Un pequeño gran cambio en minería


Para producir más pólvora, no es necesario descubrirla


“Salvo la minería, todo es ilusión” fue mi azorada conclusión tras leer el libro de Waldo Mendoza y Yuliño Anastacio, titulado Historial Fiscal del Perú: 1980-2020 (PUCP). El motivo es sencillo: los más altos ingresos fiscales se obtienen cuando los precios de los minerales están altos. Y cuanto más altos son los ingresos fiscales, más posibilidades hay de cumplir con las reglas fiscales y mostrar solidez macroeconómica. Y aunque se tiende a pensar que entre la macroeconomía y las finanzas personales existe un abismo, la realidad contradice esta percepción.

Pero hoy no quiero escribir sobre ese abismo –ya habrá tiempo para ello–, sino sobre la necesidad de implementar algunos cambios en la gestión para aprovechar los recursos mineros de la mejor manera posible.

Hace solo tres años, el gobierno trataba de resolver un episodio más de la conflictividad social alrededor del denominado corredor minero del sur. ¿Recuerdan? ¡Parece un siglo atrás! Salvador del Solar era el presidente del Consejo de Ministros y el entonces presidente Vizcarra había convocado a una comisión para que propusiera una nueva ley de minería para solucionar esta permanente conflictividad. Fui parte de esta comisión y –¡oh, sorpresa!–, en lugar de proponer una nueva ley, recomendamos cambios en la gestión: más de cien, entre estratégicas y detalladas por área estudiada.

Desde el punto de vista de la maraña desarticulada que es el Estado peruano –y quizá otros estados también–, proponer una nueva ley nos hubiera llenado de halagos y quizá de reflectores, pero desde ese mismo punto de vista, más razonable nos pareció proponer mecanismos para articular los esfuerzos públicos y privados, en lugar de traer más incertidumbre a través de cambios al más alto nivel normativo, que afectarían las inversiones y el crecimiento. 

Tampoco se trató de “descubrir la pólvora” respecto a los mecanismos de articulación y coordinación intersectorial. El Perú ya cuenta con la experiencia de las Mesas Ejecutivas, que reúne a actores del sector público y del privado para resolver problemas que van apareciendo en el procedimiento de implementar políticas públicas o llevar adelante inversiones. El Growth Lab de la Universidad de Harvard ha reconocido el esfuerzo de la implementación de estas Mesas como una innovación que contribuye a movilizar conocimiento público y privado para el crecimiento económico. 

Nuestras propuestas fueron un poco más allá y su discusión hoy cobra vigencia a propósito de los datos lamentables sobre inversión en exploración minera, la reducción esperada en la producción del mismo sector y la inexistencia de un proyecto motor del crecimiento económico. Como nación, necesitamos revertir esta realidad porque buena parte de nuestra sostenibilidad macroeconómica depende de ingresos fiscales sólidos, los mismos que dependen a su vez de la actividad minera, tal como los expertos Mendoza y Anastacio, arriba citados, han demostrado con claridad.

Bajo el obvio principio de cuán absurdo es esperar resultados diferentes si sigues haciendo lo mismo, una de las principales propuestas de la comisión fue adelantar el momento cuando el Estado, en cualquiera de sus expresiones, se hace presente y comienza a acompañar un proceso de exploración minera. 

Hasta ahora, los acuerdos entre las comunidades donde yacen los recursos mineros y los titulares de las concesiones son considerados privados. Entonces, dependiendo de la habilidad para negociar de una comunidad, la misma empresa minera termina acordando condiciones muy variables entre diversas comunidades vecinas que son parte del área de influencia del mismo proyecto. ¿Y qué ocurre cuando los acuerdos son conocidos por las comunidades vecinas? Pues surgen los pedidos de renegociación y una potencial conflictividad en general. La propuesta de la comisión es que esas negociaciones tienen que ocurrir con la presencia del Estado para contribuir a mejorar el poder de negociación de las comunidades y así evitar acuerdos muy desiguales entre vecinos y, por supuesto, reducir la probabilidad de conflictos futuros por este motivo.

Una aclaración final: incluso si queremos un país diversificado productivamente –yo sí lo quiero– y con menor dependencia de pocas actividades para la dinámica económica, debemos tener presente que tenemos una gran ventaja comparativa en minería y que necesitamos ponernos de acuerdo para tomar con seriedad su aprovechamiento.

1 comentario

  1. Alejandro Arrieta

    Hola Roxana, estoy apuntado a tus publicaciones desde hoy!
    Excelente nota.
    Solo 2 preguntas:
    1. El libro del que hablas (historia fiscal…) ¿Es especializado o accesible para no economistas?
    2. ¿Existe algún link para descargar el informe que contiene las recomendaciones de la Comisión de la que fuiste parte? Si no fuera el caso ¿bajo qué nombre de puede solicitar por acceso a la información y ante quién? ¿O no es de acceso público?
    Muchas gracias y ánimos para seguir porque muchos te queremos leer o escuchar

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Volver arriba