Lo que el “menos malo” nos oculta


Por pensar en la presidencia perdemos de vista algo igual de importante 


A menos de un mes para las elecciones el panorama no pinta nada bien. Cada día escucho a más gente decir, con no poca desesperación, que no tiene idea de por quién votar porque todos los candidatos les resultan malos. No es que los peruanos no tengamos experiencia en elegir lo que consideramos el “mal menor” –esta ha sido una especialidad de las segundas vueltas por casi veinte años–, pero el año del Bicentenario las cosas parecen peor que de costumbre.

            Si comparamos el panorama con el inicio de marzo del 2011 o del 2016 vemos claramente que la carrera entonces era entre 3 o 4 candidatos, y que dos o tres ya aparecían con doble digito. Quienes pasaron a segunda vuelta en ambas oportunidades ya se vislumbraban claramente cuatro semanas antes de las elecciones, aunque las sorpresas eran todavía posibles. Las encuestas del 2011 le otorgaban 26% a Alejandro Toledo –que no logró pasar a segunda vuelta–, mientras que Keiko Fujimori tenía 19% y Ollanta Humala seguía tercero con 15%. Cinco años más tarde la candidata naranja tenía más de 30%, Pedro Pablo Kuczynski rondaba el 15% y Verónika Mendoza y Alfredo Barnechea alrededor del 9%, pero esto ocurrió luego de que se excluyera a Julio Guzmán y a César Acuña, que en febrero habían obtenido 18% y 6% respectivamente, antes de que sus votos se dividieran entre las otras candidaturas. 

            Hoy, la situación es aún más fragmentada. Yohny Lescano lidera con 13% y lo sigue Rafael López Aliaga con 9%. En tercer lugar van Fujimori y Mendoza con 7%, mientras que George Forsyth cae a 6%. Vemos entonces que, aunque ya hay dos punteros, cualquiera de los cinco podría pasar a segunda vuelta –y más aún considerando el margen de error–, e incluso se podría colar Hernando de Soto, que lleva un 5%. Esta vez no se ha excluido a ningún candidato y, como todos corren tan cerca y tan bajo, se necesitan pocos votos para hacer la diferencia.

            En pocas palabras: un escenario que casi parece un sorteo. 
Luego de cinco años de inestabilidad política y de grandes avances judiciales contra la corrupción –y de un año entero de dantesca pandemia–, lo único que queda claro es que, mientras el plazo se acorta, ningún candidato logra emocionar realmente al grueso de electores.

            Ante el ascenso de un candidato, sea grande o milimétrico, crece también el interés por él (o por ella), y es aquí cuando muchos electores deciden si pueden convivir con lo “malo” de su postulante. Otros eligen la estrategia de sopesar quién sería el contendor menos problemático que acompañe al candidato “fijo” para hacer más llevadera la decisión en la segunda vuelta. Pero mientras crece la desesperación por encontrar al “menos malo”, de lo que menos se habla es sobre qué clase de Congreso vamos a elegir. Dado que quienes pasen a segunda vuelta no van a arrasar, que su voto de arrastre para el Congreso será probablemente igual de limitado, y que un buen grupo de electores podría optar por el voto cruzado, el escenario parlamentario se presenta mucho más complicado y preocupante, porque si algo ha quedado claro en el último lustro es que, en el sistema político peruano, los parlamentarios son decisivos para la gobernabilidad. 

            De momento Acción Popular llevaría el mayor número de parlamentarios (12), a pesar de que la segunda postulante de su lista está en abierta pelea con su candidato presidencial. Le sigue con 8 candidatos el FREPAP –la revelación del 2020– y que, por lo visto, no ha decepcionado a todos sus votantes. Empatados con 6 van el Partido Morado y Somos Perú, por el que candidatea el expresidente Martín Vizcarra. El partido de Fujimori tiene 5 y el de López Aliaga 4, mientras que Juntos por el Perú solo 3. Pero si el FREPAP, el Morado y Somos Perú no pasan la valla del 5% de votos para el parlamento o no logran tener a más de 7 congresistas en dos distritos electorales, sus congresistas no serán elegidos y las curules se repartirán proporcionalmente entre las agrupaciones que hayan sacado más del 5%.

            Menudo escenario para la gobernabilidad.

            En nombre de ella, tan importante como pensar en el “menos malo” para Palacio es que pensemos en una bancada responsable para el Congreso.

2 comentarios

  1. Sara

    Los front-man de las elecciones son los que se llevan la atención mediática y se obvia o soslaya la importancia de las listas congresales y más aún, los vicepresidentes, que no es asunto menor. Estamos viendo en estas elecciones del cacareado Bicentenario varios con ideas medievales, con ideas tan sorprendentes como aquella que afirma que el hombre es el rey, sacerdote y profeta del hogar. No quiero ni imaginar el futuro de las políticas de salud reproductiva ni de igualdad de género con gente así en el poder. Si se ha avanzado poco todavía, con un gobierno ultra conservador, con segura presencia de la iglesia católica, se retrocederá a la época medieval.

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