Vigencia de Redoble por Rancas, la bellísima novela-denuncia de Manuel Scorza, a 50 años de su publicación.
“Vais a completar la obra más grande que el cielo ha encomendado a los hombres:
la de salvar un mundo entero de la esclavitud”
Simón Bolívar
‘Arenga de Rancas’, 2 de agosto de 1824
Nos han educado queriéndonos convencer de que somos iguales ante la Ley. Que la vida de todos vale lo mismo, que tenemos igualdad de derechos, que debemos cumplir las mismas obligaciones. Desde 1990 el relato se ha visto aderezado con la idea de que, con esfuerzo y sacrificio, todos, sin distinción, podemos salir adelante, dejar la pobreza y alcanzar la plenitud personal. El que estudia, triunfa. Puedes si crees que puedes. Tú eres tu destino.
Suena bonito, pero evidentemente se trata de una mentira. Una fantasía, en el mejor de los casos bienintencionada, creada desde el poder en la pequeña isla de los privilegios. No creo necesario explicarlo, basta levantar la mirada, caminar unos pasos. La desigualdad, una aberración social normalizada, está ahí para quien quiera verla. Para quien no, la pobreza y los pobres son invisibles y silenciosos. Les tocó. Qué pena.
Tras muchos años de vejámenes, en abril de 1960 los campesinos de San Antonio de Rancas, en Cerro de Pasco, tomaron la pampa próxima de Huayllacancha. Se dio cuando el pueblo no pudo más, como una defensa desesperada de sus tierras, arrambladas por una colusión entre la Cerro de Pasco Corporation —la minera más rica del momento— y ciertas autoridades locales. El 2 de mayo un destacamento a caballo de la Guardia Civil más un grupo de matones entraron a lo bestia, dejando varios muertos y un centenar de heridos. El caso es ejemplar: sobre los cuatro mil metros de altura, en la misma pampa donde las tropas de Bolívar se concentraron antes de emprender la conquista de Junín, se juntaron siglo y medio después lo peor del poder económico, el poder político y el aparato de control para doblegar y expoliar a los de siempre. A quienes hasta entonces pertenecía la tierra que cultivaban. A los pobres. Eso se llama necropolítica.
El poeta y editor Manuel Scorza viajó a Rancas para documentarse sobre los sucesos, y lo que comenzó como un proyecto de crónica terminó dando origen a ‘La guerra silenciosa’, la saga novelística más fascinante de la literatura peruana. Redoble por Rancas, el inicio de la pentalogía, se publicó en España en 1970, y desde entonces ha conocido varias ediciones en castellano y —como Historia de Garabombo el invisible (1972), El jinete insomne (1977), Cantar de Agapito Robles (1977) y La tumba del relámpago (1979)— fue traducida a, por lo menos, 40 lenguas más. En el Perú se leyó poco. En el Perú se publicó recién en 1986. En el Perú, donde Scorza había sacado adelante un fenómeno de masificación literaria nunca igualado —los Populibros—, Redoble y el resto de sus novelas fueron desdeñadas en su momento por un gobierno integrado al Plan Cóndor, como fue el de Morales Bermúdez.
No me voy a explayar en el libro. Solo le contaré a quienes no lo han leído que narra, con un estilo harto poético, irónico y conmovedor, la épica de los comuneros, quienes ven su existencia amenazada por el avance de los poderes arriba mencionados, representados real y alegóricamente a través de un inmenso gusano de metal que comenzó a cercarlos, a encerrarlos, hasta que los diques se rompieron. La novela está llena de personajes inolvidables e impregnada de ciertas tendencias experimentales del momento, y se reconoce la influencia de Carpentier en el barroquismo y lo que algunos llaman realismo mágico andino. Es también una crónica, entendida como la que practicaban los viajeros y la del periodismo literario, que, a través de un empaque de ficción, da cuenta de una infamia consustancial a la historia de nuestro país. Ya en sus 7 ensayos Mariátegui explicaba que, en resumen, el problema del indio es el problema de la tierra. La primera línea de Redoble advierte al despistado: “Este libro es la crónica exasperantemente real de una lucha solitaria”.
Para que quede claro, se trata de una grandísima novela.
50 años después, Alfaguara ha publicado una edición definitiva y muy cuidada que incluye un prólogo notable de Karina Pacheco, un breve dossier fotográfico, la versión facsimilar de la célebre ‘Fe de erratas’ del autor, y un reportaje que escribiera Guillermo Thorndike cuando fuera liberado, tras 11 años de prisión por los sucesos de Rancas, Héctor Chacón, ‘El Nictálope’, protagonista del relato. El indulto vino del mismo Velasco en 1971. Fue un triunfo de la justicia, de Scorza, de la literatura.
