Mirar atrás y adelante


Sobre el urgente debate que debemos tener este año


Es usual aprovechar los primeros días de un nuevo año para pasar revista a lo sucedido el anterior y, de paso, pensar en las posibilidades que puede traer el futuro cercano. El 2022 nos encuentra exhaustos, después de casi dos años de pandemia tenemos la esperanza de que poco a poco las cosas puedan volver a un cierto nivel de normalidad. Algunas de las novedades que nos ha traído la pandemia se quedarán, como la virtualidad y el trabajo híbrido; imagino que usaremos mascarillas por un buen tiempo, que nos limpiaremos las manos compulsivamente y que estaremos atentos a las campañas de vacunación, a los posibles síntomas y a las pruebas antígenas y moleculares. 

Pero presiento que a estas alturas ya casi todos estamos entre hartos y acostumbrados a esta “nueva normalidad” y, por más que añoramos la “vieja”, sabemos que la vida en el 2022 seguirá siendo difícil e impredecible. Algo similar nos ocurrirá con la coyuntura política en el Perú. Hace un año, en mi primera columna del 2021, escribí: “el año del Bicentenario tenemos un encargo muy importante en abril para las elecciones, nos toca a todos asegurarnos de tener los mejores representantes posibles.” Bueno, ya sabemos en qué quedó todo eso con una de las elecciones más polarizadas de los últimos tiempos, y eso que ya teníamos cierta experiencia en ello.

En ese mismo artículo proponía hacerle preguntas incómodas a los candidatos, asegurarnos de que tuvieran planes que nos parecieran razonables para gobernar y que deberíamos hacer lo posible por evitar que quienes no tienen en cuenta como norte los intereses del país, sino los suyos propios, fueran elegidos. En fin, también sabemos cómo terminó todo eso. El escenario resultó peor de lo que podíamos imaginar hace un año, cuando todavía teníamos en mente el estallido social de noviembre del 2020 y la necesidad de comenzar con el proceso de vacunación.

Desde las agitadas elecciones de 2021 y la toma de mando vivimos en una inestabilidad constante. Algunos todavía no aceptan la legitimidad del presidente y otros se pasaron todo lo que quedaba del año vaticinando que no llegaría a Navidad. Y aquí estamos. Empezando otro año con un gobierno que no ha mostrado muchos reflejos políticos, y con un nivel de desgaste mucho más profundo de lo que podría esperarse después de tan poco tiempo en funciones. Ya se ha presentado una moción de vacancia y todos los días aparecen posibles cargos en contra del mandatario, aunque en el fondo el motivo de la acusación sea intrascendente: el único motivo por el cual no ha sido vacado aún es porque no se cuentan con los votos para hacerlo.

Como dijo Alberto Vergara en una columna de hace unos días, de momento no existen liderazgos políticos en ninguna de las tiendas políticas y asistimos a esfuerzos individuales por mantener el poco poder que se tiene. Los parlamentarios no tienen claro el beneficio que obtendrían al votar por la vacancia y hasta que no lo identifiquen con nitidez, no lo harán. Desde que volví al Perú hace unas semanas no he hecho más que escuchar que no le queda mucho tiempo al presidente, pero nadie tiene la certeza de cómo sería el escenario en caso de que fuera despojado del poder. Mi respuesta ante todos esos vaticinios es que en caso de ser vacado, la situación sería peor aun: se confirmaría que nos encontramos en una espiral descendente.

Entonces, ¿qué hacer ante este escenario? Quienes me leen desde hace más de un año saben que lo mío no es ni el pesimismo, ni la desesperanza. Estudiar la historia peruana me ha enseñado que nuestro país ha pasado por muchas crisis y que al final se encuentra algún tipo de solución   así no sea la que más le guste a todos. El 2022 es también un año electoral, tendremos campañas de aspirantes a gobernadores regionales y a alcaldes en todo el Perú. Tenemos, por lo tanto, una nueva oportunidad para buscar nuevos liderazgos políticos que realmente se ocupen de las necesidades de sus localidades. Este año hemos tenido muchas noticias de cómo las alcaldías y los gobiernos regionales han sido tomados por mafias que solo tienen su propio interés en mente: hagamos campaña para que este no sea el patrón de nuestras autoridades y que, más bien, sean elegidas personas que piensan en el bien de sus comunidades.

El 2022 también se cumple el bicentenario del primer congreso peruano, que se instaló en septiembre luego de que José de San Martín volviera de Guayaquil y decidiera ponerle fin a su Protectorado. Aquel fue el inicio de los gobiernos representativos en el Perú. Nuestro primer Ejecutivo fue un triunvirato elegido por estos parlamentarios y el primer encargo de este Congreso fue imaginar una constitución para el Perú. Quizás ahora que miramos adelante, y también hacia atrás, podamos usar la excusa de esta efeméride para comenzar el urgente debate sobre qué tipo de representación queremos tener en nuestro país.

2 comentarios

  1. Victor Macedo Barrera

    Como siempre muy claro y puntual, ojala se entienda lo vital que es el debate de que tipo de representación queremos hace 200 años se discutía lo mismo.

  2. Victor Macedo Barrera

    Dispenseme, pero le agradecería mucho, si pudiera informarme la fecha de retorno al Perú de B. Monteagudo, luego que fuese expulsado del Perú y retornace a trabajar con Bolívar.

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