Volcánicos en Cádiz


Los escritores arequipeños que vinieron en mi auxilio durante la entrega del Premio Alfaguara


Este año, el IX Congreso Internacional de la Lengua Española iba a convertirse en una edición histórica para el Perú, pues era la primera vez que este foro universal sobre el segundo idioma nativo más hablado se iba a realizar en este país, más concretamente en Arequipa.

Sin embargo, debido a las protestas sociales que arreciaron últimamente en Perú, la sede se tuvo que trasladar finalmente a Cádiz, frente al azulísimo Atlántico de Andalucía.

Quiso el destino que el Premio Alfaguara de Novela de este año me fuera otorgado mientras se tomaban estas decisiones, y sus responsables decidieron que fuera precisamente Cádiz, en el marco de este congreso, el escenario de su entrega oficial.

Una vez que me vi en esa terraza, bajo un diluvio de vitamina D traído por la luz solar, mi discurso mencionó los temas que atraviesan mi novela más reciente, pero, sobre todo, abordó el mestizaje que ha enriquecido al español 500 años después de haber cruzado el Atlántico: de hecho, Cien cuyes lleva este mestizaje en su propio título. Pero como no todo es feliz en un encuentro de culturas, y ya que el conflicto entre dos visiones fue precisamente la causa de que Arequipa tuviera que ver pospuesta su condición de ciudad anfitriona[1], al final de mi discurso reservé un espacio para que algo de Arequipa estuviera presente en Cádiz: días atrás le había preguntado a varios escritores y escritoras arequipeñas qué era el español para ellos, y esto es lo que me tocó decir en su nombre:


El arequipeño Carlos Herrera dijo que el español “es el camino principal por el que transita mi humanidad, constituyéndola”.

Para el arequipeño Jorge Monteza el idioma español es el español peruano. Dice: “Soy de los que creen que en la lengua se halla la más importante manifestación de la identidad; que nuestro verbo permanentemente se hace carne y, para nosotros, muchas veces, carne de cuy”.

Para el arequipeño Alonso Ruiz Rosas, “el español —aderezado con todos los giros locales— es mi idioma natal, nacional, continental y global”.


El arequipeño Orlando Mazeyra dice que el español es la lengua madre y hacedora de su identidad arequipeña: “Gracias a los mitos y leyendas que me contaba mamá, entendí que somos hijos del mestizaje. La fusión de nuestras lenguas originarias con el español nos permite decir alalau cuando sentimos frío, o acacau cuando sentimos calor; exclamamos atatau cuando sentimos desagrado y utilizamos el término achalau cuando algo nos parece lindo como las historias de mamá, que me recuerdan a la madre primigenia: la lengua española”.

La arequipeña Rosario Cardeña nos cuenta: “El quechua es el idioma nativo de mis padres, la naturaleza me llama a ese origen y me frustra no haber tenido nunca la oportunidad de aprenderlo. Entonces, el español es, pues, mi única lengua; pienso, siento y me expreso en ese universo que siento ajeno, el español es una madrastra que, sin embargo, me acogió con ternura en su regazo”.

La arequipeña Teresa Ruiz Rosas comparte: “El español es mi esencia desde que una tarde, un limeño, mi futuro padre, abordó a una arequipeña, mi futura madre, y le dijo: “¿Me permite que la acompañe?”, a lo que ella respondió: “No hablo con desconocidos”.


Para el arequipeño Jorge Eduardo Benavides, “el español es nuestro vínculo con más de 500 millones de personas, nuestra herramienta para entender y transformar el mundo, la herencia que nos hace formar parte de la historia, pero, sobre todo, participar de esa ‘empresa comun’ de la que hablaba Ortega y Gasset”.

La arequipeña Zoila Vega Salvatierra nos dice: “El español es hogar y es lejanía, es vehículo y destino, refugio y arma poderosa. Es un lugar para construir el mundo y también es un bumerán que regresa a mí cuando lo arrojo. En él pienso, me explayo, me encarno y con él invento, decido, postergo y existo. Es Cervantes y Vallejo y soy yo cuando lo honro, pero también es la voz de mi padre y de mi madre hablándome desde el amanecer de la vida” .


El arequipeño Álex Rivera de los Ríos reflexiona que “si existe una perfecta grabadora de sonidos, esa grabadora es el idioma español”. Cito: “Allí están registradas las voces de mi país, de mis padres, de mi infancia, y almacenados los autores y los libros con quienes aprendí a convivir (y a sobrevivir). También es la grabadora de los huaynos de mis abuelos, entre Acos y Arequipa, y del quechua que solo sé escuchar y escuchar, porque es la dulce banda sonora de mi vida”. 

La arequipeña Teresina Muñoz Nájar sostiene: “No solo es mi lengua materna, sino la lengua que tuvo la fortuna, allá en mi Arequipa querida, de encontrarse y mezclarse con otras voces como el quechua, el collagua y el cabana. Esto dio como resultado un español muy singular que es el que hablamos, amamos y solo entendemos los arequipeños: un español realmente mestizo”.

El arequipeño Mario Vargas Llosa se unió a este juego para decirnos que “el español es la sustancia que nos une a todos los latinoamericanos; la lengua en la que podemos entendernos desde México hasta la Patagonia, algo que no ocurre ni en Europa, ni en ninguna otra parte del mundo. Con casi 600 millones de personas hablándolo, es la lengua en la escribo, en la que pienso y en la que sueño”.


Finalmente, el arequipeño Oswaldo Chanove nos dejó unas preguntas:

“¿Qué significa este idioma en el que vivo?
¿Por qué digo albahaca cuando cierro los ojos y saboreo?
¿Por qué digo espléndido cuando prendo mi televisor nuevo?
¿Es más hermosa la palabra azul que la palabra verde?”

A todos estos generosos colegas que me hicieron llegar sus respuestas, les envío mis más rendidas gracias: sus palabras le prestaron a mi voz un brillo inusitado ante uno de los auditorios más selectos entre quienes hablamos español. 


[1] Por fortuna, se ha acordado que el próximo Congreso Internacional de la Lengua Española sí se realice en Arequipa, en 2025.


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4 comentarios

  1. Jorge Ortega

    Genial: “Soy de los que creen que en la lengua se halla la más importante manifestación de la identidad; que nuestro verbo permanentemente se hace carne y, para nosotros, muchas veces, carne de cuy”.

  2. Jorge Ortega

    Vivo hace más de 30 años en Estados Unidos y hablo también el inglés, sin embargo sigo sintiendo en español, sigo pensando en español, sigo soñando en español; por lo tanto, el español nos es parte de mi vida, el español es mi vida misma.

  3. Mario Baca

    Pienso en que es la pregunta de debe incluirse en cada censo, o aquella con la que se puede comenzar cualquier velada. Nada puede ir mal en torno a esa pregunta.
    Y a los afortunados que además hablan otro idioma, Quechua, Aymara, Awajún o Jaqaru; por ejemplo, preguntarles también por la forma en que ambas lenguas se han enriquecido mutuamente.
    En fin, creo que la pregunta ha superado cualquier respuesta, pero cómo no impactarse con la de Carlos Herrera: “es el camino principal por el que transita mi humanidad, constituyéndola”

  4. F. Javier Luna Aubry

    Estimado Gustavo: tu novela Cien Cuyes, en mi humilde opinión, es una obra de arte. Un afectuoso saludo.

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