La gota que derramó el petróleo


¿Qué podemos aprender del derrame en la costa limeña? 


El 15 de enero, un derrame de petróleo en la refinería La Pampilla afectó 18.000 metros cuadrados de mar peruano, un área que probablemente resulte ser mucho mayor. Durante estos días han circulado imágenes de la fauna marina muerta y teñida de negro en las costas de los distritos de Ventanilla (provincia del Callao), Santa Rosa y Ancón (Lima Metropolitana). Repsol, la empresa que administra la refinería, ya enfrenta medidas administrativas dictadas por el Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA), adscrito al Ministerio del Ambiente. ¿Qué podemos aprender sobre los derrames de petróleo en Perú?

La actividad petrolera, en general, es una industria de alto impacto ambiental. Según Greenpeace, los derrames de petróleo en ríos, mares y océanos se encuentran “entre los más graves desastres ambientales que atentan contra la biodiversidad”. Se calcula que, aproximadamente, 3.800 millones de litros de petróleo entran cada año a los océanos como resultado de las actividades humanas. Las causas de los derrames pueden ser accidentales o deliberadas. 

Los derrames accidentales incluyen las consecuencias de fenómenos naturales, aunque no sean la mayoría. Un pequeño porcentaje de derrames de petróleo, 8% de acuerdo al mismo informe de Greenpeace, se debe a causas naturales. Este es el caso de la catástrofe de este fin de semana en Lima. La erupción en Tonga a 10.000 kilómetros de distancia ocasionó oleajes anómalos en Perú. El incidente ocurrió mientras un buque intentaba descargar barriles en condiciones adversas y colisionó con el terminal.

Los factores naturales juegan un rol en los potenciales riesgos de la actividad petrolera. Sin embargo, estos no pueden ser los responsables de una alteración del medio ambiente. Se trata de un riesgo conocido en la industria y, por lo tanto, requiere de un plan de contingencia. Las autoridades medioambientales investigan más a fondo cuál era este plan en el caso de la refinería y por qué no se efectuó a tiempo. También queda pendiente responder por qué continuaba la actividad en las costas pese a la alerta internacional de tsunami en el Pacífico. 

Así como los fenómenos naturales, hay otras causas más frecuentes de derrames de petróleo. No es la primera vez que sucede un derrame de petróleo en Perú. Tampoco es el primer derrame de petróleo de Repsol. En el 2013, la Dirección General de Capitanías y Guardacostas (Dicapi) y la OEFA detectaron un derrame de 195 barriles de petróleo en el mismo terminal afectado este fin de semana. 

Esta vez el impacto se ha sentido cercano a la capital del país. Usualmente, el escenario es otro. Los ríos y suelos amazónicos quedan teñidos de negro por tuberías de crudo en mal estado. 

Durante la pandemia, Convoca.pe registró al menos 14 derrames de petróleo en el país. La mayoría de ellos ocurrieron en el Lote 192, en la región Loreto. En el territorio ancestral de distintos pueblos  como el kichwa, los tubos en mal estado suelen manchar centenas de metros cuadrados. En esas circunstancias, no solo la fauna y el mar se ven afectados directamente. Los derrames son un problema social. 

Los pescadores, cuyas economías familiares dependen de un mar limpio y sostenible, han protestado por lo sucedido en  La Pampilla. De forma parecida protestan las comunidades que pasan días recogiendo el petróleo y depositándolo en bolsas cuando es posible. Cuando no, el petróleo fluye al río donde coexisten los peces de los que se alimentan y el agua que beben. 

Un informe de Servindi relata que la mayoría de derrames  en Perú (35.2%) son ocasionados por actos de sabotaje o atentados de terceros contra las compañías petroleras. El 32% es ocasionado por falta de mantenimiento. Por otro lado, de los 190 derrames ocurridos en 20 años, “13 son por falla de accesorios o conexiones, 7 por causas externas, 18 por causas naturales, 5 por fallas de construcción y 8 por fallas operativas”. Los actos de sabotaje son un tema digno de atención, tanto como la responsabilidad de las empresas que no previenen el riesgo de derrame. 

Como recordamos, una de las conclusiones de la COP26 sobre cambio climático es la necesidad urgente de reducir el consumo de hidrocarburos como el petróleo por ser altamente contaminantes. Los derrames son solo parte de sus consecuencias en el medioambiente. La cuestión de fondo es cómo y cuándo daremos el giro a otras fuentes de energía que nos mantengan a salvo, a corto y largo plazo.  

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