Olimpiadas de las ideologías


La competencia en los XXIV Juegos Olímpicos en Pekín no es solo deportiva


La primera semana de diciembre Estados Unidos anunció sus intenciones de boicotear los XXIV Juegos Olímpicos de Invierno en Pekín, China. De acuerdo al secretario de prensa de la Casa Blanca, Estados Unidos no enviaría una delegación oficial a los Juegos. Los atletas, sin embargo, sí tendrán permitido participar en las competencias. Un boicot como este hace explícitas las tensiones entre dos países que, pese a todo, mantienen relaciones bilaterales. ¿Cómo se explica la decisión de extender tal gesto (no) diplomático? 

De acuerdo a fuentes oficiales, el país norteamericano busca pronunciarse en contra del actual genocidio y los crímenes de lesa humanidad en Xinjiang. Ubicada en el noroccidente de China, cerca a Kazajistán, se trata de una región autónoma que alberga poblaciones étnicamente diversas. Sus 22 millones de habitantes incluyen pueblos túrquicos y musulmanes. Alrededor de 11.3 millones de ellos son uigures y 1.6 millones,  kazajos. La diversidad étnica en Xinjiang se refleja en los idiomas, estilos de vida y las culturas que lo habitan. Todos ellos son distintos al grupo Han que predomina en el resto de China. 

Los reportes de Amnistía Internacional sobre el conflicto étnico en esta región se remontan a 1992. En 2014 fueron identificados campos de detención masiva que el estado chino ha reconocido como “centros de entrenamiento vocacional”. Desde 2017 existe información sobre vigilancia intrusiva, detención arbitraria, adoctrinamiento político y asimilación cultural forzada. En junio de este año, Amnistía Internacional reportó que “60 personas de grupos étnicos predominantemente musulmanes al parecer han sido internadas en campos, o condenadas a prisión sin un juicio justo”. 

La situación en Xinjiang es uno de los conflictos de derechos humanos más controversiales de la actualidad. Se calcula alrededor de un millón de detenidos desde 2017. La República Popular China ha explicado que es parte de sus esfuerzos para enfrentar al terrorismo y al extremismo religioso. El objetivo de los campos de detención es, según sus declaraciones, reemplazar la filiación religiosa e identidad étnica con una lealtad política patriótica y secular. La Organización de las Naciones Unidas difiere. 

El Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial (CERD) de la ONU ha expresado su alarma por esta situación. Lamentablemente, no se cuentan con datos oficiales sobre el número de personas afectadas por el conflicto hasta el momento. El límite de las acciones de la ONU y cualquier otro país es la soberanía china. Es decir, nadie puede intervenir ni decirle al gobierno chino qué hacer dentro de su territorio, así se trate de violaciones a los derechos humanos. 

En otro momento, estas serían las condiciones perfectas para que otro país (tal vez EE.UU.) inicie una guerra con China para “liberar” a las poblaciones afectadas. La guerra ya no se estila y aquí es donde los Juegos Olímpicos cobran relevancia. 

Estados Unidos quiere enviar un mensaje claro a China y al mundo: la violación de derechos humanos no puede pasar desapercibida. No asistir con una delegación a los Juegos Olímpicos es su forma diplomática de hacerlo, sin usar la fuerza y haciendo explícito su rechazo. Esta no es la primera medida estadounidense. 

Este año, la administración de Joseph Biden anunció el bloqueo de la importación de ciertos materiales usados en la construcción de paneles solares provenientes de Xinjiang, debido al probable trabajo forzado en la región. Las sanciones económicas y comerciales son otra forma de “hacer llegar un mensaje”. Con la confirmación del boicot a los Juegos, el gobierno chino ha atribuido las acciones estadounidenses a su sesgo ideológico basado en rumores y mentiras. El ministro chino de política exterior ha manifestado la posibilidad de represalias ante el boicot. 

Los Juegos Olímpicos ya han sido politizados en su historia. Como producto de la segregación racial estadounidense, Tommie Smith y John Carlos protestaron en las olimpiadas de 1968.  En 1980, el presidente de EEUU, Jimmy Carter, organizó un boicot a los Juegos en Moscú. Esta vez las olimpiadas vuelven a ser el terreno para una discusión política más amplia. ¿Son también los derechos humanos un pretexto dentro de un conflicto ideológico? 

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