Todas las familias


La diversidad se hace presente incluso en fechas inesperadas


En coyunturas políticas como la actual, las redes sociales suelen estar llenas de crispación, sarcasmo y enfrentamiento. Por no mencionar además las fake news, las campañas de miedo y los mensajes de odio. Sin embargo, el último domingo se produjo un breve paréntesis. Los memes dejaron espacio para fotos familiares, y los mensajes ásperos se relajaron para convertirse en reflexiones llenas de recuerdo, afecto y gratitud. ¿Qué había sucedido? Era el Día del Padre. 

            En efemérides como esa, las personas se permiten compartir y consumir un poco de ternura. Y vaya que la necesitábamos.

            Vi testimonios de compañeros de colegio convertidos en torpes y felices papás primerizos. A amigos mayores que comparten anécdotas en sepia con padres que ya partieron. Este año también he encontrado muchas fotos de encuentros familiares casi clandestinos en el parque o en la puerta de la casa, con sonrisas cómplices que pueden verse a través de las mascarillas.

            Pero tengo que confesar que dentro de toda esta variedad, un tipo de mensaje ha sido mi favorito. Es aquel que tiene la valentía y el cariño de dirigirse no al “padre natural” sino a quien, en su caso, cumplió en la práctica ese rol. Así, vi a amigos dirigir hermosos mensajes del día del padre a sus viejitas, quienes ante el abandono o ausencia paterna tuvieron que asumir también con esa labor. O a los abuelos, que no dudaron en rejuvenecer un poco para repetir el rol que ya habían cumplido, pero esta vez con sus nietos. También tíos, que para el registro civil nunca se reprodujeron, pero vaya que tuvieron hijos, aunque biológicamente hablando solo hayan sido sus sobrinos.

            Estos mensajes son mis favoritos porque me recuerdan la maravillosa diversidad de familias que existen en el país. Cada una de ellas, formadas por el amor y la ilusión de compartir un proyecto de vida común y el sentido de pertenencia que ello genera. Mamá soltera con hijos fecundados in vitro; parejas heterosexuales u homosexuales, con o sin hijos; abuelo que vive con su hija y nieto; hermanos que viven juntos toda una vida; papá soltero con hijos adoptados; amigos del alma que son eternos compañeros de piso, tíos que se encargan de sus sobrinos, y un largo y riquísimo etcétera. 

            Por eso es tan paradójico que los que se llaman “profamilia” o los que se llenan la boca “en defensa de la familia” tengan una mirada tan restrictiva y pobre de ese concepto. Para ellos solo valen papá, mamá, e hijos. Y punto. Pero ni los tratados internacionales, ni la Constitución ni las leyes definen qué es una familia. Es una omisión que no es accidental, pues a propósito se deja el concepto abierto. Pero nada: estos “pro-un-tipo-de- familia” prefieren cerrar los ojos y seguir imaginando una sociedad que no existe.

            Felizmente, en el mundo real el amor familiar sigue circulando sin prejuicios y con mucha libertad. Se manifiesta, incluso, en fechas que parecerían creadas con una mirada tradicional, como el Día del Padre. Y eso, para quienes somos profamilias (así, en plural), es una noticia que nos llena de felicidad.

1 comentario

  1. Gladys Camere

    Muy bueno, hace años cuando de trata de derechos sexuales o reproductivos uso «Po maternidades inclusivas» , a partir de ahora será «por maternidades y paternidades inclusivas». Gracias.

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