Un junio afroperuano y orgulloso


Por qué las luchas LGTBIQ+ y afro son más parecidas que diferentes


Junio es un mes especial para mí. No solo porque en este celebro mi cumpleaños sino que, además, contiene la conmemoración del Mes de la Cultura Afroperuana y la celebración del Mes del Orgullo. Si bien desde nuestra percepción colectiva y, muchas veces desde los propios esfuerzos de la sociedad civil, estas dos luchas sociales se identifican como independientes una de la otra, hay muchas maneras en que están conectadas. Mas aún, hay muchas maneras en que ambas son en, realidad, la misma lucha.

En todos nosotros habitan múltiples identidades y somos afectados por diversas condiciones. Identidades como la étnica o racial, cultural, nuestro sexo, de género, origen nacional y creencia religiosa; o condiciones como nuestra edad, capacidad y habilidad física, intelectual o sensorial, nuestro nivel de educación o escolaridad, o la pertenencia a una clase social determinada, entre otras. A partir de la combinación que nos toque y/o hayamos desarrollado, nos vamos ubicando en un proverbial tablero social donde cada escaque tiene un valor determinado. Hay espacios que son muy valorados por la sociedad y los que no lo son tanto. Hay combinaciones letales y combinaciones particularmente afortunadas. Hay combinaciones que parecen una acumulación de tormentos sociales y algunas que parecen haberse sacado la lotería.

Cuando la poeta Audre Lorde se presentaba en público para algún discurso, clase o a través de sus escritos, ella era intencional al presentarse como una mujer, negra, lesbiana y feminista, y reconocía, explícitamente también, que era posible que alguna de las identidades previamente nombradas podría hacer que su audiencia dejara de escucharla o desmerezca su mensaje. Ella sabía que esto no sería personal, sino las reglas del juego social donde, como ya sabemos, algunas identidades y condiciones son más valoradas que otras. Lorde entendía que afirmar una sola identidad no solo es limitar nuestra experiencia humana y nuestro potencial, sino que no nos permite compartir todo nuestro potencial con el mundo. Somos quienes somos en la conjunción de todas las identidades que habitamos y gracias a ellas. 

Así como es imposible separar los elementos identitarios que nos componen, tampoco es posible defender o luchar por una sola abandonando las demás. Políticamente, ha sido muy fácil segmentar las luchas sociales y pensar en los esfuerzos de incidencia de la población LGTBIQ+ y los de la población afroperuana como dos luchas distintas y sin puntos en común. Las conexiones, sin embargo, son muchas: ambas son comunidades sometidas a dinámicas de violencia estructural, precariedad laboral, vulneraciones en el acceso a salud y reconocimiento de sus derechos individuales y colectivos; así como expuestos impune y regularmente a representaciones negativas en los medios de comunicación, a políticas de respetabilidad anacrónicas, a microagresiones regulares, y con ausencia de representación. En suma, las agendas de estas comunidades son, en su sentido más básico, las mismas. 

Que hay homofobia en el pueblo afroperuano, es absolutamente real; así como existe racismo en el movimiento LGBTIQ+. Y esto no es culpa de nadie. Ahí donde la austeridad en el reconocimiento de derechos es la norma, a las personas vulneradas les ha tocado defender celosamente lo poco que se ha ganado; incluso reproduciendo sobre otros los mismos mecanismos de opresión. Hoy podemos repensarnos y autoexaminarnos de manera un poco más rigurosa. Audre Lorde y Marsha P. Johnson, mujeres negras ambas, lesbiana y trans, respectivamente, nos dirían que una lucha no es posible sin la otra y que estas no se pueden separar. Que lo LGTBQ+ es un asunto afro y que lo afro es un asunto LGTBQ+ porque las personas afrodescendientes LGTB y las personas LGTB afrodescendientes –el orden de autoidentificación es estrictamente personal– existen, y porque no se puede afirmar la humanidad de un grupo ignorando las formas en que otros elementos de su identidad les hace vulnerables.

Si leyó hasta aquí, tal vez soy afortunada, porque ninguno de los elementos que componen mi identidad le ha prevenido de leer o atender a esta reflexión, y se lo agradezco. 
Si le parece, podemos seguir desarrollando estas ideas los próximos jueves de junio. ¡A que no se nota que es mi mes favorito!

11 comentarios

  1. Jefferson Ganoza

    Excelente artículo Mariela. No tenía idea de que junio era el mes de de la cultura afroperuana.

    • Mariela Noles Cotito

      Buen día Jefferson! Gracias por leer. Efectivamente, en junio 2006, se establece el día 4 de junio como Día de la cultura afroperuana, mediante la Ley 28761. Mas adelante, en el 2014, la Resolución Ministerial N° 182-2014-MC extiende el Día de la cultura afroperuana a todo el mes de junio de cada año 🙂

  2. Lia

    Gracias por compartir, esperamos con ansias el próximo jueves.

    • Mariela Noles Cotito

      Muchas gracias por tu apoyo Lia! Escribiendo estamos ya!

  3. César Jesús Ybazeta Cabello

    Hasta el momento he leído, los dos artículos q nos compatió Walter Noles, me gustan y seguiré leyendote.

    • Mariela Noles Cotito

      Muchas gracias por sus palabras. Puede suscribirse a Jugo de Caigua para que no tenga que esperar los reenvios!
      Le agradezco el apoyo.

  4. Juan Andres Gomez De La Torre Barua

    Hola Mariela, estoy en su mayoría de acuerdo con lo que dices. En términos ideales, lo que escribes sobre lo que las dos figuras (Audre y Marsha, en orden alfabético) parece algo que se tendría que dar, pero esto me hace recordar algo que sucedió con la figura del excongresista Carlos Bruce, al referirse este último a la inclusión de Martin Vizcarra a la plancha presidencial del partido PPK: necesitaban a un «provinciano» porque habían muchos «blancos». Creo que cuando planteas este debate haces obvio tú propio reconocimiento de la necesidad de juntar ambas luchas (algo con lo que cuál estoy completamente de acuerdo). Pero a la vez me parece que pone en el tapete la brecha existente sobre como muchas personas que se encuentran en estos grupos en verdad están muy alejados de considerarlo.

    Gracias por compartir tu opinión porque ayuda muchísimo en abrir tantos otros puntos por deliberar. Un abrazo.

    • Mariela Noles Cotito

      Muchas gracias por tus palabras, Juan Andrés. Ciertamente hay mucho más que analizar, discutir, y balancear en ese debate. Creo que más que juntar luchas, porque cada una de ellas tiene particularidades importantes que tampoco se pueden ignorar, es estar un poco más abiertos a generar sinergias en base a los puntos en común que tienen; que son por los menos algunos de los que delineo en el texto.
      Seguimos reflexionando 🙂

  5. Daniel E. Lara R

    Es interesante replantearnos lo que podríamos considerar como «luchas separadas», cuando detalles como una violencia estructural coexisten en nuestra sociedad en más de una población. Un enfoque desde un sentido básico de las similitudes no solo ilustra académicamente a todas y todos nosotros, sino también se convierte en una invitación para asumir una postura aliada en el desarrollo por reducir vulnerabilidades. Reveladora y convincente columna, será interesante continuar abordando el tema.

    Un abrazo.
    Daniel L.

    • Mariela Noles Cotito

      Muchas gracias por tu comentario, Daniel. Que bueno que hayas encontrado en este texto una invitación a tomar acción.
      Nos encontramos el proximo jueves para seguir reflexionando sobre el tema.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Volver arriba