Enfriar nuestro planeta


El colapso climático es real y nuestros bosques pueden salvarnos


Ayer se publicó el más reciente informe del Panel Intergubernamental del Cambio Climático de las Naciones Unidas. Este grupo —ganador del Premio Nobel de la Paz el 2007— fue creado hace más de tres décadas y su misión es brindar alternativas de solución basadas en la ciencia que sirvan para hacer frente al cambio climático y sus impactos negativos. Como se imaginarán, sus informes no suelen traer buenas noticias. Pero el de ayer resulta aterrador. 

            El calentamiento global es imparable. Cualquier esperanza que existía hasta hoy sobre él ya no es una posibilidad. No se trata de una opinión, es una conclusión ampliamente aceptada por la comunidad científica. En el último siglo la Tierra se calentó 1.1 grados Celsius y en los próximos veinte años, incluso si todos los países se pusieran las pilas, igual aumentará 1.5 grados más. Y no estamos hablando de sentir un poco más de calor en fechas inesperadas: estamos hablando de destrucción y muerte. Disculparán la crudeza al señalarlo.

            No se trata de proyecciones para el mañana, sino de efectos que desde hace muchos años se han ido agudizando: la ola de calor que ha matado a cientos de personas en Estados Unidos y Canadá este año, las sorprendentes inundaciones en Alemania y China, los incendios forestales alrededor del mundo. Todo ello tiene que ver con este suceso del cual se nos viene advirtiendo hace tres décadas y que hoy es una espeluznante realidad.

            Las consecuencias no solo pueden verse en los fenómenos climatológicos, están presentes también en nuestra salud. Un ejemplo puntual: está demostrado que el incremento de las temperaturas hace que en nuestro país se incrementen las áreas donde pueden proliferar la malaria y otras enfermedades, sumando una carga adicional al ya colapsado sistema de salud.

            ¿Qué hacer? Uno de los problemas cuando se habla de este asunto es que suele abordarse desde la responsabilidad individual. Pensamos en reciclar en nuestras casas, en plantar árboles en nuestros barrios, en compartir mensajes de concientización en las redes sociales. Todo eso está muy bien, pero ni por asomo puede ser considerada una manera adecuada de enfrentar este problema. Necesitamos acciones drásticas a gran escala, impulsadas por los estados y acompañadas por los diversos sectores de la sociedad. De igual manera, esas acciones que podrían ser de adaptación y mitigación deben adecuarse a las particularidades de los territorios y responder a múltiples escalas para rentabilizar mejor sus beneficios.

            No evitaremos el calentamiento global: ese barco ya zarpó. Pero podemos atenuar en algo su tremendo impacto destructivo. 

            El reto global de nuestra generación es enfriar el planeta. 

            Un planeta enfriándose: tal debe ser el paradigma de nuestro tiempo y el objetivo común que debe inspirar no solamente a los científicos, sino también a las narrativas sobre nuestro desarrollo. Es fundamental que esté presente en el discurso político a todo nivel, también en nuestras escuelas y universidades inspirando a las nuevas generaciones, en nuestras ficciones conmoviendo y motivando a millones de personas, repercutiendo en acciones con efecto multiplicador. Considero que si bien en los últimos años la reflexión climática ha avanzado, esta solo ha avanzado en progresión aritmética y necesitamos que esta conciencia crezca a pasos geométricos para tener de verdad una opción viable frente al cambio climático.

            El Perú tiene un rol de liderazgo a cumplir en el enfriamiento del planeta. Y lo tiene que cumplir hoy, con el sentido de urgencia que los científicos nos vienen gritando hace años y, desde luego, a cuenta de los compromisos climáticos internacionales asumidos.

            La gran oportunidad del país se encuentra en los bosques. 

            El 56% de nuestro territorio son bosques. Esto nos coloca como el noveno país a nivel mundial en cuanto a porcentaje de superficie cubierta por bosques. Nuestro rol es central en este reto, pues los bosques, particularmente los tropicales, capturan y fijan gran cantidad de dióxido de carbono y evitan que ascienda a la atmósfera y siga calentando el planeta. 

