Los costos de ser un macho que se respeta
Existen noticias políticas que bien podrían caber en la categoría de entretenimiento, de no ser por lo serias que pueden ser las consecuencias del pensamiento que las provoca. Hace poco me topé con una de ellas en el diario El País bajo el título “Abstinencia para ser más hombre: la masturbación, en el punto de mira de la ultraderecha estadounidense”. Según la publicación, actualmente existe una tendencia entre quienes son afines a la ultraderecha norteamericana a cumplir con un ayuno masturbatorio por un tiempo específico, pues de esta manera la testosterona se elevaría a picos que garantizarían una gran virilidad.
A diferencia de lo que ocurre en uno de mis episodios favoritos de Seinfeld, en el que los cuatro protagonistas deciden no masturbarse por una recompensa monetaria y festiva, los grupos radicales que recomiendan esta huelga de manos caídas proclaman que con una mayor virilidad vendría también la restauración de una masculinidad supuestamente minada por las conquistas sociales. Será que para ellos el mundo era mejor cuando los hombres eran indudablemente rudos, machos y dueños de la calle; las mujeres eran sumisas y las encargadas de la casa, y no existían ninguna de esas realidades intermedias que, según ellos, han llevado al mundo a su degradación.
Obviamente, no existe ninguna evidencia científica que asegure que la masturbación disminuya la testosterona, así como no existen pruebas validadas por la ciencia que sustenten otras creencias de los mismos grupos radicales —como es el caso de las vacunas—, pero lo que sí evidencia este mandato que se ha puesto de moda entre ellos es el alto precio que los hombres debemos pagar a causa del machismo.
Mayormente, y con razón, se suele hablar de cómo las mujeres son las víctimas de este tipo de pensamiento. Son siglos de subyugación, silenciamiento, violencia y hasta de muerte los sufridos por las mujeres en sociedades patriarcales, pero al ser una lacra que es transversal a toda la sociedad, el machismo también cobra víctimas entre los varones, aunque sus consecuencias no luzcan tan sobrecogedoras. De ellas, la que más llama mi atención fue nombrada en esta misma columna hace un par de semanas: los hombres que crecimos bajo el mandato de que no debemos llorar y de que comunicar los sentimientos es cosa de mujeres y mariquitas, nos volvimos unos adultos seriamente amputados: pocas cosas son tan inhumanas como prohibirle a alguien ejercer su derecho a procesarse a través de las palabras. ¿No es esta una larga condena a la muerte a raíz de causas no físicas? ¿Puede un cuerpo permanecer sano cuando su mente se resquebraja?
Está probado que los hombres viven menos años que las mujeres y seguramente existe una clave biológica que escapa a cualquier interpretación de este artículo, pero, aparte de la que esgrimo líneas arribas, también hay condicionantes que tienen que ver con lo que se espera de un macho que se respeta en el campo de la salud: aguantador ante el dolor y visitante del médico solo cuando se tiene un puñal en el pecho.
Otras consecuencias negativas del machismo en los hombres aterrizan en el ámbito cotidiano, como llevar interiorizado que el cuidado de nuestra vestimenta, el orden de nuestro entorno y hasta la calidad de nuestras comidas son especialidades más femeninas que masculinas, lo que nos condena a priori a ser unos inútiles en nuestro día a día.
¿Y qué hay sobre esa predisposición a pensar que un hombre siempre debe estar dispuesto a tener sexo, como una navaja suiza siempre lista para ser activada? Mi generación creció viendo esa pornografía en la que el hombre no solo debe tener erecciones obelísticas e indeclinables, sino que debe hacer maullar a dos o más mujeres durante sesiones maratónicas, y lo que terminamos encontrando fue una realidad intimidante, temerosos de jamás estar a la altura y, encima, de no poder hablar de ello después porque, obviamente, de eso no se habla. Un amigo me hacia ver el otro día que crecimos condicionados a decir siempre que sí, aunque la chica que se nos insinuara no nos gustara, porque peor que tener sexo con alguien que no nos gusta es el posible rumor de ser señalados como maricas ante nuestra negativa.
Las noticias que vienen del norte sobre nuestra masturbacion son, por lo tanto, la cereza del pastel: si de verdad quieres ser hombre, abstente de practicar una de tus aficiones más placenteras; sacrifica tus orgasmos a cambio de rugir más fuerte.
Diablos. Cuando lo usual para los radicales ha sido dinamitar el placer femenino, ahora nos lo piden a los hombres. Al menos en eso estamos a mano.
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Estudiando Psicología (otra de las carreras que no terminé), en una clase de sexología un profe me preguntó ¿Para usted, alumno, que es la masturbación?… Fueron segundos, largos, los que demoré en contestar, pero luego sin pensarlo me salió: Autocomplacencia… Por allí surgió un oh, pero en general creo que mi repuesta, una sola palabra, dejó satisfechos a mis compañeros (y compañeras) y a mi profesor.
Ya después me puse a pensar por qué me lo preguntaría primero a mí…
¡Saludos!
Sobre el artículo: En ese mundo, yo no sería yo (no existitía).
Como dicen los mexicanos después de masturbarse : gracias mano !!
¡Eso!
Hummm… Hace un par de horas ingresé 2 comentarios, que no veo publicados… hummm…
Gracias, Lucho, por el buen humor.
Un abrazo.
*Es un artículo que critica razonablemente el pensamiento social de la ultraderecha yanqui
*Porqué EEUU puede perder la guerra tecnológica y comercial con China??
Sobre la guerra tecnológica, la educación escolar y superior son los pilares del desarrollo tecnológico chino
Sobre la guerra comercial, las inversiones de infraestructura comercial, de empresas de servicios chinos, son los pilares del desarrollo comercial
No me imagino una ultraderecha yanqui afrontando el desafío chino, pero si lo afrontan, perderán la guerra porque su pensamiento político es primero el beneficio de este grupo político antes que el beneficio del pais.
Si Me imagino un partido demócrata afrontando el desafío chino, Un EEUU reconociendo que está perdiendo posición comercial ante China y que debe reaccionar: No limitarse a que solo Canadá y México sean cercanos socios comerciales, sino también toda América Latina… Sino China lo hará socio comercial cercano
EEUU debe incentivar en América Latina Gobiernos de Izquierda, así serán compatibles con sus gobiernos de Partidos Demócratas, y con objetivos de potenciar a futuros clientes comerciales, desalentar en lo posible movimientos ultraderechistas en países de América Latina, y financiar estructuras comerciales con sus cercanos vecinos, un acercamiento comercial donde al parecer en un futuro cercano, los TLC no serán suficientes herramientas comerciales
El artículo tiene que ver con el tema social y educativo, y demostrado está una vez más que la ultraderecha está compuesto por grupos fascistas, con educación fascista, y que ese pensamiento lo llevan al campo politico donde promueven la división social, división que no ayuda al desarrollo como país (un factor más del porque EEUU va cediendo posición comercial ante China)