De los vladivideos a los vladiaudios


Lo que está en juego para Montesinos y los Fujimori


Cuando ya nada parecía poder sorprendernos, esta semana Fernando Olivera nos presentó, con un amargo sabor a déjà vu, una grabación que nos ha hecho retroceder en el tiempo. Algunos hemos vuelto mentalmente a septiembre de 2000, cuando apareció el primer vladivideo que dejó absolutamente en claro la profundidad de la corrupción con la que Alberto Fujimori y su asesor gobernaron el Perú en los noventa.

En aquella oportunidad vimos cómo los fajos de billetes se ponían sobre la mesa para comprar la voluntad de los congresistas, de dueños de medios de comunicación, de artistas de la farándula, deportistas, empresarios. Casi todos los que estaban involucrados con el poder pasaban por la famosa salita del Servicio de Inteligencia Nacional a recibir su “sencillo” en contante y sonante.

No todos los videos aparecieron y no todos los que desfilaron por la oficina de Montesinos pagaron por sus crímenes. Pero quedó muy claro que casi todo el mundo en el país tenía un precio y que Vladimiro Montesinos sabía encontrarlo. Después de la transición, aparentemente, se hizo justicia y Montesinos primero y Fujimori después, terminaron tras las rejas, aunque se tratara de cárceles doradas.

Con el tiempo y el boom de las commodities nos olvidamos un poco de la tremenda corrupción de los noventa, queriendo quizás pensar que había sido una anomalía. Algunos de los involucrados en las movidas de la corruptela se hicieron más aceptables, mientras que a otros se les perdonó y siguieron tan contentos.

De cuando en cuando aparecían recuerdos del pasado montesinista –conversaciones chuponeadas, movidas desestabilizadoras–, pero como las vacas habían engordado y muchos se encontraban metidos en la vorágine del crecimiento económico, las preguntas incómodas quedaron de lado.

Pero cuando explotó el chupo de la corrupción de Odebrecht y del Club de la Construcción, el castillo de naipes se desplomó: todos nuestros gobernantes elegidos y algunos de los que fueron candidatos habían recibido enormes cantidades de dinero turbio para financiar sus campañas y los que fueron elegidos recibieron aún más para asegurarse de que salieran los contratos. Por meses, la pus no dejó de brotar y nadie parecía estar inmune.

A pesar de ello, meses más tarde la podredumbre se hizo aún más patente cuando aparecieron las escuchas de los llamados “cuellos blancos del puerto”, una red de mafias judiciales que decidían los casos con base en el precio que podían obtener por sus servicios. Quedó claro, entonces, que el sistema judicial estaba tomado por la corrupción.

La corrupción en el Perú es generalizada y engloba no solamente a las economías legales como la construcción o la justicia, sino que está constantemente aceitada por una multitud de economías ilegales que necesitan de ella para sobrevivir y que, además, generan muchísimo dinero que se tiene que lavar. 

En gran parte, este es dinero del narcotráfico. No olvidemos que el Perú sigue siendo uno de los principales productores de coca en el mundo y que si no tenemos los niveles de violencia que se viven en México, Colombia o Centroamérica es porque la economía ilegal ha tomado partes del Estado y del sistema de justicia.

No olvidemos tampoco que en los 80 Vladimiro Montesinos se dedicó a ser abogado de narcotraficantes y que en los 90 tanto él como Fujimori estuvieron ligados al narcotráfico: recordemos el episodio de la cocaína encontrada en el avión presidencial. Recordemos, además, cuando años después se encontraron 100 kilos de coca en un almacén donde Kenji Fujimori era uno de los accionistas, y que tanto él como sus hermanos están investigados por desbalance patrimonial. Keiko Fujimori, por otro lado, ha estado ligada a personajes con historias de narcotráfico como Joaquín Ramirez y una de las acusaciones en su contra es de lavado de activos.

No es insólito, por lo tanto, considerar que los Fujimori se están jugando el pellejo en estas elecciones y que no están luchando por la democracia, sino por defender sus intereses y los de sus aliados. Montesinos pronto cumplirá su condena, durante la cual ha mantenido un perfil bajo, pero ahora que está cerca de la libertad no sería sorprendente que busque asegurarse tener un gobierno que le será favorable.

A Montesinos siempre le gustó grabar a la gente.  Fue así como se hizo poderoso, pero fue así también como cayó en desgracia. ¿Será así también ahora? 
Queda mucho por verse y los riesgos en juego son claros, pero debemos mantenernos firmes: estamos defendiendo la democracia de aquellos que han tomado su nombre para defender la corrupción. No nos dejemos. 

4 comentarios

  1. Luis Romero Elmore

    Y esas economías ilegales se reproducen región x región, gracias al voto facultativo sus representantes llegan al Congreso. Es decir el Congreso viene a ser en cónclave mafioso más grande y notorio del país.

    • Vanessa ocampo

      Esperemos que se den cuenta, porque en este momento parecen movidos por una secta. Han perdido el foco, la objetividad. No me he comido el cuento y ya con los vladiaudios todo hace sentido aún más.

  2. Lo más tenebroso en la circunstancia parece ser que a los Fuji y su picona punta de lanza no les interesa ya el resultado de la 2a vuelta (que es claro) , sino “borrar todo lo actuado” para recobrar posiciones previas y junto a sus aliados de elite seguir “meciendo la cuna” desde dentro o desde fuera. Los audios 2021 apuestan a ello

  3. Mónica

    Me quedo con está frase: mantenernos firmes: defendiendo la democracia de aquellos que han tomado su nombre para defender la corrupción.

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