Votando sobre un volcán


El resultado del domingo en Argentina es un preocupante recordatorio de lo poco que importa la crisis climática a nivel electoral


El ganador de las elecciones primarias del domingo en Argentina es un negacionista climático. Javier Milei, el candidato que se autopercibe libertario, ha dicho que “el calentamiento global es otra de las mentiras del socialismo. Hace 10 o 15 años se discutía que el planeta se iba a congelar, ahora discuten que se calienta, aquellos que conozcan cómo se hacen esas simulaciones van a ver que las funciones están sobresaturadas en determinados parámetros a propósito para generar miedo”. Esto, pese al amplio consenso científico que existe sobre el tema, el cual, por cierto, tiene mucho más de 10 o 15 años.

Las elecciones argentinas se dan pocos días después de que el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, señalara que la era del calentamiento global había terminado, y que nos encontramos ya en la era de la ebullición global: “La única sorpresa es la velocidad del cambio. El cambio climático está aquí. Es aterrador. Y es apenas el comienzo”. Sus declaraciones fueron hechas a finales de julio, el mes que ha sido el más caluroso desde que se tiene registro. Los argentinos deberían tenerlo claro, pues en las últimas semanas, en pleno invierno, han sufrido una ola de calor que se podría considerar peor que las de Europa, Estados Unidos y China.

Y aun así, el candidato más votado es un negacionista climático. 

Hay muchos motivos que explican el triunfo de Milei, como la frustración e ira frente a la clase política argentina y el hartazgo ante la grave crisis económica. Además, hay que señalar que su negacionismo climático no ha sido un eje principal en su campaña. Pero, dicho todo ello, no deja de ser sintomático que su inaceptable postura ante este tema no haya sido suficiente, en el 2023, para anular por completo sus posibilidades electorales.

Lo ocurrido en las elecciones argentinas no es la excepción. Si vemos el reciente ciclo electoral latinoamericano, en ningún país de la región la crisis climática ha tenido el rol gravitante que debería tener en el debate político y en la motivación de los electores al elegir a su candidato. 

Ni qué decir del Perú. Ni en las elecciones presidenciales del 2021, ni en las regionales y municipales del 2022 el tema ha sido parte central del proceso. Y parece que así será también en las siguientes elecciones generales, cuando sea que ellas sucedan. Hay 24 organizaciones políticas inscritas, listas para participar: ¿Alguna de ellas tiene propuestas audaces, más allá de los lugares comunes, a la altura de la crisis humanitaria que tenemos al frente? ¿Algún discurso político actual toma este como uno de sus ejes principales de acción política? Y ni qué decir de esta falsa dicotomía que sigue instalada en muchas autoridades y líderes empresariales entre desarrollo económico y cuidado ambiental, como si hoy se pudiese pensar en uno sin el otro.

Una de las explicaciones a la falta de atención por parte de los candidatos a esta emergencia es que todavía no existe a nivel de los ciudadanos demandas claras y concretas de solución. Hay problemas más inmediatos que se llevan la atención y la preocupación, como la seguridad ciudadana, la mala calidad de los servicios de salud o la falta de acceso a empleo digno. Aún no se logra instalar en el imaginario colectivo el problema y que la gente haga la asociación entre la crisis climática y las escenas de horror de inundaciones, incendios y demás fenómenos climáticos alrededor del mundo que está viendo en su televisión cada noche con mayor frecuencia. Tampoco se está asociando la crisis climática con los problemas cotidianos que se agravarán en estos años, como el alza de precio de los alimentos, la precarización del empleo en varias industrias, la proliferación de enfermedades, etc.

Los retos que plantea la crisis climática son enormes. No para evitarla, porque a estas alturas es inevitable, sino para reducir lo más que se pueda sus devastadoras consecuencias. ¿Hasta cuándo podremos darnos el lujo de seguir ignorando esto?

Recuerdo una frase en el curso de historia universal del colegio que utilizó el profesor para describir la belle époque, el periodo justo antes de que estallara la Primera Guerra Mundial: Europa bailaba sobre un volcán. La etimología de la expresión es napolitana y hace referencia a no darse cuenta o no preocuparse por un peligro inminente. Cuando veo los mensajes cada vez más alarmantes de la comunidad científica, el incremento de noticias sobre “desastres naturales” y la falta de reacción a la altura del problema por parte de los ciudadanos, me pregunto si en el futuro algo similar se dirá de este periodo: en las primeras décadas del siglo XXI, los electores votaban sobre un volcán.


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