Thorndike acaba su artículo haciendo notar que “en este país que encarceló al Nictálope, cien familias son propietarias de la mitad de la tierra cultivable. El 1,5% de los propietarios posee el 63% de la tierra”. ¿Cuánto de esto ha cambiado en el Perú en este medio siglo? Recientemente oí al Presidente Sagasti decir que no tenemos por qué pensar en la minería como la única forma de desarrollo y, a la vez, al ministro de Energía y Minas anunciar una propuesta de acuerdo previo como alternativa para “agilizar” el proceso de consulta. Hoy el gusano de metal quizá no amenaza más a Rancas. Pero sí a Yanacocha. Las Bambas. Tía María. Espinar. Es también la amenaza a la bahía de Paracas. Es el subempleo, es la crisis sanitaria eterna, el transporte público. La corrupción. La iniquidad institucionalizada. El gusano son los dueños de las universidades truchas, sus congresistas funcionales, los policías que dispararon a los manifestantes. Por otro lado, en el bando de la resistencia hay personas valientes como la jueza Marianella Ledesma quien —fascinante casualidad de la que me acabo de enterar— es hija de Genaro Ledesma. Ledesma, antes de volverse en narrador y poeta; de sufrir prisión y destierro; de convertirse en el líder de la izquierda que recordamos, fue alcalde de Rancas durante los hechos novelados, y personaje crucial de la saga.
Hoy, 27 de noviembre, se cumplen 37 años de la muerte de Manuel Scorza en un accidente aéreo. El escritor tenía 55. Cuánta vida se estrelló con ese avión. Cuántas luchas quedaron a medias.
Hace poco leí un testimonio de su nieta, la urbanista Mariana Alegre, que da en el clavo cuando dice por qué habría que leer la novela hoy: “No puedo decir que para no repetir la historia, porque ya la estamos repitiendo. Pero creo que sí para que se reconozca desde hace cuánto venimos haciéndolo”.
No todos somos iguales. La vida de todos no vale lo mismo. Ser pobre es injusto y da rabia. No hablo de sentir culpa, que eso no sirve de nada a nadie. Pero al menos podríamos recordar de vez en cuando, por ejemplo al despertarnos sobre una cama tibia, que no hay dignidad en la vida del hombre que es lobo del hombre.
Como buen «setentero», leí Redoble por Rancas en el colegio. La considero una de las obras que me motivó el buen hábito de la lectura a pesar de «ser impuesta» como parte de la política educativa de Velasco. Más allá de la historia contada -que motiva a cualquier joven peruano (costeño) a ver más allá de su entorno cercano- es una obra de arte. No estoy seguro si el actual plan lector la incluye (… debería).
Gracias. No, no lo incluye porque el libro no estaba realmente disponible. Ojalá los colegios nacionales y particulares promuevan que los chicos se acerquen a una obra tan rica y reveladora como la de Scorza (sus novelas, pero también su bella poesía)
wuau! que buen texto… a la yugular. Justo hace 2 días estuve escuchando una mesa de poesía y una conferencia de mi colega el dr Luis Landa sobre Scorza y el indigenismo, en el congreso que se viene realizando en San Marcos- Una relectura en pandemia!
Hay una veta interesante en tu texto para los programas escolares de literatura y me pregunto porqué no lo hemos leído? tantos años repensando textos y este siempre olvidado…
Gracias. Bueno, realmente no había una buena edición disponible, solo la de Cátedra. Pero ni había una buena edición local, como dices, para llevar a los colegios. Redoble es una lectura que puede marcarte la vida siendo joven.
Muy bien
Muchas gracias!
Artículo de panfleto, no aporta mucho el jugo de hoy. El acuerdo previo no reemplaza la consulta, es sólo para labores de exploración que no generan impactos. A viajar un poco y ver que Nueva Fuerabamba o Baños del Inca no se parecen en nada al Rancas de los 60s.
Ok
EL gusano de metal se transforma, se mimetiza entre las fauces de una política que no termina de entender las prioridades ciudadanas. Se acaba el tiempo, faltan 08 meses y la mesa del Bi100 estará servida, todos querrán ser partícipes, algunos se habrán preparado para la celebración, a otros lo tomará por sorpresa. Pero ese gusano también quiere participar de la fiesta y es capaz de llegar con el regalo más fastuoso, pero sabremos después que solo es papel, porque por dentro no hay nada que ofrecer.