72 horas para leer el futuro


¿Pueden los gestos y símbolos decirnos algo de lo que viene?


Después de las interminables semanas entre las elecciones y la proclamación de Pedro Castillo como presidente, el tiempo parece haberse acelerado desde su juramentación. En este vertiginoso cambio de régimen lo único que tenemos para interpretar el futuro son gestos y símbolos que hasta ahora son equívocos y contradictorios.

            El primer turno le tocó a la mesa directiva del nuevo parlamento, cuando su presidenta, María del Carmen Alva, se ciñó la banda presidencial aduciendo que como el presidente saliente ya no era congresista no tenía nada que hacer en el Legislativo. Francisco Sagasti se acercó hasta la puerta misma escoltado por el regimiento a caballo Mariscal Nieto con todos los honores de presidente y le entregó la banda presidencial —el símbolo del poder en el Perú— a un empleado de protocolo que la guardó en una caja.

            El siguiente gesto fue del presidente Pedro Castillo, quien se presentó con su ya característico sombrero chotano, vistiendo un traje inspirado en los que usa Evo Morales y que, según muchos, emula al tradicional liqui liqui venezolano. Castillo eligió no caminar por la alfombra roja como manda la tradición y su discurso inaugural tuvo muchos gestos de inclusión, comenzando con la mención a las diferentes poblaciones del Perú, desde los afroperuanos, hasta los migrantes y, por supuesto, los pueblos originarios a quienes se dirigió en quechua: “¡Kashkaniracmi! ¡Seguimos existiendo!”.

            Su discurso estuvo repleto de referencias a la historia milenaria del Perú –no solo al hecho de que se conmemoran 200 años de independencia– y a la realidad del colonialismo y de la explotación. No se detuvo solo en los “hombres de Castilla”, sino que recordó episodios posteriores, algunos del siglo XX, como la explotación de nuestra población amazónica durante el auge del caucho. Incluyó, además, hitos importantes: el abuso a los campesinos antes de la reforma agraria, el acceso al voto de todas las peruanas y peruanos recién en 1979; así como el golpe de 1992, que dejó trunco el acceso a los derechos, recortándolos y debilitando al Estado.

            A ello le siguieron líneas programáticas que incluyeron generalidades, así como ideas ambiciosas que buscan cambios profundos en cuanto al rol del Estado, incluyendo cómo se debe concebir la diversidad lingüística y cultural del país desde un nuevo ministerio que sería de “las culturas” y que se gestionaría de manera descentralizada. Otros de sus puntos principales fueron la apuesta por una “Asamblea Constituyente del Bicentenario: plurinacional, popular y con paridad de género” y la decisión de no gobernar desde “la Casa de Pizarro” debido a su convicción de que es necesario “romper con los símbolos coloniales”.

            Los gestos prosiguieron con potencia el 29 de julio con la juramentación simbólica en el santuario de la Pampa de la Quinua, donde el 9 de diciembre de 1824 se peleó la Batalla de Ayacucho. Fue un mensaje muy claro de que el poder no se va a ejercer, como siempre, solamente desde Lima. Pero esa misma tarde llegó la primera sorpresa con el nombramiento de Guido Bellido como premier, algo que desconocían incluso los ministros ya convocados.

            La designación del militante cusqueño de Perú Libre, conocido por ser hombre de confianza de Vladimir Cerrón y con un historial de criticas y burlas a la población LGBTIQ+, además de una investigación abierta por apología al terrorismo, aterró a propios y extraños que no lograban conciliar el discurso de inclusión del 28 con la decisión excluyente del 29:  entre los nuevos ministros solo había dos mujeres. 

            Dos de las carteras más importantes, Economía y Justicia, no juramentaron esa noche y los dos voceados para personificarlas, Pedro Francke y Aníbal Torres, salieron del Gran Teatro Nacional a la lluviosa y fría noche cada uno por su lado. Esa madrugada, el economista volvió a la casa de Breña desde donde despacha Castillo y pasó dos horas hablando con el presidente. La noche siguiente, finalmente, ambos ausentes juramentaron. 

            Una vez más, los gestos y los símbolos del ministro de Economía hablaron de manera contundente. Juró sin crucifijo “por un avance sostenido hacia el buen vivir, con igualdad de oportunidades, sin distinción de género, identidad étnica u orientación sexual. Por la democracia y la concertación nacional”. Llevaba en la solapa un distintivo que decía “Igualdad” con los colores del arcoíris. 

            ¿Qué nos dejan estas primeras 72 horas de gobierno? Sin duda, muchas interrogantes y muchas contradicciones en la forma en que se utilizan los gestos y los símbolos. El periodo presidencial de Pedro Castillo comienza con luces y sombras: si bien el gabinete está compuesto casi íntegramente por hombres, solo el 26% son de Lima, y si por un lado tenemos a grandes especialistas, otros ministros no parecen tener experiencia relevante en los sectores que lideran.

            Queda mucho para dilucidar en los días y meses que vienen, pero estos primeros gestos y símbolos son reveladores sobre lo que nos espera: negociaciones internas en el Ejecutivo entre facciones conservadoras y progresistas, un discurso reivindicador para quienes se sienten ignorados por el poder limeño, una mesa directiva parlamentaria que parece comulgar con el breve mandato de Merino… y todo lo demás que usted quiera interpretar.

3 comentarios

  1. Gonzalo Quijandria

    No nos engañemos, deja Palacio para no dejar registro de sus reuniones y despachar desde la clandestinidad; nula transparencia como norma. Otro gesto no mencionado en el artículo: no dejar pasar a la prensa a la juramentacion de ministros. Inicio poco democrático nombrando aduladores de dictaduras en los cargos más importantes de gobierno, es claro que PC no cree en nuestro sistema.

  2. Sobeida Gonzales

    Gracias Natalia! Muchos más gestos para contar, la falta de respeto a las fuerzas armadas, su improvisación e impuntualidad para juramentar al gabinete entre gallos y medianoche, el no despachar en un edificio público!! Es el Presidente y tanta informalidad y falta de respeto a los protocolos y normas, un actuar poco transparente, todo con secretismo, muestra su incapacidad, irresponsabilidad, y falta de respeto a la población – a la que lo eligió y a la que no lo eligió. No podemos permitir tanta improvisación, no debe ser presidente del Consejo de Ministros un homofóbico e investigado por terrorismo.

  3. Lucho Amaya

    «… otros ministros no parecen tener experiencia relevante en los sectores que lideran.», nos comenta usted; mas, a estas horas de la noche del uno de agosto, sabemos ya que no solo eso sino también con antecedentes policiales, familiares, patrimoniales, etc, confirmadamente negativos… ¡¿Qué pasó allí?!
    Castillo debería reestructurar lo más pronto posible su gabinete, que gente honrada si hay, SI HAY en el Perú, y de izquierda, derecha y centro (igual como gente mala).
    Saludos

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