presidente de la asociación. El objetivo del terreno es tener un lugar de encuentro y que las nuevas generaciones sigan vinculadas a Cabanaconde. Pero la asociación no solo trabaja para quienes residen en Maryland: en 2019 hizo posible que las escuelas de Cabanaconde en Perú se conectaran a través de internet y hoy aportan con los gastos mensuales de esta conectividad.

La mayoría de cabaneños y cabaneñas en Maryland trabajan en mantenimiento y limpieza, remodelación, construcción, pintado de paredes y mecánica. Los fines de semana se reúnen para hacer deporte y compartir sus tradiciones. El 12 de setiembre de este año hicieron brillar al Perú con la danza del wititi en un pasacalle que congregó a todos los países de habla hispana en Washington D.C. “Para mí, la cultura de los pueblos significa mucho y es importante difundirla”, me dice Gabriel Vera, secretario de cultura de la asociación.

Cabanaconde es un buen ejemplo de que a la distancia nuestras raíces pueden ser un refugio. “Allá en Perú no hemos valorado tanto, estando aquí he valorado más nuestra cultura, costumbres, nuestro wititi y sara tarpuy,” me cuenta Juana, quien también ha sido parte de la directiva. “Me gustaría regresar a mi tierra, donde nací, pero hasta que Dios me dé vida y fuerzas trabajaré para apoyar a mi familia y comunidad,” me confiesa.Fuera del territorio nacional viven más de tres millones de peruanos y peruanas. Las razones por las que migraron son diversas y bien haría el estado peruano en reconocerles no solo de palabra, sino con acciones, por el aporte invaluable que entregan al Perú y al mundo. Así como la de Cabanaconde, existen otras historias que nos inspiran, pero que también nos recuerdan el dolor de las partidas. Historias que no tratan del olvido de las raíces, sino de todo lo contrario: la reafirmación de la identidad y de la comunidad como una forma de resistir y persistir.

2 comentarios

  1. Alberto Clary

    Gracias Erija por visibilizar a una comunidad que da mucho que hablar por sus logros y perseverancia, manteniendo asi con orgullo su cultura, que tambien la sentimos nuestra.

  2. Luis Cáceres Alza.

    Con solo el título ha ya había una amplia sonrisa en mi rostro. Lo compartí para ampliar a otras muchas sonrisas. Las raíces son en efecto ntra base fundacional y refugio.

    Gracias !!!

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