El Verdadero Valor de la educación sexual 


Más allá de tabúes y actitudes conservadoras, una propuesta para tener niños y niñas sanos en cuerpo y espíritu


Christian Martínez Monge es papá de Santiago y Emilia, también psicólogo clínico, diplomado como Orientador en salud sexual y salud reproductiva. Maestrando en Estudios de Género en la PUCP. Es especialista en sexualidad y género, y desde hace 20 años trabaja en proyectos de educación sexual integral en escuelas públicas y privadas. Miembro del Grupo de Investigación de psicología de la salud PUCP y miembro de la Asociación Peruana de Sexología, salud y educación sexual.


¿En quién debería recaer la educación en temas de sexualidad de los niños, las niñas y los adolescentes? Por temas de crianza es responsabilidad de los padres y de las madres, o de las personas a cargo de los cuidados de los y las menores.

¿Por qué? Porque enseñamos de sexualidad desde el nacimiento. Porque la sexualidad no solamente se educa con charlas o talleres en escuelas, sino que se aprende del día a día en el hogar.  Cuando a un niño le decimo “no te toques tu pipi”, estamos enseñando que los genitales no se llaman pene. Cuando a una niña le decimos “esta parte se llama vaginita”, le enseñamos que no se llama vulva (la vagina se encuentra adentro, no se ve externamente). Podemos seguir con una serie de situaciones: familias donde es habitual caminar semidesnudos o desnudos, y otras donde nadie puede verse así por vergüenza; familias donde es común que los padres se besen en la boca delante de sus hijos o expresen muchas formas de amor y afecto; familias donde los insultos, la burla y la violencia es una manera cotidiana de relacionarse en pareja; y un largo etc. Es así como se aprende de sexualidad en casa. Hay que sumar lo que se adquiere en otros espacios de socialización como la familia extendida (tíos, abuelos, primos), el barrio, clubes, parques, iglesias, estadios, programas de televisión e internet. 

¿Quiénes deben regular lo que niños y niñas aprenden en todos estos espacios? Los padres y las madres. Tal cual corrigen a sus hijos cuando desobedecen, o refuerzan una buena conducta en un espacio social. Y con todo ello llegan a la escuela, el lugar por excelencia de socialización durante, por lo menos, once años de vida. Y adonde acuden para adquirir conocimientos no solamente de matemáticas, ciencias, letras; sino para reforzar aquello que se asimiló en casa: normas sociales, valores, convivencia y ciudadanía. En muchos casos, recién a aprender o incluso corregir ciertas enseñanzas.

Todo esto es importante tenerlo en cuenta para comprender en qué contexto se habla de educación sexual integral con enfoque de género (ESI): lo que se espera versus lo que es. 

Se espera que niños y niñas lleguen con un aprendizaje de la sexualidad acorde a su etapa de desarrollo. Lo que se encuentra es que no se les habló de sexualidad en casa, quizá solo se les alarmó (sin mayor explicación) respecto a que nadie puede tocarle “sus partecitas privadas”; pero esta información que, si bien es la adecuada para la edad, únicamente es una acción preventiva, no hay mayor enseñanza de conocimientos básicos de sexualidad que deben tener antes de ingresar a los seis años al colegio. ¿Por qué? Porque padres y madres prefieren no hablar del tema, porque consideran que no es la edad adecuada, porque no quieren perturbar la inocencia de sus hijos, porque no saben cómo hacerlo. Y es cierto: como probablemente los padres no recibieron una educación en sexualidad ahora sienten que no cuentan con herramientas para abordar el asunto. Muchos consideran que la adolescencia es el momento adecuado, pero, la verdad, ya sería tarde. Las preguntas llegan antes.

