Melolagnia* del 2022


El ranking poco ortodoxo de un melómano sin remedio


Jorge E. Arrunátegui. Nacido en el verano del ’69 en el Callao. Economista, máster en Administración Pública y Relaciones Internacionales por la Universidad de Syracuse y en temas de Salud y Demografía por la London School of Economics and Political Science. Profesor de políticas públicas de la PUCP y líder del programa de sostenibilidad del BCP. Exfuncionario público. Melómano coleccionista y DJ a demanda.


El último día de cada año, desde hace más de quince, comparto con mis conocidos un listado de mis canciones preferidas, una selección que ha avanzado a cocción lenta durante 52 semanas. Esta costumbre se remonta a más de cuatro décadas, cuando iba al Disco Centro del Callao con mi viejo y una lista escrita a mano para comprar discos de 45 rpm. La rutina era simple: el vendedor hacía una ruma con los discos que le había pedido, me señalaba una cabina, y en ella escuchaba cada canción por pocos segundos hasta darle la señal para que pasara a la siguiente. 

De esta forma se me quedó preferir canciones antes que álbumes enteros. Adopté la lógica de la escasez —no podía permitirme comprar uno o dos long plays, pero sí 5 o 6 singles— y me acostumbré a rankear, como ritual de priorización de mis futuras compras.

Les sugiero entrarle a esta lista con curiosidad y desvestidos de purismos. Este año hay afrofuturismo, bachata, bolero glam, chacarera, chamber/dance/dream pop, funk psicodélico, hip hop, indie folk, merengue, neoperreo, poshardcore, pospunk, reguetón, salsa dura, trap y mucho más. Mi top 10 quedó así (la lista completa de 100 está disponible aquí):

10. Fever Ray: What they call us. Inquietante sencillo del tercer disco solista de Karin Elisabeth Dreijer, exintegrante de The Knife. Electropop ansioso, gélido y muy escandinavo, más cercano a un relato noir de Wallander que al pop de Abba.

9. Trueno: Tierra Zanta. En mayo, Mateo Palacios, el bostero multicampeón de freestyle, lanzó el álbum Bien o Mal unas semanas después de cumplir los veinte. Su álbum debut Atrevido (2019) había barrido con reconocimientos, incluso en Europa. En Bien o Mal,Trueno nos conduce de la trova de Víctor Heredia al c-walk ochentero del Compton californiano. De paso, su tiny desk desde un conventillo del barrio de la Boca no tiene desperdicio.

8. The National (feat. Bon Iver): Weird goodbyes. Desde el Boxer (2007), The National ha colocado alrededor de 20 temas en mis listas anuales. La melancolía de su pop de cámara es mi soundtrack de cabecera. Weird goodbyes es un track aparecido solo como sencillo en las plataformas digitales. Una colaboración caleta que incluye a Bon Iver en los coros.

7. Weyes Blood: It’s not just me, it’s everybody. “Todos sangramos de la misma forma, no solo yo”, dice Natalie Mering aquí, uno de los sencillos de And in the darkness, hearts aglow, su quinto álbum. El anterior —Titanic rising del 2019— fue favorito de la crítica, que se deshizo en elogios. Lo esperable habría sido un disco de transición, pero no: hace un mes, Weyes Blood publicó esta bomba atómica de larga duración, que no ha tenido aún ni tiempo de iniciar su gira de soporte. 

6. Nacho Vegas: Ramón In. Este disco es el obituario dedicado a un aparente total desconocido para nosotros. En un momento, Vegas comparte una anécdota sobre un encuentro sexual especialmente memorable con él. Fuera de esa precisión, pareciera que tenemos a algún Ramón cada día sentado en la mesa de al lado: “El día en que Ramón murió, cada uno con sus asuntos, hicimos muchas cosas a la vez, pero ninguna juntos”. Joya de cantautor.

5. Stromae: Fils de joie. Luego de seis años de retiro voluntario, el maestro Stromae nos trajo Multitude, un LP caleidoscópico que en “Hijo de la alegría” (Fils de joie), nos pone en los zapatos del hijo de una prostituta que nos habla del heroísmo de su madre con la misma elegancia con la que nos hace bailar cumbia-saya hablándonos del subempleo de los migrantes indocumentados (Santé).

4. Angel Olsen: All the flowers. Después de dos brillantes álbumes —Burn your fire for no witness en 2014 y My woman en 2016—, Olsen pareció entrar en un loop de reversionarse a sí misma en sus siguientes discos. Ello coincidió con el anuncio público de su homosexualidad y el fallecimiento de sus padres. En Big Time (2022), retoma la gravedad de sus composiciones moviéndose entre el alt-country, el pop de autor y el indie folk. All the flowers no fue publicada como sencillo, sino como álbum track, y solo existe un video casero de Olsen interpretándola en su cuenta de Instagram tres años antes de lanzar Big Time.

3. Feli Colina (feat. Valentina Brishantina): Chakatrunka. De cómo ganarse la vida tocando en las calles a grabar tu segundo álbum —Feroza— en el mismísimo estudio Abbey Road en unos pocos años. El 2022 encontró a Colina lista para explotar y lo hizo. El Valle Encantado, su tercer LP, pasa del art-pop de Feroza y propone una relectura del folclore salteño, como la chacarera junto a elementos electrónicos sutiles y letras potentes (“La esperanza se prende fuego, se me caga de risa”).

2. Beach House: Superstar. La realeza del dream pop, Beach House, lanzó su noveno disco de estudio en febrero pasado: Once Twice Melody. Es un álbum doble con 18 temas y 84 minutos de duración que destapa múltiples capas de melancolía bajo atmósferas espaciales, íntimas pero estelares, por las que nos conducen los de Baltimore.

1. Big Thief: Change. Dragon New Warm. El aclamado álbum del 2022 de Big Thief, Mountain I believe in you, abre con la devastadora Change, que había formado parte de un puñado de previews disponibles a fines del 2021. Aquí, el cuarteto neoyorkino nos lleva al panta rhei de Heráclito: todo fluye, nada permanece: el viento, el agua, la piel; nada es eterno. Indie folk embebido de sadcore y el sentido de urgencia de enrostrarnos la levedad de la existencia misma.

*Melolagnia: parafilia en la que la fuente de placer proviene de una canción, de una melodía, de la música en sí.


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