El profundo clóset de la historia


¿Qué dirían Haya y Riva Agüero sobre sacar del clóset a personajes históricos?


Como saben quienes nos siguen, en Jugo de Caigua celebramos el Mes del Orgullo, y si bien en las últimas semanas he estado especialmente preocupada por el posible futuro del Archivo General de la Nación, no he dejado de pensar sobre la cuestión sexual en el Perú, en parte por los debates que tenemos entre compañeros jugueros, pero también gracias a los trabajos de mis colegas.

Es mucho lo que queda por investigar y publicar sobre la historia de la diversidad sexual en el Perú, y aún es poco lo reseñable.

Por ejemplo, en estas semanas ha aparecido la versión en español del libro de Paulo Drinot, Historia de la Prostitución en el Perú (1850-1956), donde se desarrolla el concepto de la “cuestión sexual”. También está el reciente libro de Juan Antonio Lan, Sida y temor. Prensa escrita y discurso médico en Lima ante una epidemia. A ellos les sumo los pioneros trabajos de Magally Alegre Henderson sobre masculinidades y cómo en El Mercurio Peruano se criticó la idea de que el clima fuera la razón por la que existieran “maricones” en lugares como Lima —como proponían autores europeos—, argumentándose que se debía a la educación afeminada. También es importante recordar lo que Magally ha escrito sobre las mujeres que se vestían con traje militar en las guerras de Independencia, y sobre el divorcio otorgado por la justicia eclesiástica en 1847 a Josefa Murillo, porque su esposo Juan Calderón era pareja de otro hombre. Esperamos pronto leer el libro basado en su tesis doctoral sobre masculinidades disidentes.

Si es poco lo escrito sobre la cuestión sexual en nuestra historia, menos es lo escrito sobre la historia de la homosexualidad en el Perú. Este artículo reciente, de 2020, de Jeff Huarcaya-Victoriano apareció en la Revista de Neuro-Psiquiatría, lo que muestra que no se considera algo necesariamente ligado a la HistoriaDesde la literatura, otra contribución importante ha sido la de Marcel Velázquez, quien en 2020 también publicó este artículo académico sobre el tratamiento periodístico dado al Caso Belaochaga de 1907 y la represión policial.

En la historia más reciente, sin embargo, si se ha tratado más la homosexualidad como tema debido a la formación de un colectivo organizado ya desde hace décadas, como lo explica el artículo de Joaquín Marreros Núñez: El nacimiento del Movimiento Homosexual de Lima: una reconstrucción histórica a través de la prensa (1982-1985).  

Queda, pues, mucho por investigar y escribir. Y justo hablando de esto con mis compañeros de Jugo de Caigua, en nuestra última reunión editorial —que nuestros suscriptores pueden espiar— discutimos sobre los posibles beneficios y los riesgos de “sacar” a personalidades históricas del clóset. ¿Tenemos derecho a hablar por quienes decidieron callar su identidad sexual? ¿Es suficiente que tengamos los documentos que registren sus relaciones con personas de su mismo sexo para concluir que eran homosexuales? ¿Podríamos estar cayendo en lo que se conoce como mislabelling, llamando gays o lesbianas a personas que en realidad eran bisexuales? ¿Cuánto tiempo debe pasar para que sea prudente? En suma: ¿Es más importante conocer con más detalle las vidas de estas personas para que sirvan de inspiración a las nuevas generaciones que respetar el hecho de que permanecieron en silencio al respecto?

Eran otros tiempos y, en gran parte, muchas de estas personas no hablaron de ello porque las consecuencias podían ser graves. Esto, a pesar de que en el Perú la actividad sexual entre personas del mismo sexo es legal desde el Código Penal de 1924. Es decir estamos a punto de celebrar un siglo de la despenalización, pero, a pesar de ello, es muy poco lo que sabemos sobre cómo se llegó a hacer ese cambio en la ley, o cómo fueron los debates al respecto.

Por ejemplo, dos personajes importantes de ese tiempo tuvieron relaciones con personas del mismo sexo, pero nunca se revelaron públicamente como homosexuales. Ninguno se casó y, en el caso de uno de ellos, esto dio origen a uno de los legados más generosos en la historia peruana, cuando José de la Riva Agüero y Osma le dejó todas sus propiedades y riquezas a la Pontificia Universidad Católica del Perú, incluido su archivo personal. Recuerdo haber trabajado en ese archivo a inicios del milenio y haber oído la lectura de las cartas que se intercambiaba con alguno de sus amigos, donde, a pesar de las ambigüedades, se mostraba claramente que se trataba de una relación íntima. Hasta la fecha no conozco trabajo que haya usado este material y las preguntas siguen siendo muchas.

El otro ejemplo es Víctor Raúl Haya de la Torre, cuyas experiencias están documentadas en la biografía que Íñigo García-Bryce publicó en inglés en 2019 y que esperamos en castellano. Íñigo tuvo acceso a unas cartas que un amigo de Haya de sus tiempos de Berlín le escribió a inicios de los años 30, pero que nunca llegaron a las manos del fundador del APRA porque fueron interceptadas por la policía. Si bien las cartas no son explícitas en cuanto al grado de intimidad, sí muestran claramente cuán profundamente sentía “Bridi” la ausencia de Haya, con quien compartió departamento, y de lo destrozado que estaba tanto por su ausencia como por la falta de comunicación. ¿Qué impacto tuvieron esta y otras relaciones en el líder de este movimiento político? Solo podemos especular.

Quedan, finalmente, muchas preguntas por resolver y la deuda que todos tenemos con la comunidad de personas que se identifican con una variedad de opciones sexuales es hacerlas visibles tanto en el presente como en el pasado. 

Dicho esto, ¡feliz Mes del Orgullo!

2 comentarios

  1. Tairi Rullier

    Me he quedado con la duda de la pertinencia de hablar de personas del pasado como lo has expresado en tu artículo. No se si visibiliza algo, tengo duda si influye en algo en su historia y en la influencia que nos llega hasta hoy en diferentes niveles y formas. Creo que más allá de a quien amaron o no. Es cómo su silencio, y el silencio actual de muchos y hasta los gritos desaforados y miedosos de muchos están postergando el reconocimiento de derechos elementales a un grupo de peruanos. Creo entonces, que el silencio no solo le pertenece a estos personajes, sino a todos los peruanos que no observan que su silencio complice impacta negativamente en la vide de miles de personas.

  2. Pedro Guibovich

    Me he quedado sorprendido de la pobreza de las ideas y del lenguaje.

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