¿Dónde aclaran sus dudas de sexualidad? Actualmente, cuando un niño o niña, a partir de los seis años, manifiesta curiosidad por algunos temas —por qué son diferentes los hombres de las mujeres, por qué puede sentir que le gusta algún compañero de clases, por qué sus “partes son privadas”, por qué no debe tocarse los genitales, por qué siente algo agradable cuando se toca o rasca los genitales, por qué las mujeres tienen senos o cuándo una niña tendrá senos— al primer lugar al que acude es a internet. Luego se informa con sus pares (amigos de su misma edad), con quienes comparte lo que encontró en internet. La tercera fuente, en caso tenga más dudas, será buscando a personas que sean mayores que él o ella hasta por cinco años (puede ser el hermano de once, la prima de catorce.). Luego, puede buscar conversar o complementar curiosidades con adultos que considere representativos pero que no son sus padres: tíos, padrinos, abuelas, tutores, profesoras. Muchas veces hasta allí llegan; quizá sienten que ya tienen ciertos conocimientos para calmar sus dudas o ganas de aprender. Hay, sin embargo, un grupo muy reducido de hijos que se animan por ir a una última fuente: papá y mamá. Y cuando llegan a los padres, no es para responder sus dudas iniciales, aquellas que buscaron en internet, sino para corroborar todo aquello que han ido recogiendo. Según los resultados del Congreso de Federaciones Latinoamericanas de Sexología y Educación sexual-CLASSES, y el Congreso de la Asociación Mundial de Salud Sexual-WAS 2021, si sus padres no están prestos a hablar del tema, probablemente no vuelvan a ellos para hablar de sexualidad. En estos congresos también se recogieron datos que nos demuestra que el acceso a internet, producto de la pandemia, hizo que niños y niñas tengan acceso a pornografía desde los ocho años de edad. También, ocho de cada diez adolescentes alguna vez se han tomado fotografías o filmado semidesnudos o desnudos con sus celulares u otros dispositivos, pero no necesariamente enviado a otras personas.  

Entonces, ¿qué implica hablar de ESI? La palabra integral implica educar en manejo de las emociones, el respeto por las diferencias entre hombres y mujeres o en los gustos amorosos y sexuales; respetar y aceptar que todos los cuerpos tienen diferentes formas y no hay uno perfecto, como también las mentes y las maneras de expresar amor y afecto son distintas siempre. No solamente educar en el sistema reproductivo.

¿Qué implica un enfoque de género? Reflexionar y comprender cómo a los hombres y a las mujeres nos crían y educan de manera distinta. Los hombres no deben llorar, deben demostrar que son valientes y fuertes, etc. Las mujeres son delicadas, emocionales, se encargan de lo doméstico. Y cómo esto genera diferencias que traen problemas a nivel de convivencia social y, a futuro, de familia y pareja.

¿En qué ayuda la ESI con enfoque de género? A que los niños, las niñas y adolescentes puedan recibir información científica y verdadera sobre sexualidad y relaciones de género, acorde a la edad que tienen; a que aprendan a regular sus emociones para tomar las decisiones más adecuadas en sus vidas, conociendo los riesgos y peligros, y entendiendo que la sexualidad es parte del ser humano. Ayuda a reconocer sentimientos y afectos amorosos, cuándo los y las están acosando sexualmente, cuándo hay riesgo de tocamientos inadecuados, cuándo empezar su vida sexual activa (lo ideal es que posterguen siempre el inicio coital para la adultez); y qué hacer en estos casos. Todo esto reducirá el embarazo adolescente y no planificado, la violencia hacia mujeres, parejas y personas no heterosexuales, contagio de infecciones de transmisión sexual, hostigamiento y acoso sexual escolar en todos los ámbitos.

Enseñar de sexualidad es un proceso largo. Es acompañar, orientar, informar y, sobre todo, escuchar. Lamentablemente, esta labor no lo hacen los padres de familia. Y en las escuelas, primero se debe capacitar a las personas que trabajarán estos temas: pueden ser tutores, profesores, psicólogos, muchos de los cuales no se sienten en la capacidad de hacerlo por sus propios mitos, tabúes; pero, además, tienen miedo de la reacción de los padres. Los padres tampoco están capacitados para hacerlo, no saben cómo y hasta señalan no tener tiempo. Mientras tanto, los niños y adolescentes seguirán buscando información en internet o amigos.

Entonces, ¿en quién recae la ESI? Debe ser abordada en el colegio y, además, incluir a los padres de familia, pero no para que vigilen el contenido de lo impartido en la escuela, sino para que también conozcan qué está pasando en sus hijos y qué labor deben realizar dentro de casa para reforzar lo tratado en las aulas. 

Quienes están en contra de una ESI es porque no saben de sexualidad y su real importancia. 

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