Por la razón o la fuerza


El ejemplo de Chile para salir de su embrollo político


El título de este artículo es el lema del escudo chileno. La primera vez que lo leí, me hizo sentido el discurso de los textos escolares de Historia de los años 70 que nos presentaba a Chile como un país agresivo e invasor. La historia del golpe militar de 1973 y la represión que lo acompañó no hizo más que confirmar esa inicial comprensión.

Grande fue mi sorpresa cuando visité la capital, Santiago, hace un tiempo: ordenada, limpia, con un metro y en proceso de implementación del sistema del Transantiago. En Santiago, los vehículos se detienen ante un peatón que utiliza el paso peatonal. En los grandes “tacos” de tránsito, vi poco del individualismo peruano y más el criterio de seguir las reglas. En 2010, encuestas de opinión colocaban a los carabineros como la institución más confiable y a la Iglesia Católica como la menos, en exacta oposición a los resultados en Perú.

Había seguido, más de lejos que de cerca, los procesos electorales y andaba maravillada por sus gobiernos de izquierda con agenda moderna. Me pareció todo un reto democrático que le tocara a alguien que había sido torturada por la dictadura de Pinochet tomar decisiones sobre el sepelio del dictador, por ser la jefa de Estado. 

Sin embargo, en octubre de 2019 reventó lo que se conoce como el estallido social. “No son 30 pesos, son 30 años” es lo que se me quedó grabado como la síntesis de una gran insatisfacción, gatillada por estudiantes de secundaria que decidieron saltarse los torniquetes de entrada al metro. Las manifestaciones en todo el país y la represión que mató y cegó a muchos son conocidos. La fuerza fue la protagonista.

Sobre lo que quiero llamar la atención es la manera en que la razón primó para encontrar la ruta de salida. En diciembre, diputados y senadores aprobaron cambiar la Constitución para permitir la convocatoria de plebiscitos. Ello permitió convocar a un plebiscito con dos preguntas claras y sencillas: “¿Quiere usted una nueva Constitución?” y “¿qué tipo de órgano debiera redactar la nueva Constitución?”. La pandemia postergó la votación, originalmente programada para abril de 2020, hasta diciembre del mismo año.

El resultado del plebiscito fue mayoritario por la redacción de una nueva Constitución, mediante una convención constitucional de miembros elegidos en su totalidad. Las reglas para la composición fueron acordadas en el Senado, otorgando escaños reservados para los pueblos originarios, así como paridad de género. En mayo de 2021 se votó por los miembros de la convención y el resultado fue de gran segmentación: ningún grupo logró mayoría entre los 155 representantes.

Luego del trabajo de casi un año de diez comisiones que ordenaron la labor de redacción, el texto constitucional propuesto fue sometido a plebiscito. Este proceso registró el máximo histórico de participación de votantes en un país donde el sufragio es voluntario: 85 % emitió su voto en setiembre de 2022. El nuevo presidente, Boric, se la había jugado por el Apruebo, que perdió por un margen amplio: casi dos tercios de votantes rechazaron la propuesta.

Ejecutivo y Legislativo chilenos encontraron una salida tres meses después en el llamado “Acuerdo por Chile”. La salida honra el resultado del plebiscito que dio origen al proceso constituyente: sí, se redactará una nueva Constitución. Esta vez, se crean tres órganos: Comisión Experta (CE), Consejo Constitucional (CC) y Comité Técnico de Admisibilidad (CTA). El primero redactará un nuevo texto y estará conformada por personas de trayectoria, propuestas por los partidos y aprobadas por súper mayoría en las respectivas cámaras. El segundo será un órgano elegido por sufragio universal, cuya única tarea será discutir y aprobar la propuesta de texto. Finalmente, el tercero revisará lo realizado y estará compuesto por 14 juristas de trayectoria elegidos por el Senado sobre la base de una propuesta conjunta de diputados y senadores. El calendario ya está fijado y el plebiscito ratificatorio se ha programado para el último domingo de noviembre de 2023.

Me ha sorprendido que el número de miembros de cada órgano sea par. Sabemos que cuando las decisiones se toman por votación, se recomienda que el número de miembros sea impar, para evitar el uso de los votos dirimentes que siempre generan controversia. Puede ser la señal para que prime la búsqueda de consensos y que la razón necesaria para dar lo mejor por el país sea la protagonista del proceso. Por la razón y sin uso de la fuerza, con el debido respeto.


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1 comentario

  1. Lucho Amaya

    Perdón, pero no he entendido nada sobre qué intenta decir, decirnos.
    ¿Qué ejemplo?
    Y veo datos no precisos en su artículo. Dice, por ejemplo, que ningún grupo logró mayoría, lo que figurativamente es cierto, por la misma tendencia a disgregarse de la izquierda, más lo real es que dentro, ya en la asamblea, votaban juntas la mayoría y el resultado fue ese documento, rechazado.
    ¿Qué ejemplo?
    ¿La cantidad de muertos exigiendo una Nueva Constitución que luego de redactada fue rechazada?
    Mi propuesta, aquí en Perú, es que quienes desean una Nueva Constitución lá propongan, mediante sus partidos o movimientos, en la competencia electoral… Allí se verá si logran apoyo, mediante el voto ciudadano… Y no involucrar, previamente, a todo el país con protestas (y desmanes).
    Saludos.
    (¿será publicado esta vez mi comentario, amigos de Jugo de Caigua?)

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