            Y los beneficios no solo se encuentran de cara a la captura de carbono. Los bosques garantizan el suministro de agua dulce en todo el país, son un banco de secretos y posibilidades en cuanto a plantas medicinales y nutricionales, entre otros servicios ambientales que brindan; además de ser en sí mismo un abanico de oportunidades a nivel económico: diversos estudios muestran que la forestación y reforestación pueden generar miles de empleos formales directos, atraer inversión privada y dinamizar economías locales como nunca antes se ha visto. 

            Sin embargo, para que esto ocurra es necesario poner en valor al bosque en pie y posicionarlo institucionalmente como un sector fuerte e importante, colocándolo al mismo nivel de la minería, la pesca, la industria, entre otros. Es necesario brindarle al bosque el rol tan importante que tiene y que se vea reflejado en políticas y lineamientos realmente estratégicos a corto y mediano plazo —no hablo del largo plazo porque ya será muy tarde— dirigidos a promover, conservar y restaurar nuestros bosques, en especial a los que se encuentran en la Amazonía.

            El reto es enorme, considerando que en el país cada año se pierden cerca de 150 mil hectáreas de bosque. No solo debemos detener esto, sino que es necesario impulsar un agresivo programa para recuperar hectáreas (reforestar) y ganar nuevas (forestar), de la mano con el sector privado, las comunidades indígenas y los distintos niveles de gobierno. 

            Mi última actividad como congresista fue presentar una publicación que trabajamos desde la presidencia de la Comisión de Cambio Climático del Congreso y la Fundación Konrad Adenauer Stiftung: “El futuro de los bosques: del discurso a la acción”. La publicación es una auténtica hoja de ruta sobre el tema, con diecisiete artículos trabajados por veinte autores, revisados por especialistas (muchos de ellos de universidades amazónicas), y con testimonios de líderes y lideresas indígenas, defensores ambientales, activistas de juventudes y empresarios vinculados al rubro forestal. El libro es gratuito y puede encontrarse en este enlace

            La información y el conocimiento para asumir este reto existen, vienen siendo generados por sabios en comunidades indígenas desde tiempos inmemoriales, y por académicos y científicos en años más recientes. Lo que necesitamos es que no queden ahí, sino que, como si se tratase de un bosque, esta conciencia climática nacional siente raíces profundas en la sociedad, crezca y se renueve permanentemente. Que genere los frutos que necesitamos para poder salvarnos como especie. 

5 comentarios

  1. Lucho Amaya

    Gracias por el libro, que demora un poco en descargar, pero ahí lo voy.
    Saludos

  2. Lucho Amaya

    No logro descargarlo.
    ¿Por qué será?… Tal vez mi PC.
    Error: Error de red, dice

  3. Estimado Alberto, formo parte de PROGRESO, una ONG de Piura y sobre todo de un esfuerzo que se viene haciendo desde y por familias campesinas de la sierra tropical piurana, para instalar y/o conservar los bosques ubicados en los páramos y zonas de captación de agua. Concordamos con tu análisis del enorme potencial ambiental de este esfuerzo, así como de todas las oportunidades de mejoramiento económico y social que de ella se desprenden. Asimismo, hemos estado impulsando, a nuestro alcance, el interés e involucramiento de piuranos de la costa y toda la región, mediante una suerte de padrinazgo. Nos gustaría mucho que se sume a esta iniciativa y nos apoye a difundirla, así como contar con su respaldo en lo relativo a políticas y acciones concretas.

  4. Johnny

    Hola,
    Discrepo contigo estimado Alberto,

    Empezar por lo que mencionas es como querer apagar un incendió hechando gotitas de agua, considero que sería mejor retirar lo inflamable o lo que causa el fuego. En ese sentido sería prudente identificar el consumo y que medidas radicales podemos tomar como sociedad mundial. Si planto un árbol y tengo un 3 autos, tema eléctrica y 4 hijos etc, el cambio solo sucede en mi consciencia y disminuye mi sentimiento de culpa.
    Identificar que organizaciónes son las causantes del mayor % de contaminación y idear estrategias aunque estas repercutan en los modelos de negocios actuales seríande mayor impacto.

    Saludos en todo caso por la buena iniciativa.

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