Un triste Día de la Madre


El cuerpo de la mujer sigue siendo un campo de batalla


Este artículo se publica en el Día de la Madre en Perú, justo cuando después de mucho tiempo lo podré pasar con mi madre gracias a que las vacunas han hecho del COVID una enfermedad menos letal, pero no por ello menos contagiosa. Son tiempos de lidiar socialmente con la enfermedad y de recuperar el tiempo con quienes más queremos.

Pero mientras luchamos por seguir viviendo, constatamos que un día en el que se nos recuerda a cada instante que “madre solo hay una” y que “no hay nadie como mamá”, el cuerpo de las mujeres sigue siendo un campo de batalla: los estados siguen buscando regular cómo vivimos, nuestra sexualidad y nuestra prerrogativa de ser madres o no. 

En el Perú los partidos políticos que dicen estar en las antípodas, aparentemente decididos a darle muerte al rival, se han unido para ponerle fin a la ley que garantizaba la educación sexual integral. Los lobbiesconservadores se han salido finalmente con la suya, ya que vienen años luchando de manera abierta y sostenida con la que consideran una agenda peligrosa que llevará al libertinaje.

No estamos hablando de un debate sobre el aborto legal, o sobre el matrimonio igualitario, ni sobre batallas mucho más radicales que ya se han ganado en otros países del continente, sino sobre la posibilidad de que nuestros niñas, niños y jóvenes puedan tener el mejor conocimiento posible del funcionamiento de sus cuerpos y de los riesgos que trae no entender las consecuencias de sus actos. En fin, de darles las herramientas para que puedan elegir cómo quieren vivir.

Pero los retrocesos en los derechos reproductivos no se limitan al Perú. En estos días vemos como muy probable que la legislación en Estados Unidos que garantizaba el derecho al aborto a nivel nacional desde 1973 sea desmontada, dejando que la decisión sobre la legalidad de la interrupción del embarazo quede limitada a cada estado. Casi cincuenta años después de que la Corte Suprema de los Estados Unidos decidiera en el caso de Roe contra Wade y sentara las bases para que el aborto fuera legal en todo el país, los estadounidenses se ven ante la posibilidad de que esto cambie, de tal manera que el medio siglo de atraso que tenemos con respecto a este tema podría disolverse. Así, la lucha por la legalización del aborto volverá a estar al centro del debate en los Estados Unidos, mientras que en el Perú seguimos sin un marco legal que permita que se implemente la legislación que ya existe, o que se inicie una campaña por la legalización del aborto como ya se ha visto en otros países de América Latina.

Estos dos hechos nos sugieren varias cosas. Por un lado, que lo que creemos que son derechos adquiridos no lo son realmente, y que cada generación debe seguir luchando por mantenerlos así como por conquistar unos mayores, pues los lobbies conservadores pueden poner en peligro todas las conquistas alcanzadas. 

Nos demuestran, además, que las sociedades no avanzamos de manera lineal hacia el progreso como se pensó por mucho tiempo durante el siglo XX. Se trata de avances y retrocesos. Hace cincuenta años en Afganistán las mujeres usaban minifaldas, iban a la universidad y podían vivir su vida como quisieran, pero hoy deben cubrirse de pies a cabeza con una burka y llevar una rejilla en la cara, sin poder asistir a la escuela. Y ahora en los Estados Unidos existe la posibilidad de que las mujeres no puedan abortar de manera legal en todo el territorio. Si bien la magnitud del retroceso en este caso no es la misma, el trayecto se da en la misma dirección y eso es particularmente impactante. 

Finalmente, el actual debate nos confirma que el cuerpo de la mujer sigue siendo un campo de batalla. Hoy, en la guerra en Ucrania, como en todos los conflictos desde el inicio de los tiempos, se utiliza la violación como un arma contra el enemigo. Y en estados que teóricamente viven en paz se busca legislar cómo se debe vestir una mujer, si puede o no estudiar, si debe ser madre o no –así no lo quiera–, o si debe tener acceso a un conocimiento sobre su cuerpo con una educación sexual integral.

Es realmente triste que tengamos que llegar a una celebración del Día de la Madre en estas condiciones. Yo, por lo pronto, pienso responder a cada saludo por mi maternidad con un amable “gracias”, pero a cambio de cualquier atisbo de homenaje preferiría mil veces que en mi país las niñas y los niños tengan una educación sexual integral, que en Estados Unidos se mantenga el derecho al aborto legal y que este se extienda por todo el mundo –de sobra sabemos que el aborto ha existido, existe y existirá, solo se trata de que sea legal o no–, que las mujeres decidan siempre cómo vestir, si quieren estudiar o no y, sobre todo, que nuestros cuerpos dejen de ser escenarios y víctimas de una guerra que ya lleva milenios. 

2 comentarios

  1. Ada

    Muy buen artículo. También podríamos añadir que avancen las sociedades al dejar de meternos en la cabeza que la forma más valiosa de ser mujer es convertirte en madre. Todas las mujeres valemos igual, seamos madres o no. Este día de la madre puede ser muy difícil para las mujeres que quisieron ser madres y no pudieron. Dejemos de hacerlas sentir mal.

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