Ruraq Maki y el por qué debe continuar


Una defensa del valioso y necesario programa creado para proteger el patrimonio inmaterial del país


Gabriela Machuca Castillo es periodista. Posee 15 años de experiencia en medios escritos, diez de los cuales se desarrollaron íntegramente en Somos, la revista semanal de actualidad del diario peruano El Comercio, en la que sigue colaborando. Premios nacionales e internacionales han reconocido sus crónicas, reportajes y perfiles enfocados en temas tan diversos como patrimonio, astronomía, ciencia, cine, cultura popular o redes sociales. Fue becaria de la Fundación Gabo y ha dictado en dos de las facultades de periodismo más importantes del país. Hoy también incursiona en la edición de libros. 

Mientras escribo estas líneas en la sala de mi departamento, una gallina amarilla de madera de unos 30 centímetros de alto me mira de reojo. Tiene la cresta demasiado roja, el pico naranja y flores en todo el cuerpo. Fue tallada y pintada en el taller familiar que hoy lidera Flaviano Gonzales, en el cual se construyen juguetes del mismo material a la usanza de la tradición del distrito de Molinos, en el valle del Mantaro. Mi hija de seis años tiene una vaga idea de dónde queda Jauja, pero sabe bien que la gente que vive allí siente orgullo por el trabajo en el campo y que se inspira a diario de los hermosos prados de flores que ahí se cultivan. Por eso el ave colorida puesta sobre una de nuestras repisas es como es. Yo se lo he contado. Tampoco puede ubicar aún en el mapa a Catacaos, pero me ha oído narrarle que en ese lugar del norte peruano habitan extraordinarias tejedoras de un tipo de paja a la que se denomina toquilla. De allí procede la sonaja hecha de ese material, y teñida con tintes naturales, con la que no deja de jugar su hermano menor. Eso es lo que pasa con el arte popular. Su valor se cifra en revelarnos la vida e historia de los pueblos.  

La gallina de la Casa Taller JuegoArte y la sonaja hecha por una de las 200 integrantes de la Asociación de Artesanas Virgen del Pilar fueron compradas en Ruraq Maki, hecho a mano, en una de las tantas visitas que he hecho a la feria desde que esta se inauguró en el 2007. La primera vez, y muchas más, ocurrieron por trabajo, porque debía cubrir una de las anclas del programa más importante que tiene el Ministerio de Cultura (Mincul) del Perú para la salvaguardia de nuestro patrimonio inmaterial. Pero también he regresado en innumerables oportunidades por mi cuenta, durante los feriados de 28 de Julio, o para buscar regalos de Navidad (la exposición-venta se instala en la sede de esa cartera dos veces al año). Sucede que en cada edición se congregan más de 120 artesanos o colectivos de todas las regiones del Perú, los cuales viajan a Lima para ofrecer pieza elaboradas con saberes y técnicas heredadas de sus ancestros. Conozco bien Ruraq Maki porque lo he visto crecer en el tiempo, así como a sus protagonistas. Y, así como yo, tantos otros, por eso es considerada la feria de arte popular más importante del país. Debido a eso, levantar la voz por su continuidad es una responsabilidad.

¿Se ha anunciado que Ruraq Maki no irá más? No. Aún no, al menos. La próxima edición irá del 21 al 31 de julio porque su organización está gestada desde hace meses. Pero un motivo podría originar que no vuelva a implementarse en diciembre o más adelante: la reciente destitución de su creadora, Soledad Mujica, quien ocupó por once años la Dirección de Patrimonio Inmaterial del Mincul. En una abrupta y muy cuestionada decisión, la cartera pidió su salida argumentando no contar con los requisitos profesionales estipulados en una ley de febrero de este año para funcionarios de libre designación y remoción, comúnmente llamados “de confianza”. Lo curioso y polémico es que ella no lo era: su cargo siempre ha formado parte del organigrama del ministerio. La razón tendría, en verdad, un trasfondo político. De ahí que, desde todos los frentes, se haya hecho una defensa cerrada de Mujica y su idoneidad en el puesto. Especialistas, académicos, periodistas, pero, sobre todo, cientos de artistas populares del Perú han lamentado lo sucedido a través de plantones y pronunciamientos porque les preocupa, entre otros proyectos que pueden estancarse, el destino de Ruraq Maki.

Lo cierto es que Ruraq Maki debe continuar por dos motivos. En primer lugar, porque es mucho más que una feria. El nombre, en realidad, distingue así a un programa mayor que tiene como fin velar por el patrimonio inmaterial nacional. Está la exposición-venta de la que hemos hablado, sí, pero además otros importantes brazos de trabajo. Uno de ellos tiene que ver con la dedicada labor de registro e investigación de los colectivos de creadores de arte tradicional, así como de sus líneas artesanales. Es decir, conocer quiénes son, dónde están y qué es lo que están haciendo con el talento de sus manos y el conocimiento heredado, incluso, desde épocas prehispánicas. Una nueva arista se evidencia, asimismo, en la publicación de libros como consecuencia de aquellos estudios; también de la producción de documentales y de la organización de exposiciones museográficas itinerantes. Finalmente, el programa administra, durante todo el año, las tiendas virtuales Ruraqmaki.pe, con las que los artesanos pueden percibir ingresos de forma continua. Hay que decir que, gracias a estas, los últimos pudieron sostenerse en gran medida durante parte de la pandemia.     

La segunda razón por la que Ruraq Maki no debería desaparecer se vincula con el protagonismo y proyección que el programa le otorga al artista popular. Son muy importantes las ganancias que ellos puedan percibir al vender sus productos en Lima —suele pasar que una empresa elige en la feria un solo artículo y luego le pide al autor 200 similares—, pero este les proporciona de forma adicional una palestra para crecer significativamente. Muchos son contactados para que asistan a ferias internacionales, dicten webinars o con el afán de volverlos aliados en la creación de nuevos formatos (no pocos diseñadores de interiores o de moda los han buscado respetuosamente para eso). Tienen la posibilidad, pues, de armar una red de contactos profesionales con innumerables posibilidades.Podría listar más fundamentos, pero estos dos son esenciales y sin discusión. Es una lástima que Mujica no siga a la cabeza del programa, pero este debe trascender a ella. La que propongo no es una solicitud menor, teniendo en cuenta que en nuestro país existe la costumbre de pintar de otro color la casa cada vez que se inaugura una nueva gestión en el aparato estatal. Ruraq Maki funciona con éxito como está concebido, con los rigurosos filtros de calidad que utiliza en sus procesos e incluso con el nombre que tiene, hoy la marca de mayor prestigio del mismo Mincul. Si no es para impulsar el programa (con mayor presupuesto, por ejemplo), intervenirlo al libre albedrío o cancelarlo generará un gran perjuicio en la tarea de preservación y promoción de las creaciones artísticas tradicionales, manifestaciones vitales que construyen la historia de la diversidad cultural del Perú. 

1 comentario

  1. La Universidad…ah la universidad, hacedora de sabios y cuna de talentos…pero y en donde colocamos a los seres sapientes per se, a aquellos que desde su propia naturaleza les brota el saber, a donde la Universidad de la Vida? Un ejemplo: quién es músico? el que compone, instrumenta y canta por pasión o el egresado de la academia? A ver…Además, hoy en el Perú con sus universidades bamba por doquier, díganme, qué garantía de saber tendría un expectorado de sus aulas apócrifas? Ah, lo inimaginable, lo bizarro: destituir a Soledad Mujica, a la persona que creó y dirigió 11 años exitosamente! solo porque no tiene título profesional!!

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