Buscando información entre tanto ruido 


Reflexiones de una profesora que pasa el día entre jóvenes


Al día de hoy he terminado tres semanas completas de clase. Es decir, ya puedo ir estimando el nivel de interés y compromiso de mis estudiantes, y prever —siempre abierta a la sorpresa— cuáles son algunas de las incidencias que podrían ocurrir a lo largo del semestre.

Luego de cuatro años enseñando las mismas materias, ciertas tendencias se repiten, con lo que me toca hacer previsiones metodológicas en algunas sesiones del ciclo. Por ejemplo, la semana después del examen parcial no debería tener las lecturas más pesadas porque estas no serán leídas con el mismo nivel de atención. Explicar la diferencia entre racismo y discriminación racial requiere muchos ejemplos. Una pregunta que “confronte a la audiencia” es una buena forma de generar reflexiones de largo plazo y que acompañen varias semanas de reflexión. Según mis estudiantes, mi metodología de enseñanza es poco ortodoxa o, por lo menos, alejada del estándar del profesor que imparte un canon incuestionable de conocimiento desde un pupitre. Prefiero compartir con ellos una perspectiva, no una verdad, o una forma nueva o diferente de ver las cosas. Leemos mucho, discutimos más. Me paseo entre las carpetas, les insto a participar de la discusión constantemente y, entre todos, buscamos entender de una manera más amplia o integral diversos fenómenos sociales; si acaso, el Perú.

Mi filosofía de enseñanza es explícita desde la primera clase: (1) aspiro a que mis estudiantes puedan emprender miradas y perspectivas comprensivas de la realidad, incluyendo la posibilidad de ponerse en el lugar del otro; no desde el punto de vista de la tolerancia, sino desde la empatía, la competencia cultural y el reconocimiento de la humanidad en la diferencia; (2) busco brindar a mis alumnos las herramientas necesarias para analizar su realidad críticamente y que sean capaces de identificar problemas institucionales sobre los cuales puedan proponer soluciones creativas e innovadoras; lo que los convierta en actores de cambio activos y no reactivos; y, finalmente, (3) busco apoyarles en el fortalecimiento de habilidades y destrezas académicas de alta competitividad, incluyendo el discurso público, la investigación académica y la disciplina profesional. Y como les explico en cada primera clase, una de las razones más importantes por la que me tienen en frente, es que mi misión como docente y la misión de la institución educativa en la que trabajo están alineadas: formar líderes responsables para el mundo.

Si me he animado a compartir lo anterior es porque en estos días estuve pensando mucho sobre nuestro debate público, las fake news y la posverdad, y cómo estas se pueden colar en los salones de clase y originar un proceso circular de validación pública que los inserta en el debate oficial como argumentos válidos o validados. Me explico. Con base en el bombardeo de información periodística de poca calidad —además de sesgada en un sentido u otro—, un debate público bastante pobre y la ausencia generalizada de clases escolares de Cívica, Historia del Perú (en toda su complejidad) y, tal vez más importante, realidad social peruana contemporánea, le hemos robado a las generaciones más jóvenes las herramientas para evaluar críticamente nuestra realidad política actual, identificar a sus principales actores más allá de las autoridades electas, y proponer miradas desapasionadas y objetivas sobre el escenario político que tienen al frente, con base en fuentes y datos de calidad. En otras palabras, les hemos fallado. Por ello depende ahora de nosotros, sus profesores universitarios, guiar no necesariamente sus posiciones y opiniones finales, pero sí apoyarles en la tarea de la construcción de sus argumentos, la búsqueda de información de calidad y ayudarles en el discernimiento entre concepto, argumento, opinión y ejemplo, mientras somos particularmente rigurosos con la información que circula en clase, cuestionando constantemente las fuentes de discusión.

El salón de clase, sin embargo, no es el único lugar donde ocurren estas conversaciones. Sea que su espacio de influencia sea la mesa familiar, sus grupos de WhatsApp, su oficina u otro espacio público, le ruego que también haga lo que pueda. La velocidad de las comunicaciones el día de hoy se ha incrementado en detrimento de su calidad, y las especulaciones, rumores y conjeturas sin base se van vuelto la “información” de cada día. Creo firmemente que sí podemos mejorar el nivel de nuestras conversaciones. Podemos discriminar mejor la información del ruido. Podemos apoyarnos mutuamente en esta tarea de avanzar como país, mejorar nuestra conciencia crítica y elevar el debate público.


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1 comentario

  1. Maxy De los Santos

    La pandemia ha destapado lo que ya existía desde hace mucho tiempo atrás: la cantidad de basura informativa, mentiras, estafas o ruido que se puede generar en las plataformas de comunicación. Los que generan ese ruido pueden ser gente común que busca popularidad o notoriedad sin merecerlo, otras veces es la grave ausencia de profesionales de la comunicación serios y objetivos tanto en radio, televisión y diarios o revistas. Solo escuchamos una sarta de balbuceadores que hablan tonterías todo el día dando importancia a la farándula, la nota policial y el fútbol y además tergiversando o minimizando lo realmente importante, ya que carecen de cultura y conocimientos. ¿Qué se puede hacer contra este aluvión de orfandad mental? Los dueños de los medios de comunicación masiva se escudan en que su misión es entretener y no dar cultura. La gente en su mayoría con una gran carga de frustraciones consumen esa basura como si fuera un banquete (es como consumir cómida rápida, es un efecto similar de placer) y la corrupción usa esa basura para eternizarse en el poder. ¿Qué podemos hacer los que no somos ni docentes ni tenemos poder? Otro ejemplo o problema son las elecciones municipales y regionales que están a la vuelta de la esquina. Realmente no vemos alternativas en las candidaturas o al menos las que existen son de puros criminales. ¿Qué hacer para cambiar este invierno político, esta suerte de era glacial donde todos los valores resultan estar congelados y se busca premiar intereses personales? De otro lado nuestros hijos están abrumados con la cantidad de información de internet, sin embargo los profesores deben estar allí para, junto a nosotros, para ayudarles a buscar información válida y de calidad, algo raro en estos días. ¿Cómo hacerlo? ¿Qué herramientas usar? Todo parece más fácil con internet, pero no todo está en internet. Todo parece fácil al ir a votar, pero la democracia no es solo votar por algún sinverguenza esperando que robe pero haga obras. Todo parece divertido con los programas de farándula y chismes, pero empobrecen tu mente y no te preparan para la vejez, cuando la demencia venga por tí.

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