Un maldito lunes cualquiera


El estruendo de la violencia versus el silencio de nuestros líderes


Era un lunes cualquiera en un país latinoamericano. Y digo un lunes cualquiera, porque las crisis políticas en la región americana hace rato que dejaron de ser estadios temporales y aleatorios para convertirse precisamente en parte del statu quo, pan de todos los días. 

Este lunes cualquiera, sin embargo, termina con un primer ministro que hace declaraciones públicas en las que describe y justifica de manera macabra lo ocurrido pocas horas antes en este país. Hechos sobre los cuales, por diseño institucional, la población nacional está mayoritariamente mal informada.

Su recuento va más o menos como sigue:

  1. Puno ha sufrido “un ataque organizado, sistemático de vandalismo y de organizaciones violentas hacia el estado de derecho y las instituciones”.
  2. “Mas de nueve mil personas se acercaron al aeropuerto (con la intención de tomarlo)” y, de estas, “dos mil personas iniciaron un ataque sin cuartel contra la policía”.
  3. “Se han producido muertes de ciudadanos y de compatriotas. Muertes que, por supuesto, lamentamos”.
  4. Estas muertes “expresan una responsabilidad directa de quienes quieren dar un golpe de Estado en el país”.
  5. “Han tratado de subvertir el orden constitucional”.
  6. Son “personas violentas que han estado buscando este desenlace fatal que lamentamos todos los peruanos”.
  7. “Por supuesto, lamentamos las muertes… nos conmueven”.

El primer ministro, además, compartió algunas palabras y frases clave que suelen incitar al pánico moral: dinero oscuro, narcotráfico, toma de aeropuertos, bienes públicos, golpistas, no pasarán, “proteger Lima”, etc. También declaró que la policía nacional había mantenido “la prudencia” y el respeto de los derechos humanos de los ciudadanos mientras recalcaba que el número de policías heridos, según su registro, ascendía a 75. Lo cual es lamentable, ciertamente.

Hubo, sin embargo, cosas que el premier no dijo:

  1. No comentó sobre las detenciones masivas y arbitrarias ocurridas sobre diversos grupos de personas durante los últimos cinco días. Detenciones que incluyeron a transeúntes que no participaban de las manifestaciones, personas que pasaban por el lugar, o ciudadanos que buscaban auxiliar heridos. Así como tampoco hizo algún comentario sobre las amenazas y violencia cometidos contra el personal de prensa reportando desde el lugar.
  2. A pesar de tener el número de policías heridos, no indicó que el número de civiles heridos sobrepasaba los 60 y que el número de muertos civiles, solo el día lunes, ascendió a 17, incluyendo a una menor de edad y un joven médico que estaba auxiliando heridos. 
  3. Tampoco informó que, hasta ahora, todos los civiles fallecidos registrados perdieron la vida a causa de impactos de balas o perdigones policiales.
  4. Obviamente, y como viene siendo costumbre, tampoco mencionó a quienes serían los responsables políticos de estas muertes, o qué va a ocurrir después con los deudos.

En este mismo contexto, mientras el Ejecutivo no tiene idea de cuál es el clamor ciudadano —a pesar de reconocer las profundas deudas históricas que tiene nuestra nación con los pueblos del sur—, la prensa nacional tradicional se concentra más en mostrar las pérdidas materiales y no las humanas, el Congreso no se solidariza con las víctimas ni exige la responsabilidad debida, así como tampoco lo hacen quienes encabezan las diversas agrupaciones políticas que eventualmente buscarán hacerse del sillón presidencial. Este es el momento de mostrar los liderazgos y posiciones certeras, además de pensar el país más allá de los personalismos. Me imagino, sin embargo, que en la medida en que siempre debe evaluarse si vale la pena “quemarse políticamente o no”, es mejor guardar silencio cuando las papas queman: dejar que las cosas se resuelvan solas. 
Mientras tanto, entre la continua acción violenta y la insuficiente reacción política, nos faltan 45 conciudadanos. 


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1 comentario

  1. Lucho Amaya

    Nos faltan 45 ciudadanos.
    ¿Cuál el valor real de sus muertes, y las de Inti y Brian, antes?
    ¿Cuán útiles fueron, son?
    Saludos

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