Libre mercado: mano sí, dedo no


A propósito del cártel de las impresiones


La semana pasada una noticia muy importante recibió poca atención en los medios tradicionales: la Comisión de Defensa de la Libre Competencia de Indecopi sancionó en primera instancia a cuatro empresas dedicadas al negocio de la impresión. Cito la infracción: “Coordinar y pactar ilegalmente con sus principales competidores y así repartirse las licitaciones de textos escolares lanzadas por el Ministerio de Educación.”

            Según el análisis de Indecopi, este contubernio le ha costado 55 millones de soles a la educación peruana. Ojo, que no es el monto de los contratos: es la ganancia indebida de los infractores, lo que se embolsaron por encima de los precios competitivos. ¿Es posible imaginar algo más miserable que concertar precios para perjudicar a los niños y jóvenes de las escuelas públicas? Para mayores señas, la investigación de Indecopi determinó que esta práctica colusoria duró al menos siete años, entre 2009 y 2016. 

            Es difícil pensar que esta haya sido una práctica aislada y puntual de algunos funcionarios de las empresas de impresión. Mas verosímil es que la jugada haya sido parte de políticas corporativas de las empresas infractoras. Cuando me enteré de esto, quedé pasmado frente a lo hondo que se puede caer en esta jungla del “sálvese quien pueda, sin importar a quién pisoteas”. 

            Sin embargo, sí existe algo más miserable que concertar precios perjudicando a estudiantes: hacerlo mientras se pontifica a favor de la libertad de los mercados y la bondad del modelo económico actual. Una de las empresas corruptas es parte del Grupo El Comercio, la cual delató a sus exsocios del cártel pidiendo clemencia ante Indecopi.

            Si usted quiere enterarse de los detalles, su única opción es recurrir a medios independientes. Hay dos reportes bien completos, uno de Paolo Benza para Sudaca y otro de Elizabeth Salazar para Ojo Público. En ellos también se comenta la existencia de otro cártel que fue protagonizado por la misma empresa del Grupo El Comercio –uno aparte del que perjudicó a la educación–, que también ha sido sancionado por repartirse indebidamente el mercado de clientes privados con Quad Graphics, una imprenta de matriz extranjera operando en el Perú. Han sido varios los perjudicados por esta asociación ilícita que distorsionó el funcionamiento del mercado.

            Cuando un mercado se distorsiona, los efectos tienden a ser mayores. Los problemas de competencia en un mercado distorsionan a otros, y los perjudicados al final siempre somos nosotros, los consumidores. Piense en la cadena de farmacias, el supermercado, o la tienda de herramientas que tuvo que pagar precios más altos por sus impresiones. Esos mayores costos fueron trasladados, al menos parcialmente, a la pastilla, al pan, o al martillo que usted compró. Se lo aseguro. 

            Cuando los mercados funcionan bien son una maravilla, pero cuando no lo hacen, pueden ser una pesadilla. Basta con recordar el trato que hemos recibido cuando hemos querido plantear un reclamo a nuestro banco, al operador de teléfono celular, a la compañía aérea. De hecho, en los reportes de Indecopi, estas compañías son las que más quejas representan.[1] Recordemos también que los precios que pagamos por varios de los servicios bancarios, de telefonía y de transporte son absurdamente altos.

            Por lo general, tiendo a creer en el buen funcionamiento de los mercados para bienes y servicios comunes (mas no para los derechos, como el de la salud y la educación, como ya deben haberme leído al respecto). La famosa metáfora de la mano invisible funciona muy bien. Cuando existe competencia, la sumatoria de preferencias, recursos y conocimientos de los agentes de los mercados hace que todos ganemos, consumidores y proveedores. 

            Pero esto se distorsiona cuando alguien trata de meter el dedo. Ahí se quiebran las confianzas y se generan distorsiones en cadena. Por eso necesitamos regulación e instituciones que se encarguen de velar por su cumplimiento. Así sucede en todas partes. 

            La trampa en ello es que la regulación siempre será imperfecta para velar por el apropiado comportamiento de los agentes. Cuando se intenta una regulación exhaustiva se corre el riesgo de quitarle dinamismo a los mercados, y cuando la regulación es demasiado laxa la puerta se abre mucho para los malos comportamientos. Es aquí cuando Sam Bowles explica que más importante que la regulación o los incentivos es el comportamiento de los ciudadanos.No existe un conjunto de reglas escritas que nos lleve a la sociedad ideal. Aproximarnos a ella depende de nosotros.


[1] También es cierto que estas compañías tienen altos volúmenes de transacción. Esto podría explicar, al menos parcialmente, los altos volúmenes de quejas. Mas allá de ello, el argumento de nuestro descontento ciudadano frente al funcionamiento de esas empresas en esos mercados es inocultable.

5 comentarios

  1. CRISTINA PATRICIA MEDINA VELASQUEZ

    ¡Qué difícil es explicarle a alguien que la concertación, la concentración; en general, las fallas de mercado, perjudican a todos los consumidores! El discurso del libre mercado, que los empresarios pueden hacer lo que quieran con tal de lucrar y dar trabajo a costas de los consumidores es, a veces, difìcil de transmitir.
    Me parece que hay en este problema (como en tantos otros) una falta de institucionalidad. Necesitamos que Indecopi tenga dientes efectivos a las malas prácticas. Que pueda ejercer un rol desincentivador real. Se me ocurre, tener una categoría con un rango comparable con la Sunat.
    Gracias, Hugo, por tus artículos.

    • Annabella Gaggero

      Hugo, me encantó! Estos aportes son tan valiosos que yo estaría dispuesta a pagar una suscripción más alta para que los contenidos sean públicos. Lo han pensado? Es de urgente necesidad. Es impresionante ver las barbaridades que se dicen en nombre del «mercado».
      Cariños.

  2. Nilo Espinoza

    Que pena pensar que los mas «educados» son los más corruptos, robo con educación, es una lástima, por ello que luego las personas se van al otro extremo. Qué tan lejos puede llegar la codicia humana? Gracias por el artículo Hugo. Saludos Claret. Eleva una oración por nuestro amigo Juan Ricardo Cabrera Villavicencio esta delicado de salud.

  3. Lucho Amaya

    Indiscutibles realidades (la que detalla y otras, claro).
    Excelente colofón, con solución.
    Saludos

  4. Gloria Dunkelberg

    Entre 2004 y 2006, en un proyecto de la UE, pude ver de cerca el funcionamiento de la venta de textos escolares en la sede de un Colegio estatal o en las Librerías que el colegio exigía. En uno de ellos, la protesta de los padres por los precios caros, ocasionó la renuncia del Director.

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