Alistándonos para la próxima ola


La importancia de hacernos las preguntas clave 


Hace un año, una noticia desató el miedo: “estamos en fase 4”. La mayoría no conocíamos qué significaba esta fase, pero conocer que ya habíamos pasado las fases 1, 2 y 3 nos anunciaba que estábamos entrando a otra etapa de la pandemia, una en la que el virus ya circulaba entre persona y persona sin necesidad de viajes de por medio. 

En los siguientes meses celebraríamos la llegada de otra fase, la que anunciaba el término de los estudios de las diversas vacunas para el coronavirus. Primero AstraZeneca, luego Pfizer-BioNTech, Sinopharm, etc. Poco a poco,  las vacunas empezaron a llegar a nuestro país a ritmo de cumbia y con recibimientos protocolares. A excepción de aquellos que decidieron saltarse la fila, el resto de peruanos ha esperado pacientemente a que estas vacunas lleguen a sus hombros. 

Los vacunatorios han sido lugar de encuentro entre la tan esperada vacuna y el sentimiento de libertad que ofrece. Por estos ya han pasado los mayores de 70, 60, 50, 40, 30 y ahora empiezan a acercarse algunos veinteañeros. Es probable que en las próximas semanas las restricciones de edad se levanten y cualquier persona mayor de 18 años pueda ir a vacunarse. 

Ver este recorrido nos lleva a preguntarnos: ¿en qué fase de la pandemia estamos ahora? 

Empecemos por las buenas noticias. Durante semanas hemos registrado los números más bajos de muertes asociadas al coronavirus. Estas son algunas de las cifras, según La República:

  • El 10 de septiembre se registraron 560 casos positivos de COVID-19.
  • En la última semana, el número de fallecidos por COVID-19 estuvo por debajo de 50, cifras que no se había visto desde abril del 2020. 
  • Según la data publicada por Rodrigo Parra Wong, a la fecha hay 1.017 camas UCI disponibles.

Al mismo tiempo, el número de vacunados ha aumentado con el arribo de nuevas dosis. En la mayoría de regiones, el rango de edad ya está por debajo de los 30 años. Sin embargo, esta no es la única cifra que detalla cómo va realmente la campaña de vacunación. En total se han administrado más de 21 millones de dosis. Pero además existen estos datos puntuales:

  • 8.900.760 personas han recibido la vacunación completa.
  • 3.605.725 han recibido una sola dosis.
  • La región que presenta el mayor avances es Tacna, con el 39% de su población vacunada. Mientras que Lima es la región con un mayor número de personas vacunadas, con aproximadamente 3.6 millones.

Respecto al porcentaje de personas que falta vacunar, es necesario conocer que:

  • El 17% de personas mayores de 80 años no ha completado la vacunación, y 21% en el caso de los mayores de 70.
  • De las personas entre 40 a 49, solo la mitad cuenta con la vacunación completa, mientras que la brecha es aún mayor en el grupo de 30 a 39. 

Ambas situaciones nos llevan a preguntarnos: ¿qué factores pondrían en riesgo la disminución de casos positivos y hospitalizaciones? ¿Y cómo podríamos promover la vacunación? 

Respecto a la primera pregunta, los expertos nos vienen repitiendo durante meses las mismas ideas. Primero, necesitamos saber ante qué enemigo nos estamos enfrentando, no podemos ir con los ojos vendados. Para esto necesitamos tener un mayor sistema de tomado de muestras y más recursos para la vigilancia genómica. 

De manera errada nos hemos acostumbrado a requerir una prueba de coronavirus solo cuando sospechamos de síntomas (algo que explica la positividad tan alta que tenemos en nuestro país) o por cuestiones externas, como un viaje o un nuevo trabajo. Peor aún, se ha vuelto cotidiano ver que las pruebas cuesten entre 50 a 200 soles. La realización de pruebas gratuitas y constantes a una gran parte de la población nos ayudaría a mitigar la aparición de nuevos brotes en lugar de intentar de resolverlos con el sistema de salud colapsado, como sucedió en las olas anteriores.

El siguiente punto es potenciar la capacidad de nuestros “detectives de virus”. En el país existen diversos grupos de investigación que se dedican a estudiar el contenido genético de las pruebas positivas de coronavirus. De esta manera, se puede conocer si se está viendo la aparición de nuevas variantes y qué mutaciones presentan estas. Un ejemplo del trabajo de estos investigadores fue la identificación de la variante lambda por el equipo de vigilancia genómica de la Universidad Cayetano Heredia. Sin embargo, en numerosas ocasiones los investigadores han comunicado la necesidad de contar con un mayor apoyo para tener acceso a un mayor número de muestras y poder conocer realmente en qué porcentajes están presentes las diversas variantes. 

Además, tenemos un problema de fondo que crea dificultades cada día: nuestra falta de infraestructura. Durante esta semana, más de 450.000 personas en San Juan de Lurigancho no han tenido acceso a agua potable. Llevamos un año repitiendo la importancia de lavarse las manos, pues esta es una manera de detener la transmisión, por lo que el corte del agua durante una pandemia es especialmente perjudicial. Sin embargo, para un porcentaje de la población esta es una situación cotidiana, ya que 9,2 % de la población no cuenta con acceso público al agua. 

También nos preocupa la infraestructura del sistema de salud. En los últimos meses se ha anunciado la apertura de nuevas plantas de oxígeno, el aumento de camas UCI, etc. Pero es también preocupante la salud de los profesionales de primera línea. Mejorar la infraestructura para una futura ola de casos también necesita incluir cómo se mejorará la salud y el presupuesto para quienes trabajarán en disminuirla. 

Probablemente, nuestro mayor interés esté en avanzar con el porcentaje de la población vacunada. Mientras nosotros estamos en el punto más bajo de la pandemia, vemos cómo otros países están intentando frenar la ola de contagios y hospitalizaciones. Uno de los casos más comentados es Estados Unidos, donde los hospitales en diversas regiones han vuelto a ocuparse con casos de coronavirus. A pesar de que la gran mayoría de los casos se dan en personas no vacunadas, esto no significa que no afecte al resto de la población, puesto que también se pueden dar brotes en personas vacunadas y se obliga a retrasar otro tipo de atención médica, entre otras consecuencias.

En las próximas semanas no podremos confiarnos únicamente en bajar la edad de vacunación. 

A partir de los datos mostrados anteriormente vemos que aún falta vacunar a personas que ya podrían haberlo hecho. Aquí, nuevamente, no podemos ir con los ojos cerrados. Es importante conocer por qué estas personas aún no han acudido a vacunarse y qué podría hacer que vayan. Una respuesta automática es el factor de la desinformación. Pero tampoco es el único y deberíamos mirar más allá, como la dificultad de los horarios, el acceso a la información, confusión con la misma, cansancio, etc. 

En la última semana hemos visto una estrategia piloto de acudir a vacunar a los mercados y espacios públicos o hacerlo puerta por puerta. Esta estrategia demuestra la necesidad de tener una respuesta activa a los problemas que nos presenta esta etapa de la pandemia. No podemos esperar un nuevo brote para correr todos a vacunarnos. Tampoco podemos esperar nuevos brotes para empezar a testear a las personas, ni invertir en mayor investigación. A diferencia de momentos anteriores, la situación nos permite prever y planear. Si la desaprovechamos, nos volverá a revolcar la ola. 

1 comentario

  1. CESAR POLO R

    Buen artículo. me parece correcto atacar por el lado de pruebas masivas y gratuitas, en adición a las vacunas. parece que los equipos móviles es la solución para los renuentes o con problemas de movilización o de recursos.

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