Brasil, país del futuro


Un puente entre el cine y la segunda vuelta brasileña


Brasil, la cuarta democracia más grande del mundo, acude hoy a las urnas. Se enfrentan en una segunda vuelta el actual presidente Jair Bolsonaro y el presidente anterior Luiz Inácio Lula da Silva. Representan extremos opuestos de cómo nuestro país vecino se imagina y los resultados, sean cuales sean, tendrán un profundo impacto en la región y el mundo.

En gran parte, esto se debe a que sus visiones sobre qué hacer respecto al medio ambiente son muy distintas. En la misma semana en que las Naciones Unidas han declarado que ya no parece quedar una opción posible de mantener la temperatura del planeta por debajo de un aumento letal de 1.5° C, es posible que sea reelecto un presidente que considera que la Amazonia es una región por conquistar y comercializar, y no un pulmón de oxígeno. Durante el gobierno de Bolsonaro se han quemado más hectáreas de bosque a una mayor velocidad que nunca antes y en el caso de volver al poder esto solo se incrementaría.

Pero este no es el único punto de diferencia entre ambos, ya que sus visiones sobre el país que buscan construir también son totalmente opuestas tanto en lo económico como en lo social, y si bien parte de la derecha latinoamericana está convencida de que una victoria para Lula significaría una vez más una movida a la izquierda y que el continente está virando en esa dirección, la posición del líder del Partido de los Trabajadores no es particularmente radical. Es más, los años en que Lula estuvo en el gobierno no llevaron a cambios particularmente drásticos en una de las sociedades más desiguales del planeta y, más bien, su régimen se vio envuelto en uno de los escándalos de corrupción más desfachatados de los últimos tiempos.

A pesar de todo ello, hay muchos que quieren el regreso del Partido de los Trabajadores porque, sin duda, uno de los retrocesos más importantes que se han visto en este periodo ha sido el de los derechos humanos, el de las personas trans entre ellos. En 2021, Brasil fue el país en el mundo donde se asesinaron más mujeres trans, con un aumento de un 41 % en comparación con 2020: ese año fueron asesinadas 175 mujeres trans y el 68 % de ellas eran de origen afro

Frente a esta violencia las mujeres trans en Brasil siguen luchando por su inclusión y en las elecciones del pasado octubre dos de ellas consiguieron llegar a la cámara de diputados a nivel federal y tres más fueron elegidas representantes en las cámaras estatales. El movimiento de reivindicación ha cobrado más fuerza como respuesta a la violencia que sufren tanto sus colectivos como todas las personas trans. 

En medio de todo esto, ayer fui a ver la última película de Marcelo Gomes, Paloma (2022), premiada como la mejor película en el último Festival de Río de Janeiro. Paloma es una mujer trans de origen afro que sueña con casarse con su novio por la Iglesia católica. Gomes nos presenta su mundo de manera empática y respetuosa: Paloma ha sido trabajadora sexual, pero ahora se dedica a recoger papayas, a criar a su hija de siete años y, cuando puede, a ser peluquera. Ayuda a su novio Ze a ahorrar para comprarse una moto y tiene un círculo cercano de personas que la quieren y aceptan como es. Como espectadores sabemos que la Iglesia difícilmente aceptará su pedido y que el peligro siempre la acecha, algo que sentimos de manera intensa gracias al uso de la música, pero, a pesar de todo esto, Paloma sueña con inocencia y dulzura con vestirse de blanco y celebrar su amor frente a quienes la quieren y, sobre todo, frente a Dios.

La historia está inspirada en un caso de la vida real que sucedió en el nordeste brasilero, el espacio donde Gomes se mueve de manera natural. Ya su película anterior, Esperando el carnaval (2019), mostraba con inmensa humanidad la vida en una comunidad donde lo único que se hace es producir jeans y ahorrar para celebrar la llegada del carnaval. De hecho, la película que llevó a Gomes la fama internacional —Cinema, Aspirinas e Urubus (2005)— lograba que nos sintiéramos cerca de esos lugares que nos son tan remotos. 

Tal es la magia del cine, llevarnos a lugares que no conocemos y a vivir experiencias que de otra manera no tendríamos. No podemos más que seguir con la esperanza, como Paloma, de que el mundo pueda realmente cambiar para mejor. Dicen en Brasil que son el país del futuro y que no importa cuándo se diga esto, siempre será cierto, porque el futuro no termina de llegar nunca. Esperemos que el futuro que llegue en estas elecciones sea uno que nos traiga esperanzas. 


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1 comentario

  1. Alfredo

    El único cambio radical que traerá Lula, es el de la corrupción, pero cómo es un corrupto de izquierda, allí callan aquellos autoproclamados como «última reserva moral».

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