Caminar sobre un cilindro


Tres modelos económicos para entender a este gobierno 


En nuestro sistema electoral, si ningún candidato presidencial consigue 50% + 1 de los votos en la primera vuelta, se realiza una segunda con los dos candidatos con mayor votación. Con esto se espera que el candidato que resulte elegido tenga mayor legitimidad, pues puede recibir la adhesión de más votantes. La expectativa es que los candidatos que pasan a segunda vuelta moderen sus posiciones moviéndose hacia el centro, pero nuestras elecciones recientes han desafiado este sentido común. En este artículo propongo tres modelos teóricos de la economía y la política para tratar de entender la actual coyuntura.  

            Comencemos señalando que el sentido común que ha sido desafiado en estas elecciones no es un albur: tiene sustento empírico y teórico. Anteriormente ya nos hemos enfrentado a una situación similar en la que el candidato ganador fue quien se pudo mover hacia el centro con mayor credibilidad (Ollanta Humala el 2011). Pero vayamos a la teoría, que allí está el foco de esta columna. Ubicarse en el centro es lo recomendable para cada candidato según uno de los modelos fundamentales y más antiguos de la teoría de elección colectiva: el teorema del votante mediano.

            Este proviene de un modelo muy sencillo en el que se asume que las opciones preferidas de los votantes están todas distribuidas a lo largo de un segmento de recta (izquierda-derecha, por ejemplo). Así, la estrategia óptima para un candidato es ubicarse en una posición intermedia, de modo tal que pueda atraer el máximo número de votantes, tanto de la izquierda como de la derecha de su posición. La reacción óptima del candidato contrincante es acercase también a la posición intermedia, de forma tal que se repartan el mercado electoral en partes iguales. Hasta aquí, el sentido común que imperaba hasta abril. ¿Qué pasó entonces?

            El modelo anterior no captura toda la realidad. Para esto vale la pena presentar una variación, conocida como el modelo de Hotelling, que ha sido utilizada para analizar la estructura y ubicación de los mercados. Para comenzar, pensemos en el mismo segmento de recta del modelo anterior, pero ahora asumamos que esta representa una avenida. Hay dos comerciantes que deben decidir en qué lugar de la avenida poner sus tiendas, asumiendo que los consumidores solo pueden llegar a las tiendas usando la misma vía. Para cada consumidor, desplazarse de su casa a cada tienda tiene un costo que depende de la distancia que tiene que recorrer. ¿Cuál es el punto optimo en el que debería ubicarse cada comerciante?

            La respuesta es que existen dos equilibrios. Son dos decisiones óptimas para cada comerciante, que dependen de los costos de desplazamiento de los consumidores. Si desplazarse es costoso (técnicamente, la función de costos es de algún grado mayor a 1) el resultado se parece al del modelo del votante mediano: lo óptimo para ambos comerciantes es ubicarse en un punto medio de la avenida. De hecho, este resultado explica por qué tiene sentido económico la existencia de emporios comerciales como el de Gamarra. Pero si desplazarse no es muy costoso (técnicamente, la función de costos es lineal, o de algún grado menor) lo ideal para los comerciantes es que cada uno de ellos se ubique en un extremo de la avenida. 

            En este segundo modelo, uno de los equilibrios es acercarse, pero el otro es apartarse. Esto nos resulta útil para entender lo que viene pasando en el país desde abril: Perú Libre ha optado por el equilibrio menos obvio, uno que asume que los consumidores (votantes) se pueden desplazar con relativa facilidad (las convicciones no son muy sólidas). Por eso su estrategia óptima es apartarse del statu quo.

            Puesto así, este resultado se parece también al que se obtiene en uno de los modelos clásicos de la teoría de juegos: el dilema del prisionero. Allí, dos agentes deben decidir si cooperan o no entre sí con la finalidad de conseguir su libertad o penas más leves. El dilema de cooperar o no cooperar puede ser entendido como el de ubicarse al centro o apartarse. En este modelo se concluye también que, dependiendo de los premios y castigos asociados a cada posible decisión, existen dos equilibrios, igual que en el modelo de Hotelling.  

            Tal como los he descrito, el modelo del votante medio, el de ubicación de Hotelling y el dilema del prisionero, son modelos estáticos: los políticos, los comerciantes o los prisioneros toman una sola decisión sobre su posición y se quedan fijos. Pero el mundo real es más complejo. Las decisiones se pueden revisar día tras día.

            Aquí, entonces, es útil echar mano de otro resultado que ha sido estudiado con las herramientas de teoría de juegos: el dilema del prisionero repetido. Si la toma de decisiones (acercarse al statu quo o no) se debe tomar repetidamente, hay ciertas condiciones en las que todavía es posible pensar en la existencia de los dos equilibrios, pero uno es estable y el otro inestable. 

            Bajo esta manera de modelar la realidad podemos ver que Perú Libre ha optado por un equilibrio inesperado: el no cooperativo. Mientras la mayoría de los votantes esperábamos en abril un viraje hacia el centro, este no sucedió. El partido que hoy gobierna nos sorprendió con una estrategia poco esperada que le ha resultado favorable, pues ganólas elecciones. Pero el efecto sorpresa no puede durar mucho: ese equilibrio en el que nos han ubicado es inestable, como caminar sobre un cilindro. 

1 comentario

  1. Paul Naiza

    Estimado Hugo, la postura de PL nunca fue ir al centro…!!! Eso fue evidente por dónde se viese.

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