Caliagnosia


Ciencia ficción contra la discriminación 


Alejandro Neyra es escritor y diplomático peruano. Ha sido director de la Biblioteca Nacional, ministro de Cultura, y ha desempeñado funciones diplomáticas ante Naciones Unidas en Ginebra y la Embajada del Perú en Chile. Es autor de los libros Peruanos IlustresPeruvians do it better, Peruanas Ilustres, Historia (o)culta del Perú, Biblioteca Peruana, Peruanos de ficción, Traiciones Peruanas, entre otros. Ha ganado el Premio Copé de Novela 2019 con Mi monstruo sagrado y es autor de la celebrada y premiada saga de novelas CIA Perú.


¿Se imagina usted, amable lector, amanecer un día y ser incapaz de juzgar a las personas que ve por la forma como lucen? Es decir, sale a la calle y desde que se cruza con un vecino, sube a su medio de transporte diario y llega (o no) al trabajo o centro de estudios, va conversando con colegas, amigos o desconocidos, pero no los trata conforme a su apariencia, color de piel o rasgos físicos, sino por lo que le dicen y hacen, o por las ideas que le exponen. ¿Sería ese un mundo feliz? La gente linda ─¿es que hay gente linda?─ sería exactamente igual a la gente fea, los flacos a los gordos, los altos a los bajos. En un país como el nuestro, en el que el racismo y la discriminación producen desde desconfianza hasta violencia en distintos grados, quizá al menos podría pensarse en la promesa de un Perú mejor.

Esto es ciencia ficción, por supuesto, y de la mejor, de la que escribe Ted Chiang, autor de La historia de tu vida y Exhalación. Se trata de dos notables conjuntos de relatos en los que el autor, inspirado por Borges y Huxley, entre otros, juega con los límites de la ciencia que conocemos hoy para introducirnos a las posibilidades que ofrece la inteligencia artificial, la física cuántica o, incluso, el lenguaje ─como lo hace en La historia de tu vida, que gracias al director Denis Villeneuve se convirtió en la película La llegada, en la que una lingüista deberá hacerse entender con una raza distinta de seres que llegan a la Tierra en un futuro no muy lejano─. 

Otros cuentos de Chiang nos remiten a clásicos de lo fantástico, como los gólems, la torre de Babel, o los ángeles y los demonios. En cada uno de ellos, lo que sorprende es la naturalidad con la que este escritor sinoamericano nos hace asumir un mundo completamente distinto al que conocemos y que, sin embargo, no parece del todo irreal. 

Eso es lo que nos sucede, por ejemplo, con ¿Te gusta lo que ves?, un relato escrito casi como el guion de un documental en el que nos enfrentamos a lo que piensa un grupo de jóvenes que, gracias a un dispositivo que afecta sus cerebros ─la tecnología es denominada caliagnosia o ausencia de percepción de lo bello─, son incapaces de percibir la apariencia física de las personas. Eso genera una crisis de identidad en las chicas populares ─las “lindas”─ y, al mismo tiempo, una curiosa sensación de que las diferencias entre los muchachos y muchachas son completamente superfluas. Aquello, aunque parece igualarlos, tampoco les trae necesariamente la felicidad (quizá nada lo hace, en la juventud o incluso en la vida misma).

Volvamos al Perú. En el 2018 se presentaron los resultados de la primera Encuesta Nacional ‘Percepciones y actitudes sobre diversidad cultural y discriminación étnico-racial’, elaborada a solicitud del Ministerio de Cultura con el objetivo de determinar una base para desarrollar mejores políticas públicas que permitan luchar contra el racismo y la discriminación. No comentaré las cifras terribles que nos hacen un país en el que la mayoría se ha sentido discriminada ─especialmente grave es que lo sea en lugares que ofrecen servicios públicos como postas médicas, comisarías o colegios─, ni que casi todos discriminamos sin ser conscientes de ello (que es lo peor, pues pensamos que quienes discriminan son siempre otros y alejamos el problema de nuestra propia responsabilidad).

Pensemos por un momento en una tecnología que haga que todos dejemos de ver en nuestros compatriotas a personas diferentes a nosotros mismos. Puede ser un dispositivo que se inserte como un chip en el cerebro, o solo unos lentes que hagan que veamos a quien está frente a nosotros no como alguien andino, costeño o amazónico, sino simplemente como un peruano. Quizá el dispositivo ayude también a comprender las lenguas originarias y a que dejemos de juzgar por la forma en la que ese otro peruano que habla a duras penas el español se expresa. La tecnología hará que podamos entendernos como parte de un mismo territorio, de un mismo país. Y sin embargo no será perfecta pues, con todo, juzgaremos seguramente por las ideas o por los comentarios. (¿Juzgar por la inteligencia será otra forma de discriminación?) 

En cualquier caso, lo cierto es que la educación debería ocupar ese espacio ficcional del correctivo tecnológico y ayudarnos a comprendernos sin juzgarnos por las apariencias. Políticas educativas que pongan énfasis en la necesidad de vernos como iguales son fundamentales, a riesgo de continuar con un país fragmentado y, peor, en el que nos seguimos discriminando ─‘choleando’, en buen cristiano─ entre todos. 

Mientras tanto, soñemos con una caliagnosia que nos ofrezca la posibilidad de sentirnos parte de un mismo destino, como lo hacemos cuando por arte de birlibirloque nos ponemos una camiseta rojiblanca y juega nuestra selección de fútbol y no diferenciamos entre Corzo, Cueva o Carrillo, e incluso somos capaces de abrazarnos con quien está a nuestro lado, sin importar su apariencia, tras un gol peruano. 

Tal vez la solución esté en tener un uniforme único para todos los peruanos, o en incidir desde el colegio como un mantra que debemos pensar que ese otro que vemos tan distinto y vive tan cerca o lejos, tiene problemas, habilidades y sueños como nosotros mismos. Los amantes de la literatura fantástica sabemos que, a veces, la ciencia ficción se convierte en realidad, y por eso la leemos siempre con interés y secreta esperanza.

1 comentario

  1. Nancy Goyburo

    Me encantó la columna! Urge que es “uniforme único” al que se alude en el texto, se convierta en el chip de todos los peruanos que aspiramos por la libertad y la igualdad. Gracias!

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