Morir y luego salvar vidas


5 mitos sobre la donación de órganos que debemos superar


Este 23 de mayo es el Día Nacional del Donante de Órganos, una fecha muy relevante si consideramos que el 76 % de peruanos le ha dicho que “no” a la pregunta del DNI sobre si donarían sus órganos después de su muerte. Es decir, más de 24 millones de peruanas y peruanos se niegan a lo que podemos considerar el último gesto de amor al prójimo que podemos realizar: salvar vidas luego de nuestra propia muerte. Un gesto que, además, no nos afectará directamente en lo más mínimo, puesto que nuestro paso por esta realidad ya habrá llegado a su fin. 

¿Por qué la donación de órganos no es más popular en el Perú? Quizá se deba a la existencia de una serie de mitos que circulan alrededor de este gesto altruista. Por ello, aprovecharé este espacio para tratar de desmentir los que más he escuchado repetir.

Mito 1. “Si pongo en mi DNI que soy donante de órganos, el personal médico me dejará morir en una emergencia”.

Este es un mito muy difundido y no existe ninguna investigación o denuncia que lo sustente, como ha ocurrido con esos mitos urbanos que han crecido y que nadie sabe de dónde salieron, como los tatuajes con droga en los dulces infantiles en los noventa, o las “agujas con SIDA” en los cines a inicios de los dos mil: fantasías que de tanto repetirse se instalan como si fuesen realidad, pese a no haber indicio alguno para ello.

El primer deber de cualquier médico o profesional de la salud es salvar la vida de la persona que tiene al frente y a eso aboca todos sus esfuerzos. Un médico no tiene incentivos para la búsqueda de donantes, y, por el contrario, se arriesgaría a denuncias y sanciones penales si se demuestra que dejó morir a alguien.

Mito 2. “Si digo que soy donante, puedo ser víctima de traficantes de órganos”.

El grado de sofisticación y especialización que se requiere para trasplantar exitosamente un órgano es muy alto. En Lima, por ejemplo, solo dos hospitales hacen este tipo de procedimientos médicos. La idea de poder realizar algo así en la clandestinidad resulta inverosímil. Es otro de esos mitos que circulan mucho, no solo en el país sino en la región: hace unos años la BBC publicó un reportaje donde se revela una falsa campaña mediática en México sobre supuestas mafias de traficantes de órganos. Pueden leer el reporte en este enlace

Pero pongámonos en el supuesto negado de que el tráfico de órganos sí existe en nuestro país: ¿me van a decir que quienes están involucrados en esta actividad ilícita respetarán lo que la persona ponga en su DNI respecto al destino de sus órganos? ¿Solo traficarían con aquellos que están a favor de la donación? Curiosa deontología criminal.

Mito 3. “Mi familia tendrá que cubrir los gastos de la donación”.

Todo el proceso de donación, traslado y trasplante es realizado y cubierto por el Estado. Los familiares no tienen que cubrir ningún gasto, el Sistema Nacional de Donación de Órganos se encarga de todo.

Mito 4. “Soy una persona religiosa, no puedo donar órganos”.

Habría que revisar a qué religión pertenece la persona, pero es probable que también sea una afirmación injustificada. La mayoría de las religiones permiten la donación de órganos y tienen un discurso favorable. Tal es el caso de la Iglesia Católica, donde los últimos tres papas han tenido declaraciones a favor. El papa Juan Pablo II dijo que los cristianos deberían aceptar ser donantes de órganos como un desafío para su generosidad y amor fraternal. El papa Benedicto XVI dijo que “los trasplantes de tejidos de órganos representan una gran conquista de la ciencia médica y son ciertamente un signo de esperanza para muchas personas que atraviesan graves y a veces extremas situaciones clínicas”. El papa Francisco declaró que “la donación de órganos no es solo un acto de responsabilidad social, sino también una expresión de la fraternidad universal que une a todos los hombres y mujeres”. He encontrado también declaraciones a favor en varias iglesias cristianas, como la adventista, presbiteriana, pentecostal y bautista. 

En el caso de los judíos, tanto las ramas ortodoxas y conservadoras como las reformistas se han mostrado a favor de la donación. El rabino David Golinkin, profesor de derecho judío en el Schechter Institute of Jewish Studies en Jerusalén, lo explica de esta forma: «es una mitzvá (mandamiento) donar órganos después de la muerte porque ‘quien salva una vida se considera como si hubiera salvado el mundo entero’ (Mishnah Sanhedrin 4:6)”.

Mito 5. “Si tengo alguna condición de salud o enfermedad no podré donar órganos”

El estado médico de cada persona se evalúa en el momento de su muerte para determinar qué órganos y tejidos son viables para la donación. Personas con enfermedades crónicas o graves, o víctimas de accidentes, igual pueden ser donantes de órganos que no se hayan visto comprometidos. Lo mismo sucede con las personas que consideran que ya son muy mayores para ser considerados donantes: la evaluación médica determinará si eso es así o si hay algún órgano o tejido que sí puede ser objeto de donación.

Si la información en este artículo tiene sentido para usted, o si ayudó a acabar con alguno de los mitos que todos hemos escuchado, lo invito a que revise su DNI y convierta el “no” en un “sí”. Más de 7 mil pacientes en nuestro país se encuentran a la espera de un órgano para seguir viviendo. La ciencia está de su lado, pues existen los tratamientos para salvarles la vida. Ahora solo resta que nuestra humanidad también lo esté. 

1 comentario

  1. Marco Antonio Valderrama R.

    Se necesita incentivar la cultura de donación de órganos, en todos los niveles y alcanzar la meta de cubrir la necesidad de trasplante que tiene tanta gente.
    A través de los medios informativos, las escuelas y centios de formación para desmitificar los conceptos errados de la gente. Soy beneficiado de trasplante y veo la realidad de muchas personas que están en lista de espera. Es lamentable ver como se apagan vidas en espera de su trasplante.

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