¿Quién sufrirá más con la inflación?


Una mirada desde los patrones de consumo


La inflación en el mundo está muy cerca del 10 % anual. Es decir, entre marzo de 2021 y marzo de 2022 los precios de los bienes y servicios que el planeta produce y consume han subido, en promedio, casi 10 %. Las estadísticas muestran que se trata de un fenómeno global con muy pocas excepciones, pero también es cierto que algunos segmentos de población vienen acusando un golpe mayor. 

En la perspectiva mundial, solo el Este y el Sudeste Asiático parecen no tener inflación este 2022, aunque sí la tuvieron en 2021. Preocupa mucho lo que está pasando en el África Subsahariana, donde la inflación anual supera ya el 20 %. La inflación de América Latina está alrededor del promedio mundial y, dentro de ella, la del Perú es muy cercana al promedio de la región. Relativamente no estamos tan mal, pero bastaría con descuidarnos un poco para que la tasa de inflación pueda llegar a los dos dígitos, con lo que reviviríamos antiguos temores que pensábamos haber superado. Este estudio global comprueba, lamentablemente, lo que ya hemos experimentado muchas veces localmente: que la inflación suele afectar más a los pobres.

Este fenómeno se explica porque los bienes y servicios que los pobres consumen son aquellos cuyos precios vienen subiendo más. El reporte más reciente del INEI indica que entre junio de 2021 y mayo de 2022, los precios de los alimentos en el Perú subieron 14 %; los de la vivienda, 12 %; y los del transporte, 11%. Estos rubros representan 4/5 de la canasta de consumo de los hogares pobres del país.

Para dimensionar esto apropiadamente, compartiré a continuación unos resultados computados a partir de la Encuesta Nacional de Hogares (ENAHO) más reciente.  Estas estadísticas sirven para responder a la pregunta: ¿en qué rubros gastamos nuestros presupuestos familiares los peruanos? Las estadísticas incluso permiten responder a esa pregunta según el nivel de ingresos de los hogares, de los más pobres a los más ricos.

En el siguiente gráfico encontrará diez columnas. La primera de la izquierda corresponde al 10 % de los hogares más pobres del país, la que le sigue corresponde al siguiente 10 %, y así sucesivamente, hasta llegar al 10 % más rico en la última columna. En cada una encontrará bloques de diversos colores y cada uno corresponde a un rubro de gastos (alimentos, transporte, alquileres, muebles, vestimenta, salud, etc.). El tamaño de cada bloque corresponde al porcentaje que representa cada rubro de gasto en los presupuestos de los hogares.

Enfoquémonos en la primera columna: D1 (pobre). Los hogares del 10 % más pobre del país destinan el 55 % de su presupuesto a la compra de alimentos y el 21 % al alquiler de vivienda y combustible. Solo con esos dos rubros tienen comprometidos el ¾ de su presupuesto. Sumemos a ello el 4 % que se destina a transporte y alcanzamos los 4/5 del presupuesto. Prestemos atención ahora a los hogares del decil más rico del país, en el otro extremo de la figura. Ellos gastan 30 % de su presupuesto en alimentación, 25 % en vivienda y 12 % en trasporte. En estos tres rubros se comprometen 2/3 de sus presupuestos. La inflación también les golpea, pero menos que a los pobres.

Ahora, una observación adicional. Nótese que los patrones de consumo de los hogares en la columna D1 (más pobre) y D2 son casi iguales. Todos ellos son hogares que están debajo de la línea de pobreza, pero hay una diferencia importante. Los hogares más pobres entre los pobres (D1) son mayoritariamente rurales. De hecho, el 74 % de ellos los son. En un porcentaje importante de estos hogares la economía de mercado no es tan prevalente y, por lo tanto, el alza de precios no les afecta de manera muy directa. Estos son hogares que basan su subsistencia en el autoconsumo –consumir lo que producen– o en el trueque con otros hogares. El estar menos conectados a los mercados, por esta vez e irónicamente, les resultará una ventaja. Quienes realmente estarán en problemas serán los hogares en el D2 (y por extensión, algunos en el D3 y el D4 también). Estos tienden a ser hogares que viven en las periferias de las ciudades, a quienes el alza de los precios afectarán de manera más clara y directa.

Esto va en línea con una tendencia que se viene dando en el mundo: el número de pobres que viven en zonas urbanas –o periurbanas– viene sobrepasando al número de pobres en zonas rurales. En el Perú, esto ha comenzado a suceder desde el 2018. Las estrategias de lucha contra la pobreza necesitan ir ajustándose a esta nueva realidad. Tanto las herramientas de focalización –es decir, la manera en que la política pública llega a ellos, los identifican y los califican como beneficiarios– así como los instrumentos de apoyo a los hogares pobres –es decir, si se les brinda vales para consumo, dinero en efectivo, apoyo a sus comedores populares, etc.– deben tomar esto en cuenta.

Este es otro de los retos que debe adquirir renovada importancia en la nueva normalidad. 

1 comentario

  1. Edwin Cueva

    Acucioso análisis estimado Hugo, la inflación golpea a todos, sin embargo, quienes sufren en mayor cuantía sus efectos son como bien lo indicas las personas de menos recursos (los más pobres). El desafío está en identificar a ese segmento de la población (hogares más pobres); levantando información socieconómica y generar data actualizada, para que sean esos hogares los que reciban la ayuda, no como ya pasó en plena pandemia, con bonos, vales de consumo a personas que no necesariamente cumplian tal condición. Tienen un gran reto por delante los hacedores de politica.

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