La historia detrás de su historia clínica


El correcto resguardo de su información médica es un pilar de la medicina 


Cuando era chica tenía que ir muchas veces a un concurrido hospital por un tema dermatológico. Recuerdo que siempre tenía que esperar, esperar mucho, hasta que la doctora pronunciaba mi nombre. Un día en el cual ningún paciente era llamado, decidimos preguntar por el motivo de la espera, a lo que el personal de enfermería nos respondió: “Lucho no ha pasado”. La curiosidad nos embargó hasta que descubrimos que el citado personaje era el responsable de llevar las historias clínicas desde el archivo hasta cada uno de los consultorios. Aunque esperar era tedioso, ver que Lucho se asomaba por el pasillo cargando un grupo de documentos donde podría estar mi historia era algo que amenguaba el aburrimiento.

A pesar de la digitalización y la instauración de la telemedicina, muchos centros de salud todavía dependen de un Lucho, sobre quien recae la responsabilidad de entregar al personal médico las historias clínicas de cada paciente impaciente. En nuestro país, la implementación nacional de historias electrónicas es aún un proceso en desarrollo. En 2013 se promulgó la Ley 30024, por la cual se creó el Registro Nacional de Historias Clínicas Electrónicas (RENHICE), con el que se espera ofrecer una cobertura nacional hacia 2027. Entre los logros anunciados de este registro se encuentra la integración de las 14 millones de historias clínicas digitalizadas por Essalud a la plataforma única del Minsa. Esto permite, entre otras cosas, que si alguien deja de estar asegurado en Essalud pueda contar con su historia clínica en otros establecimientos del Ministerio de Salud. 

Aunque es muy pronto para medir los impactos de la pandemia en la digitalización de las historias clínicas, los cambios producidos en los últimos dos años son evidentes. Por ejemplo, muchas consultas pasaron a ser de forma remota, forzando a los centros de salud a digitalizar aquello que aún se mantenía en papel, y también se extendió el uso de registros digitales en aquellos establecimientos que aún no lo hacían. Los hechos históricos importantes fuerzan grandes cambios en el registro de la información médica de los ciudadanos. Así, en su artículo From papyrus to the electronic tablet, Richard Gillum indica que en el siglo XX hubo grandes avances en las historias clínicas ya que diversos países establecieron sistemas públicos de salud, para los cuales se necesitaba mantener reportes sobre los pacientes atendidos y un seguimiento a las enfermedades observadas de forma epidemiológica. Las dos guerras mundiales también fueron catalizadores para el establecimiento universal de las historias clínicas puesto que se mejoraron los registros, tanto de quienes se enrolaban a defender a sus naciones, como de quienes se quedaban a trabajar por ellas. 

Sin embargo, la historia de las historias clínicas es mucho más antigua que solo un siglo atrás. En concreto, los primeros reportes datan de hace más de 4.000 años en Egipto, en los cuales se mantenía información sobre las enfermedades y sus síntomas para fines didácticos. Similares reportes eran usados en la Antigua Grecia, que luego fueron traducidos y formaron parte del canon de la medicina del mundo islámico, componente fundamental de la medicina actual. Para el siglo XVIII el uso de reportes clínicos para la enseñanza ya estaba extendido por Europa, y en el siglo XIX las escuelas de Medicina de París y Berlín innovaron al incluir información cuantitativa de los pacientes. Finamente, hacia el siglo XX, las historias clínicas no eran consideradas para el cuidado de los pacientes y su uso estaba limitado a la docencia. 

Tal vez nunca pensemos en nuestras historias clínicas hasta que nos encontremos en la sala de espera de algún hospital. Sin embargo, nuestra información médica se resguarda en los establecimientos que visitamos o en algún archivo adicional.  Dependiendo del centro de salud, nuestras historias se quedan en un archivo activo por algunos años, para luego ser mudadas a un archivo pasivo por un periodo más largo, por ejemplo, hasta quince años. Que los centros de salud mantengan nuestras historias clínicas es el escenario ideal, pero no siempre es el real. Quien ha tenido la desdicha de que su historia se pierda en los pasillos de algún hospital y ha tenido que presentarse personalmente en el archivo, puede atestiguar lo que los archiveros de todo el país suelen mencionar: que los archivos médicos son víctimas de las inclemencias del clima, del paso del tiempo y del olvido de los presupuestos anuales. 

En esta última semana, sin ser pacientes de ninguna enfermedad en concreto, el país entero ha recordado la existencia de las historias clínicas por un caso controversial de una mujer desaparecida que decía haber estado embarazada. Más allá de toda la atención y confusión del caso, esta fue una ocasión para recordar que el acceso a las historias de los pacientes solo puede ser autorizada por los médicos con una indicación judicial. Y en estos casos existen procesos establecidos, como solicitar una copia oficial de la historia, numerar las hojas y, en determinadas ocasiones, la participación del personal médico para dar testimonio legal. 

Para el ginecólogo Manuel Drago, el actuar ético de los médicos es importante para no relevar los diagnósticos de sus pacientes,  no solo en casos que se convierten de interés nacional, sino también cuando los profesionales de la salud participan en congresos médicos o en publicaciones académicas para las cuales se usa la información de las historias clínicas, pero no se incluyen datos que permitan identificar a los pacientes. Además, el doctor Drago indica que el resguardo que deben tener las historias clínicas también debe ser obligatorio en las redes sociales. Por ejemplo, en las cuentas del personal médico o de las instituciones hospitalarias se debe cuidar de no compartir imágenes de ecografías y otro tipo de documento que permiten identificar a los pacientes. 

Como reflexión final, concuerdo especialmente con una opinión dada por el doctor Drago: no hay una parte más importante que otra dentro de una historia clínica. Lo que asegura una correcta ejecución de la medicina es el documento en su totalidad y su resguardo en los archivos físicos y virtuales. Si las historias clínicas no están disponibles a tiempo para el personal médico, los pacientes no pueden ser diagnosticados ni tratados. Si las historias no se resguardan de forma adecuada, se pierde con el tiempo la información médica de los pacientes. Y si las historias no son tratadas con ética, los problemas médicos se convierten en legales, y la intimidad médica de cualquiera puede convertirse en habladuría nacional.  


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