¿Era el fuego una alerta o un presagio?


30 años después, los incendios y la destrucción no vienen del ecoterrorismo


El Frente de Liberación de la Tierra nació en 1992 en el Reino Unido. Se trataba de un grupo clandestino, sin líderes visibles, dedicado a realizar acciones vandálicas en nombre de la defensa del medio ambiente. En los años siguientes se extendió por Europa y Estados Unidos, donde el FBI lo catalogó como una amenaza de terrorismo doméstico, y a sus integrantes los llamó ecoterroristas. Los integrantes del Frente y sus simpatizantes utilizan el término de ecorresistencia y catalogan a sus acciones como ecosabotaje. 

A la fecha se considera que el Frente de Liberación de la Tierra ha tenido presencia en por lo menos 17 países. No se trata de una única organización de alcance internacional, con un organigrama claro y estructura rígida, sino es más bien una suerte de identidad que puede ser asumida por distintos grupos locales que encuentran en las acciones de sabotaje una reacción legítima a los problemas ambientales. 

Un ejemplo de su accionar fue lo ocurrido hace 24 años, en Colorado, Estados Unidos. Un centro turístico planeaba talar más de 300 hectáreas de bosque para ampliar sus instalaciones, incluyendo nuevas pistas de esquí. Uno de los problemas con ello es que amenazaba el hábitat del lince canadiense, lo que llevó a un grupo de ambientalistas a demandar al centro turístico para evitar la deforestación. Las acciones judiciales no dieron resultado y todo quedó listo para que se produjera la tala de miles de árboles. Pero pocos días antes de que se iniciara la deforestación, ocho de los nueve edificios del centro turístico fueron incendiados, causando 12 millones de dólares en pérdidas. Una nota de prensa anónima difundida por el Frente señaló que el complejo había sido destruido por el lince canadiense. 

El fuego era utilizado frecuentemente en los atentados del Frente de Liberación de la Tierra. Como cuando incendiaron un edificio de la Universidad Estatal de Michigan, una mansión en Colorado, treinta camionetas en un concesionario de autos en Oregon y los laboratorios de la Universidad de Washington. En el incendio de un proyecto de condominio de 206 unidades en San Diego colocaron un letrero que decía: “Si ustedes lo construyen, nosotros lo quemaremos”. 

De acuerdo al FBI, desde 1996 al 2002, el Frente de Liberación de la Tierra, junto con el Frente de Liberación Animal, habían cometido 600 actos criminales en Estados Unidos, con daños que sobrepasaron los 42 millones de dólares. A lo largo de los años, más de una veintena de sus integrantes fueron capturados y sentenciados a prisión. 

Como es evidente, las acciones del Frente de Liberación de la Tierra son legal y moralmente reprochables. Las acciones violentas no pueden celebrarse ni justificarse, no importa cuales sean sus fines. Si queremos vivir alejados de la barbarie, se deben condenar y perseguir estos atentados, y ser muy claros en reafirmar la necesidad del respeto a las leyes.

Dicho ello, no deja de ser sintomático y desolador constatar que treinta años después de la creación del Frente de Liberación de la Tierra, el fuego que amenaza a millones viene de algo mucho más peligroso y poderoso que esos grupos ecoterroristas. La destrucción a gran escala en diversas partes del mundo generadas por el fuego —con pérdida de vidas humanas, destrucción de ecosistemas y graves daños a la propiedad privada y pública— no son responsabilidad de una organización clandestina o de un puñado de radicales. Estamos sufriendo las consecuencias del calentamiento global generado por la acción irresponsable de la humanidad y por décadas de indiferencia frente al problema.

Este 2022 se vienen registrando incendios forestales en 22 países europeos, los que han cuadruplicado el promedio de incendios ocurridos en los últimos 15 años en dicho continente. Solo en España, en lo que va del año, se han producido 30 grandes incendios forestales donde el fuego ha arrasado más de 200 mil hectáreas. La realidad en Estados Unidos y América Latina también es muy alarmante. Y de acuerdo a Naciones Unidas, los incendios forestales en el mundo aumentarán un 30 % para el 2050 y un 50 % para fin de siglo debido a la crisis climática.

Y esta es solo una de las muchas consecuencias negativas del cambio climático generado por el hombre. También está la extinción de decenas de especies, las sequías, la desaparición de glaciares, el aumento de climas extremos. A ello hay que sumar otras acciones ambientalmente suicidas, como la contaminación de nuestros océanos, la deforestación a gran escala, la polución en nuestras ciudades, y un terrible etcétera. Todo esto genera muertes, daños permanentes a la salud, e impactos severos a las economías locales.

¿Era el fuego del Frente de Liberación de la Tierra una llamada de alerta para lo que viene ocurriendo hoy en nuestro planeta, o era un terrible presagio?

Los ecoterroristas fueron identificados y juzgados, y están pagando por los daños que hicieron, como corresponde. ¿Sucederá lo mismo con los líderes mundiales que actualmente están permitiendo la destrucción ambiental del planeta? 

1 comentario

  1. Lourdes

    La tierra está reclamando lo suyo, es tarde para el lamento, ella es tan generosa y el hombre cegado de ambición no la escuchó. La tierra, aún generosa nos muestra su ira; ella misma nos proteja.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Volver arriba